En 2015, sin importar quién ganase el balotaje, la presidencia del Consejo Nacional de las Mujeres (CNM) tenía un nombre. No fue casual, ni fue magia. Desde hace años, Fabiana Túñez trabaja con un solo objetivo: la prevención y erradicación de la violencia de género. Hasta su llegada a la gestión, su militancia feminista era sinónimo de un proyecto, la Casa del Encuentro o “la Casita”, como prefiere llamarla ahora con cierta melancolía. Además de contar con atención a mujeres víctimas y capacitación a profesionales, la Fundación es reconocida públicamente por su Observatorio de Femicidios “Marisel Zambrano”. La estrategia de elaborar un informe anual de femicidios para visibilizar el tema y exponer tanto la falta de estadísticas como de políticas públicas eficientes, fue un gesto audaz para el año 2009, cuando apenas un grupo de personas entendía ese concepto, hoy parte de nuestro vocabulario cotidiano.
Durante más de diez años, Fabiana Túñez y Ada Rico, su compañera, llevaron adelante el proyecto de La Casa del Encuentro con el lema “feminismo popular entre todas las mujeres y con la sociedad”, una consigna que cuestionaba a la tradición ilustrada del movimiento feminista y la dicotomía teoría-praxis, acción-reflexión. Pero que al mismo tiempo, ponía en tensión aquellas definiciones ideológicas o clasistas de lo “popular”. Porque para avanzar en sus objetivos, no dudaron en establecer alianzas con actores de poder: partidos políticos de todos los signos, periodistas y medios, sindicatos y hasta la propia Embajada de Estados Unidos. Lo hicieron convencidas de que el único color de su lucha es el violeta.
El devenir de esa tensión es la llegada de Fabiana Túñez a la presidencia del CNM como parte de la gestión de Mauricio Macri. Una feminista popular en uno de los gobiernos más alejados de las tradiciones populares argentinas. Fabiana Túñez cambió su lugar de enunciación, su reconocimiento en el movimiento de mujeres y su carga de responsabilidad pública por el desafío de la acción, de hacer lo que antes demandaba, pero desde la pertenencia a una gestión que contiene visiones de género antagónicas a la de ella, y en la que no parece haber garantías para avanzar en el sentido que pretende.
En esta entrevista, cerrando su primer año de gestión, conversamos sobre el Plan Nacional 2017-2019, su visión sobre la justicia, el punitivismo y la importancia de un cambio cultural; sobre las marchas masivas y la creciente visibilidad de la violencia de género. También sobre sus (auto)críticas al movimiento de mujeres y la necesidad de un nuevo paradigma: un feminismo “que cuestione y no que las cuestione”, que hable con las mujeres y no para las mujeresLA GESTIÓN
¿Cómo fue el salto de la militancia a la gestión?
En mi gabinete son todas militantes como yo, algunas compañeras de la Casa del Encuentro y profesionales capacitadas en la temática, abogadas, psicólogas. Cuando recibí el Consejo, tuve que subejecutar el 40% del presupuesto, porque no se había ejecutado, eso me dio mucha bronca. El 10 de diciembre ya no tenés tiempo para ejecutar. Y ahí te das cuenta lo que no se hizo. A esta altura del año ya estoy sobrejecutando presupuesto. Uno de los primeros objetivos que nos pusimos como equipo fue diseñar el Plan Nacional para la Erradicación de la Violencia de Género. Eso fue presentado el 26 de julio. Lo que había antes era un resumen de gestión ampliado, nada más. Además, vos no podés presentar un Plan 2014-2016, en 2015, sin presupuesto, nada. Por eso, lo primero que hicimos fue partir de foja cero, armar el Plan que fue presentado por el presidente en julio, en casa de gobierno. Se trata de un Plan 2017-2019. Que está validado por cincuenta organismos de los diferentes poderes.
¿Y el presupuesto actual alcanza? Porque esta gestión tiene subejecución en áreas muy sensibles
Sí, tiene subejecución cuando vos no gestionás. Yo tenía un presupuesto aprobado el año pasado de 16 millones de pesos. O sea, nada.¿Y para 2017?
El proyecto, con media sanción en Diputados, aumentó el 32% el presupuesto del Consejo, y se le da 47 millones de pesos para las partes del Plan. Estamos muy satisfechas con eso porque nos permite cumplir con muchas metas del Plan. Hay elementos que dependen de otros ministerios. Por ejemplo, las tobilleras dependen del Ministerio de Justicia.
“Erradicar la violencia tiene que ser política de Estado, tenés que tener las herramientas de la ley, tenés que tener presupuesto; y un fuerte trabajo de reformas educativas, que se está planteando dentro del Plan. Estas reformas educativas se van a empezar a implementar en el 2018 en jardín, primaria y secundaria, y se está firmando un convenio con la UBA para incluir en la materia “Sociedad y Estado” la perspectiva de género”.Cuando empezás a analizar ministerio por ministerio, las partes del Plan que le corresponden a cada ministerio y se suman al presupuesto general, estamos realmente satisfechas. Creo que va a salir algo bueno. Además pusimos un monitoreo de medio término en 2018, con lo cual vamos a ir viendo la evolución, el cumplimiento de las metas.
¿Qué aspecto del Plan se priorizó?
La prioridad es todo.
Claro, pero es tan ambicioso…
Si pretendemos que el Plan baje los femicidios de un día para el otro, sabemos que no va a pasar. Lo que sí es cierto es que ahora hay un plan estratégico, que entiende la realidad de las provincias. Porque hasta ahora no había un trabajo profundo con las provincias. Los recursos se bajan territorialmente, no es que quedan acá, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y por eso estamos logrando adhesiones al Plan con cada uno de los gobernadores. Sabemos que en un país federal la clave está en que las provincias lo apliquen. El Plan tiene prioridad en asistencia integral, prevención, capacitación y cambios en la justicia. Por ejemplo, ya está a la firma la reglamentación del patrocinio jurídico gratuito. Se calcula que ya para el 2018 va estar en vigencia en todas las provincias, que tiene que ver con la creación de fueros especializados; la creación de 36 hogares refugio, mientras estoy terminando 25 que estaban demorados desde hacía tres años. También cambió el paradigma: del “refugio” al “hogar de protección integral”. La capacitación de los trabajadores de los hogares corren por cuenta del Consejo, con lo cual estamos garantizando una línea de abordaje con una mirada de género realmente interesante. Son trabajadores sociales, psicólogas y abogadas, con un mismo protocolo de actuación definido acá. Se los está capacitando con una mirada de género, que es muy diferente. Porque una de las cosas que vi cuando empecé a recorrer los refugios es que eran más depósitos de mujeres que espacios de fortalecimiento.
Hablabas de lo federal, ¿cuán diversas son las realidades en el país en términos de violencia de género?
Quienes militan o están acá, en la Ciudad de Buenos Aires, tienen una mirada muy distinta a lo que efectivamente pasa en las provincias. Nosotros estamos haciendo un verdadero trabajo federal. Por ejemplo, el Consejo Federal de las Mujeres no se reunía nunca. En lo que va de los diez primeros meses de gestión, ya tuvimos cinco reuniones con la presencia de las 24 referentes de género de cada una de las provincias. Salvo la primera, en vez de hacerlas acá, en la ciudad, se hicieron en las provincias. Ese Consejo Federal acaba de aprobar, por primera vez, un reglamento interno de funcionamiento, que está contenido en la ley 26.485, pero no se cumplía. Era lo que yo pedía cuando estaba en la sociedad civil. Lo primero que hicimos fue agarrar la 26.485 y ver cuáles artículos no se cumplían porque cuando vos luchás contra la violencia de género, no lo hacés con una sola herramienta, sino con una multiplicidad. Por eso erradicar la violencia, primero, tiene que ser política de Estado; segundo, tenés que tener las herramientas de la ley; tercero, tenés que tener presupuesto; cuarto, un fuerte trabajo de reformas educativas, que se está planteando dentro del Plan y creo que es lo más ambicioso. Estas reformas educativas se van a empezar a implementar en el 2018 en jardín, primaria y secundaria, y se está firmando un convenio con la UBA para incluir en la materia “Sociedad y Estado” la perspectiva de género. Y en las carreras, especialmente de trabajo social, medicina, abogacía y psicología, se va a incluir la temática como materia de grado y no como posgrado.¿Algunos de esos objetivos no estaban en el Programa de Educación Sexual Integral?
Sí, eso continúa. El tema es cómo hacemos para poder poner foco más allá de la educación sexual integral que obviamente involucra la perspectiva de género. El problema es que no se especializa a los profesionales en la temática específica del abordaje de la violencia de género. Cuando yo estaba en la Casa del Encuentro, cada profesional que venía a hacer voluntariado tenía que pasar por tres o cuatro meses de capacitación. Una cosa es tener la mirada de género, y otra cosa es conocer el abordaje de una víctima de violencia de género, una víctima de trata. Son abordajes interdisciplinarios diferentes. Lo que se busca es aumentar, amplificar lo que ya está en la Ley de Educación Sexual Integral, y hay que hacer un esfuerzo muy grande para que se cumpla en las provincias. Porque hay razones objetivas que tienen que ver con una cuestión cultural. No es falta de decisión política, somos un país federal y tenés que lidiar con cada una de las provincias. Y éste es un grave problema que tenemos. Habrá que seguir trabajando. Hay una cuestión de pauta cultural, de presión de diversos sectores para que la ley no se cumpla. Lo importante es que esto no salió del eje de trabajo, de los lineamientos del Ministerio de Salud ni del Ministerio de Educación, porque es la única forma de seguir insistiendo.
Pero también hubo en este año programas claves afectados, el propio programa de salud sexual integral o la unidad fiscal especializada en género
Hubo cambios de autoridades…
Entonces, ¿hay distintas miradas en esta gestión sobre cómo abordar el problema de género?
Sobre la Unidad, salió Garavano a aclarar que no se desarmaba. Además, se van a crear los fueros especializados en cada una de las provincias, mucho sentido no tenía que desapareciera lo que estaba.“La solución es un cambio de paradigma cultural y eso está planteado fuertemente en el Plan. Al violento, por más que le metas veinte años de prisión va a seguir matando. El tema es cómo hacemos para cambiar el paradigma cultural, educar hombres y mujeres para que en la edad adulta no lleguen a generar este tipo de sociedad desigual, violenta, sexista, machista. Porque cuando hablamos de machismo no sólo hablamos de los varones sino también de las mujeres”.¿Y hay facilidad para articular la acción entre ministerios?
El Plan que armamos fue validado por más de cincuenta organismos, donde estaba el Ministerio de Educación, el Ministerio de Salud, estaban todos los ministerios. El Plan tiene una mirada de género y no hubo cuestionamientos.
Pero por ejemplo, durante la gestión de Esteban Bullrich en la ciudad costó mucho la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral
Sí, ¿y en las demás provincias? No es de ahora. Si decimos ahora, también digamos antes. Porque el CNM antes existía. Hoy vos sabes quién es la presidenta del Consejo. Hoy levantás un teléfono y la presidenta te contesta. Antes, ¿alguien te atendía? Lo nuestro es voluntad política y trabajo. Y poner el cuerpo. Hablar y dialogar. Trabajar con los equipos de cada uno de los ministerios. Así salió el Plan. Por eso también pusimos una cláusula de monitoreo, para ir viendo cómo evoluciona cada una de las 69 medidas, 137 acciones del Plan. Porque es lógico que si presentás un plan empieces a fijarte metas y viendo qué se cumple y qué no, y qué sirve y qué se tiene que modificar. Cuando vos planificás algo puede ser que algunas de las medidas no sean demasiado efectivas. Entonces, tenés la posibilidad, a partir del monitoreo, de modificarlo. Creo que éste es el eje central de este Consejo. Lo que queremos es elevar la vara para que el próximo plan no pueda ser menos que éste. En este marco de negociación, nosotras generamos un plan donde la mirada de género está garantizada. En todos los gobiernos tenés diferentes miradas, también las había en el gobierno anterior. No es lo mismo Alicia Kirchner que otra gente, y lo pongo con nombre y apellido porque me hago cargo de lo que digo y porque lo padecía. El tema es cómo el organismo rector de políticas públicas de género se planta desde una posición política. Este organismo hoy tiene más visibilidad. La realidad es que tanto la ministra de desarrollo social, Carolina Stanley, como el jefe de gabinete, Marcos Peña, han colaborado para que realmente esta gestión pueda llevar adelante determinadas cuestiones. Sabiendo de dónde vengo yo, que soy feminista. Como en todos los partidos, hay gente que está a favor y otra en contra de algunas posturas feministas. Y sin embargo, me han dado vía libre. Porque el plan lo hicimos nosotras y después lo llevamos a la validación.LA JUSTICIA, LA POLICÍA Y EL RIESGO PUNITIVISTA
¿Qué te parece que está pasando con la violencia de género, con la masividad que está adquiriendo el tema? ¿Es correcta la estrategia declamativa?
Me parece muy bien. Es positivo cuando logramos mayor amplificación y concientización de la sociedad acerca de lo grave que es la problemática. Cada vez que hay una movilización aumenta la cantidad de llamadas a la línea 144. Un promedio del 30 por ciento son mujeres que levantan el teléfono y piden ayuda por primera vez. Sin embargo, hay una continuidad de los femicidios. Una mujer muere cada treinta horas en los últimos ocho años y eso es grave. A eso apunta el Plan, a que bajen. Pero también es cierto que han aumentado la cantidad de llamadas: estamos en casi 17 mil llamadas mensuales. Quiere decir que en 17 mil casos estamos llegando antes y con más herramientas. Por ejemplo, la línea 144 ahora tiene un equipo de seguimiento que antes no tenía. Una mujer llama y enseguida se pone un equipo interdisciplinario. Eso permite dejar de ser un call-center para ser una línea de ayuda. Otro de los cambios que estamos haciendo es que se amplíe la línea con 52 operadores más en provincia de Buenos Aires. Cuando la llamada se demora más de tres minutos, automáticamente vuelve a nosotros, el llamado no se pierde nunca. Lo que ha cambiado además es la calidad de la llamada. Antes era “ah, bueno, sí, está bien. Puede ir acá, puede ir allá”. Y nunca más supiste nada de esa llamada. Hoy por hoy una mujer llama, y al día siguiente se la llama para ver si los recursos que le dieron sirvieron. Porque ahora hay un mayor nivel de trabajo articulado con las provincias. Tenemos en claro qué dispositivos funcionan y cuáles no.¿Y con la justicia y la policía?
Eso está planteado en el Plan como un gran desafío. Tiene que ver con la capacitación de las fuerzas de seguridad y con la justicia. Highton de Nolasco reconoció el problema grave que tenemos con la justicia. Otro aspecto grave es que conviven en la justicia dos leyes: la ley de violencia familiar y la 26.485. Los jueces de las provincias se aferran a la ley primera, no conocen o no les interesan la 26.485. Esa es otra pelea que estamos dando en conjunto con la Corte Suprema de Justicia para que los jueces conozcan la ley 26.485 y también las fuerzas de seguridad. Que entiendan lo que significa el agravante por violencia de género, porque no están caratulando con el agravante. Hay un montón de trabajo por hacer. Todo es lo prioritario.Por eso profundizamos el tema de la línea 144. Por eso ahora se van a hacer convenios con los 911 de cada provincia para que la operadora del 144 sea la que pida el móvil mientras se hace la contención telefónica con la víctima, hasta que llega el móvil policial. Otro tema importante es el de las tobilleras, eso también lleva un gran trabajo. Las tobilleras desde el punto declamativo era muy bueno, pero el tema es que había que consensuar que no fueran declaradas inconstitucionales. Para eso hubo una reunión con la corte, en enero de este año, para explicarle en qué consiste y se acordó que no va a ser inconstitucional.¿Por qué inconstitucional?
Porque hay dos bibliotecas. Una dice que no se puede generar una medida de restricción cuando la persona todavía no fue encontrada culpable. Es una clara cuestión garantista. El tema es que por el otro lado, hay otra biblioteca que dice que hay que priorizar el derecho de la víctima. La Corte optó por la última.
Esa es una tensión que hay en el feminismo: una postura garantista y una que aspira a más figuras penales, ¿qué pensás de esa tensión?
Yo sigo siendo garantista. Pero garantista también es la víctima. Sigo siendo garantista cuando aplican el SAP (Síndrome de Alienación Parental) a las mujeres para sacarle la tenencia de sus hijos. Es un argumento falaz, inexistente, que intenta imponer el sistema patriarcal judicial para decir que la reacción de los niños es producto de todo lo que la mujer le va metiendo en la cabeza. Otro de los temas que están dentro del Plan en el área de justicia es que no puede seguir existiendo un divorcio entre la medida cautelar y el régimen de visitas. Si hay una medida cautelar de no acercamiento, tal como lo dice la ley 26.485, se tiene que extender la protección a los niños y a las niñas. Hasta tanto cese la situación de peligro. En este punto no sé si cabe el tema del garantismo o no garantismo. Si hay una medida cautelar desde el Estado tenemos que hacer todo lo posible para que el agresor no llegue a matarla y en este sentido la protección es a la víctima.“Costó mucho trabajar el paradigma hacia el interior de los equipos de género en cada provincia. La construcción de hogares refugio, su mantenimiento, dependen del presupuesto que todos pagamos. El hogar es de todas y es de las mujeres, no del gobernador ni del intendente. Cuando hablamos de política integral, hablamos de esto. De patear el país, de ver cuál es la realidad, cuáles son los desafíos, ver con qué material humano te encontrás”.¿Para vos entonces no hay un riesgo punitivista?
No, y además no creo que esa sea la solución. La solución es un cambio de paradigma cultural y eso está planteado fuertemente en el Plan. El violento, por más que le metas veinte años de prisión va a seguir matando. El tema es cómo hacemos para cambiar el paradigma cultural, educar hombres y mujeres para que en la edad adulta no lleguen a generar este tipo de sociedad desigual, violenta, sexista, machista. Porque cuando hablamos de machismo no sólo hablamos de los varones sino también de las mujeres.¿Perdimos tiempo? Sí, perdimos seis años porque no hubo Plan. En seis años vos ya podrías estar en la mitad de la escuela primaria. Hay que mirar para adelante, no podemos decir que el Plan es mágico. No sólo depende del Estado. Necesitamos que la sociedad se apropie del Plan y que lo exija a las distintas provincias.
Eso es lo más difícil, ¿no? Empoderar a la propia sociedad.
Por eso yo creo que las movilizaciones ayudan. ¿En el “Ni una menos” qué se pedía? El Plan. Lo pidió la sociedad. A esa sociedad movilizada hay que explicarle: “esto es el Plan”. No desde el punto de vista abstracto, que les gusta a las académicas. El Plan significa que va a haber tobilleras, que por primera vez se va a monitorear al agresor en tiempo real con esa tobillera, que el tipo puede ser detenido inmediatamente. Que esa tobillera y esa violación de la medida se incorporan inmediatamente a la causa. Que eso implica el agravamiento de su conducta. Y que por otro lado vamos a darle un aplicativo a la mujer que tiene la medida cautelar. Así estoy reduciendo la posibilidad de que el agresor llegue a la víctima. Como Estado tengo que tratar de garantizar todas las herramientas para evitar que el tipo llegue. Hoy la medida cautelar es nada más un papel, y la mujer tiene que ir a la comisaría y avisarlo. Con la tobillera, la mujer no tiene que hacer nada. Y si él se la quiere cortar se toma como violación de la medida cautelar. Ahora se están haciendo las pruebas piloto, para adecuar toda la cuestión tecnológica. Todos los detalles, que parecen mínimos, tienen que ver con la implementación de la política de fondo. El Plan significa hogares de protección integral. ¿Qué voy a encontrar ahí? ¿Hogares, como los que encontré, donde se ponían víctimas de trata, víctimas de violencia, mujeres en situación de calle? Había que hacerles entender que no se trabajaba así, porque si yo mezclo todo termino no solucionando nada. Por eso en los hogares de protección integral la mujer va a recibir asistencia integral e interdisciplinaria, va a recibir fortalecimiento, capacitación, entendiendo la capacitación en función de las realidades que hay regionalmente. Yo no puedo capacitar igual a mujeres que viven en el sur, que a aquéllas que viven en el NOA o en el NEA. Tengo que tomar la realidad económica de esa zona para poder darle a esa mujer una capacitación que después le permita desarrollarla. Otra cosa importante es que cambió la idea de “el refugio es mío”. Si necesitábamos trasladar a una mujer a otra provincia por una cuestión de seguridad y porque ella lo pedía, del otro lado me contestaban: “Ah, ¿Pero cuántos hijos tienen?” Si respondía que tenía cinco me contestaban: “me quedo sin lugar para las mías”. Las “mías”. Costó mucho trabajar el paradigma hacia el interior de los equipos de género en cada provincia. La construcción de hogares refugio, su mantenimiento, dependen del presupuesto que todos pagamos. El hogar es de todas y es de las mujeres, no del gobernador ni del intendente. Cuando hablamos de política integral, hablamos de esto. De patear el país, de ver cuál es la realidad, cuáles son los desafíos, ver con qué material humano te encontrás.
Recién decías que los femicidios se mantienen, ¿cómo saberlo sin estadísticas?
Es el mismo promedio hace ocho años, según los datos de la Casa del Encuentro. Hablamos de promedio porque hay meses que se dispara y meses que hay menos. No es cuestión de contar ganados, estamos hablando de vidas y de historias. Cuando vos hacés el promedio estamos en una mujer cada treinta horas y es grave, es lo que tenemos que modificar. Hay que pulir las estadísticas oficiales que están empezando a aparecer. Porque la Corte (trabajando junto con la Secretaría de Derechos Humanos, el INDEC y el Consejo) tiene un nivel de medición y estamos viendo cómo mejorarlo. Las provincias no mandan la información porque todavía no hay el concepto de lo que significa “femicidio”. Hay que hacer todo un trabajo para que esos expedientes pasen a formar parte de la estadística. Para eso hay que trabajar provincia con provincia y decir “el femicidio es el asesinato de una mujer en el contexto de….” Hay que hacer docencia para tener una estadística fiable.¿El Consejo va a abordar otros temas, por ejemplo, aborto?
Aborto tiene que salir por ley. No depende del Ejecutivo, depende del legislativo. Todos estos años lamentablemente…
“Hasta donde me da el cuerpo y la vida estoy tratando de abordar los temas que para mí han sido fundamentales a lo largo de mi militancia feminista. Hay millones de cosas, y bueno, le tocará a la que sigue. ¿Cuántos años pasaron para que el Consejo Nacional de las Mujeres tenga una feminista?“También depende de que el Ejecutivo presente una propuesta
Sí, el anterior gobierno no presentó, este gobierno tampoco. Ni Scioli ni Massa lo tenían en agenda. Esto es algo que se tiene que debatir en el Congreso y para eso el trabajo que se viene haciendo desde hace años desde el movimiento de mujeres, movimiento feminista. Bueno, yo desde este lugar no puedo trabajar una política pública que todavía no es ley.
¿Pero sí en una propuesta de ley?
Si el Presidente hubiese planteado eso, sí obviamente. No depende del Consejo. No le exijamos a la presidenta feminista lo que no exigimos cuando había otra compañera, ¿no? Una cuestión de sororidad. Yo se lo digo a todas mis compañeras del movimiento. Yo tengo esta prioridad porque están matando mujeres, porque están matando travestis. Obviamente que hay un montón de desafíos. Ahora si pretenden que yo en un año pueda abordar todos los desafíos, ¡chicas! Estamos trabajando en todo lo que marca la ley: violencia mediática, simbólica, obstétrica.
Y qué pasa con otros temas que no tienen tanta visibilidad, pero que llevan años en tensión, por ejemplo, el debate sobre trabajo sexual.
Nuestro país es abolicionista. Lo fue antes y lo sigue siendo ahora. Lo que sí estamos incluyendo dentro del plan a las mujeres trans, a las mujeres en situación de prostitución, que antes no estaban incluidas. Hemos tenido reuniones con las mujeres que se autodenominan trabajadoras sexuales, buscando las obligaciones del Estado: facilitar el acceso a educación, el acceso a programas de vivienda, la derogación de los edictos. Hay un montón de temas donde el Consejo puede trabajar, puede colaborar, y de hecho hay decisión política de hacerlo. Pero somos un país abolicionista. Para mí, el destino de ninguna mujer ni de ninguna persona tiene que ser la explotación, ni la violencia de género. No estamos diciendo que las enemigas sean las trabajadoras sexuales. Es un tema de agenda. De hecho, se amplió el trabajo del Consejo Federal de trata. Me eligieron como coordinadora, un trabajo ad honorem aclaro. Hasta donde me da el cuerpo y la vida estoy tratando de abordar los temas que para mí han sido fundamentales a lo largo de mi militancia feminista. Hay millones de cosas, y bueno, le tocará a la que sigue. ¿Cuántos años pasaron para que el Consejo Nacional de las Mujeres tenga una feminista?
¿Y qué significa esa diferencia?
Una mirada de género que no había. Una forma de trabajar la temática desde una mirada feminista. De cómo se atiende a una mujer: si la mujer necesita cinco minutos se le atiende cinco minutos, pero si necesita 15 o 20, se la atiende 15 o 20. Es una mirada que entiende lo que significa esa llamada para una mujer. El Consejo tenía trabajadores maravillosos totalmente desaprovechados. Llegamos nosotras, hicimos una encuesta interna, para ver el nivel de satisfacción, cuáles eran los objetivos, sus motivaciones, sus obstáculos, sus desafíos personales. Eso nos permitió tener un mapa donde empezamos a colocar a cada uno de los trabajadores donde querían estar y donde obviamente hacen un trabajo maravilloso. Eso también significa tener una mirada feminista, una mirada feminista sobre cómo se trabaja con los trabajadores del Consejo. El buen trato, la no violencia, la no discriminación. Por eso hay una motivación distinta, hoy ves a todos los trabajadores del Consejo con la camiseta. Yo les dije: “el único color que tengo es este, el violeta”.“El feminismo popular se construye con las mujeres y con la sociedad; se construye desde un lugar donde las mujeres puedan identificarse con el feminismo, donde puedan ver que no es una burbuja, no es sectario, no es todo el imaginario. En parte el sistema patriarcal nos hizo mala prensa, y en parte tenemos que hacer esta autocrítica: las feministas tenemos que empezar a cambiar el paradigma de la comunicación, de cómo construimos feminismo”.¿Y se volvieron todos feministas?
Casi, casi. Aún los más resistentes. Yo les dije “no vengo a echar a nadie” y obviamente nadie me creyó. En realidad, para echarlos tendrían que ser planta permanente o transitoria, y no lo es ninguno, incluso los que vienen trabajando hace más de diez años. Plantas permanentes hay cinco, todos los demás fueron precarizados durante todos estos años. Hoy por hoy, esos trabajadores se encuentran con una presidenta que viene a trabajar a la mañana, se va a la noche, saluda, se para y dice “che, qué te pasó”.Se encontraron con una presidenta con la puerta abierta, la gente entra y los trabajadores dicen “a mí se me ocurrió tal cosa”. Se encontraron con un Consejo realmente de puertas abiertas. No sólo hacia afuera, sino hacia adentro. Eso también marca una diferencia entre una gestión feminista y una que no lo era.FEMINISMO POPULAR
¿En qué consiste esa idea que defendieron siempre desde la Casa del Encuentro?
Mi concepción del feminismo popular la estoy mostrando en mi gestión. Yo me siento con los organismos internacionales y les planteo, además de la agenda que se propone, la realidad de mi país: cómo las mujeres originarias son violadas en las fiestas del poder, cómo las mujeres en prostitución son asesinadas y nunca se encuentra el culpable, la situación de las mujeres migrantes, la situación de este federalismo que tenemos. Cuando estoy en una actividad en La Plata y se acercan unas compañeras a pedir una reunión, voy y las escucho. Hago un feminismo popular yendo a los hogares refugio desde el primer día de mi gestión, cuando me siento con el intendente nuevo pero de otro color político y le digo “mirá, tenemos continuidad jurídica. El Estado Nacional a ustedes les pagó el 100% del refugio y no hay nada. ¿Qué hacemos? ¿Devolvés la plata? Si me preguntas a mi te digo hacé el hogar, y si te falta plata vemos de qué manera…”. Y nos ponemos de acuerdo. Y voy a los dos meses y hay un 30% de avance de obra. Cuando voy a estos grandes eventos muy renombrados y hablo desde un feminismo popular. Cuando les hice poner a todos los funcionarios una tirita violeta en casa de gobierno.¿Qué está pasando con el feminismo? ¿Por qué una mujer que va a una marcha como Ni una menos no se reconoce como feminista?
Me gustó que me preguntaran por el feminismo popular porque se construye con las mujeres y con la sociedad; se construye desde un lugar donde las mujeres puedan identificarse con el feminismo, donde puedan ver que no es una burbuja, no es sectario, no es todo el imaginario.“Cuando vas a trabajar en los barrios, los asentamientos, las provincias, tenés que hablar con las mujeres y no para las mujeres. Si voy a un barrio popular y empiezo a hablar de la deconstrucción del patriarcado, de la misoginia, las mujeres no me van a entender. Porque además de nuestro discurso que es anti-sistema, estamos hablando en contra de los violentos, no de todos los varones. Creo que falta un discurso mucho más inclusivo, menos clasista”. En parte el sistema patriarcal nos hizo mala prensa y en parte tenemos que hacer esta autocrítica: las feministas tenemos que empezar a cambiar el paradigma de la comunicación, de cómo construimos feminismo. Lamentablemente, cuando nosotras desde la Casa del Encuentro empezamos a plantear la idea de feminismo popular, algunos sectores nos criticaron fuertemente. Pero cuando vas a trabajar en los barrios, los asentamientos, las provincias, tenés que hablar con las mujeres y no para las mujeres. Es un lugar muy diferente desde donde te paras. Si voy a un barrio popular y empiezo a hablar de la deconstrucción del patriarcado, de la misoginia, las mujeres no me van a entender. Porque además de nuestro discurso que es anti-sistema, estamos hablando en contra de los violentos, no de todos los varones. Pero falta aclarar este pequeño detalle. Yo voy a dar una charla y aclaro que sólo me estoy dirigiendo a aquellos varones violentos, no a aquellos que no lo son. Porque los que no son violentos son nuestros socios, nuestros compañeros y con ellos tenemos que construir una sociedad diferente. Creo que falta un discurso mucho más inclusivo, menos clasista. Porque aún esos sectores que se dicen más de izquierda y progresistas, mezclan las cosas. No es lo mismo ser una feminista que pertenece a un partido político, que ser una militante de un partido político que se dice feminista.
¿Por qué?
Por las agendas. Si el enemigo es el capitalismo y después el patriarcado, no es lo mismo. El sistema patriarcal es anterior al sistema capitalista. Cuando vos sos militante feminista dentro de un partido político vas marcando agenda dentro del partido político. Cuando sos militante de un partido que se dice feminista, los partidos nos marcan la agenda de todo el movimiento feminista. Hace bastante que viene pasando esto. Por eso en los Encuentros Nacionales de Mujeres tenemos serios problemas. Porque ahí se dan claramente las dos visiones. Entonces, estás en una comisión, alguien está contando lo que le pasa, que fue violada, o cualquiera de las barbaridades que una puede escuchar ahí, y entra una compañera y dice “compañera tenemos que discutir el plan de lucha”. Y a esa pobre mujer que empezó a abrirse, ¿alguien la escuchó? ¿la escuchó la feminista tradicional? ¿la escucho la feminista del partido político? No. Me parece que tenemos que replantearnos esto. Como feministas no podemos permitir ir a una escuela pública y dejarla toda pintada. Porque a la escuela pública ¿quién va, compañeras? Los hijos de las trabajadoras, de los trabajadores ¿Eso es feminismo? ¿Eso qué es? Porque después las feministas de esos lugares se tienen que bancar que “eh, las feministas son todas iguales, sectarias”. Ese no es mi feminismo. No lo fue, no lo es, ni lo será. Creo que dentro del feminismo nos debemos un debate de volver a poner en foco la agenda feminista. Cada vez que se quieren imponer agendas externas al feminismo, hay que empezar a decir “compañeras, hagan su camino dentro de los partidos políticos, ayuden a deconstruir el patriarcado, fíjense qué les pasa si los referentes de sus partidos o por qué la política de los partidos termina siendo definida por varones”. Estoy hablando de todos los partidos. El feminismo se debe un debate interno para empezar a focalizar a quién le queremos hablar.“Hay feministas académicas que son unas diosas como Diana Maffía o Dora Barrancos. Son mujeres que una las escucha y aprende. Cuando yo hablo con las mujeres, desde el llano, veo cómo adapto la teoría. Pero cuando yo hago, acciono, también estoy generando teoría. Cuando se ninguneaba el trabajo “de base” que es el que hizo y sigue haciendo la Casa del Encuentro”.¿Puede un movimiento transversal generar ese cierre?
Yo veo los actos, el cierre de los actos, el de Ni una menos, el del paro de mujeres. ¿Cuánta gente escucha el comunicado? ¿Qué nos pasa? Porque la gente no se movilizó por esa proclama, la gente se movilizó por los femicidios. Punto. Ponete en un lugar y decí “estamos contra los femicidios porque el sistema machista…” La gente se va a quedar, va a decir “ah, mirá las feministas”.Las feministas tenemos un problema, nos reunimos a discutir y tardamos dos meses en definir un documento y quién lo lee. Y nos lo leemos a nosotras mismas. Nos estamos equivocando con la comunicación.
¿La masividad no muestra que hay un quiebre en ese “hablarnos a nosotras mismas”?
Sí, pero todavía seguimos con el síndrome de subte: “ay qué lindo lo que dijiste, ¡de acuerdo compañera, la revolución y el capitalismo y el patriarcado! Bravo, bravo” “O ¿cómo compañera va a hablar de uno, cómo va a decir nosotros?” Chicas, bajemos un cambio. Vayan a recorrer las provincias, los pueblos, para fijar prioridades. Está todo bárbaro con las teorías pero cuando el feminismo pueda llegar a esas mujeres ahí vamos a tener un feminismo. Ojo, yo no desacredito al feminismo académico que nutre al feminismo, creo que tiene que haber una alianza entre el feminismo académico y el feminismo popular. Pero también es cierto que el feminismo popular hace teoría con el trabajo.
¿Y al revés, el feminismo académico piensa lo llano?
Totalmente. Es que para mí tienen que ir juntos. Es cierto que hay feministas académicas y feministas académicas. Hay feministas académicas que son unas diosas como Diana Maffía o Dora Barrancos. Son mujeres que una las escucha y aprende. Cuando yo hablo con las mujeres, desde el llano, veo cómo adapto la teoría. Pero cuando yo hago, acciono, también estoy generando teoría. Cuando se ninguneaba el trabajo “de base” que es el que hizo y sigue haciendo la Casa del Encuentro.¿Hay una pata académica en el Consejo? ¿Qué influencia tiene?
Sí. Hemos hecho jornadas de capacitación interna. Nos vino bien.
¿Hay conceptos, como el de heteropatriarcado, que terminan vacíos de contenidos?
Se trata de ver qué pasa cuando salís de tu lugar de comodidad. No es que yo no pueda hablar ni de misoginia, ni de patriarcado, ni de sistema prostituyente. Puedo hablar con ese contenido pero considero que es doble trabajo. La primera vez que fui al barrio Matheu, es un barrio vulnerable y estuvimos hablando con todas las mujeres. Después de una jornada habíamos hecho unos sanguchitos, un mate, y de pronto desaparecieron. Se habían ido a colgar las banderas, estaban colgadas del alambre de púa colgando la bandera feminista. Yo no había hablado en todo el tiempo, ni siquiera la palabra feminista había mencionado. Pero previamente a eso habíamos hecho una jornada donde había llevado un regalo, un lienzo violeta. Y me preguntaron qué significa el color. A lo que dije “es el color de la lucha de las mujeres”. No dije del feminismo. Esa bandera, ese lienzo -no voy a decir de qué organización es- todavía lo sigo viendo en las marchas porque es el mismo que pintaron mujeres. Lo digo y me emociono. Ahí entró el feminismo y de a poquito esas mujeres fueron entrando en el concepto de la lucha feminista. Para mí, eso es el feminismo. El que transforma la vida de las personas, de las mujeres. El feminismo que cuestiona, no que las cuestiona. Tenemos que empezar a replantearnos estos temas. Y no es fácil.¿Cuánto tiene que ver la reacción patriarcal con esa radicalización feminista?
Mucho. Pero también es cierto que no era lo mismo ser feminista en la década de los setenta, donde había que ser aguerrida, que ser feminista hoy, que aún el patriarcado está vivo, pero hay otras posibilidades. ¿Por qué en el movimiento feminista no hay jóvenes? Hay jóvenes de los partidos políticos dentro del movimiento, pero no hay militantes feministas.“Lo partidario es un escollo. Cuando nos matan, no nos preguntan de qué partido somos, y el que nos mata es de todos los partidos. Por eso en la Casa del Encuentro no se habla de política partidaria y por eso ha tenido una línea de conducta tal que articula con todos los sectores. La agenda es la de género”.¿Lo partidario es el problema?
Es un escollo. Cuando nos matan, no nos preguntan de qué partido somos, y el que nos mata es de todos los partidos. Por eso en la Casa del Encuentro no se habla de política partidaria y por eso ha tenido una línea de conducta tal que articula con todos los sectores. La agenda es la de género. La otra agenda, la partidaria, vos la vas a aplicar en el momento que vas a votar, en el que te gusta un candidato y vas a un acto de ese candidato. Ahora cuando discutimos la agenda de género ¿por qué tiene que atravesarse por el partido político? Si vos te quedas con un solo vidrio vas a ver una realidad de una forma distinta. Ahora si vos te ponés dos lentes violetas y mirás solo con el color violeta, las cosas cambian. Yo no critico a las compañeras que militan en un partido. Me encanta que haya muchas feministas dentro de los partidos políticos. Pero también me gustaría que el movimiento feminista sea un movimiento que pueda separar la paja del trigo. Por ejemplo, la ley de Paridad, la ley de Paridad se juntaron todas, de todos los partidos. Sino no sale. Como fue la ley de cupo, la de violencia, la de trata, la de matrimonio igualitario. Como fueron un montón de leyes que más allá de las decisiones políticas, hubo un acuerdo de género, hubo también algunos varones, pero era un acuerdo de género. La ley de divorcio si no la militaban las mujeres no salía. Cuando se discutió la 26.485 en el pleno, ¿sabés quiénes se quedaron a toda la discusión? Las mujeres. Sólo cuatro varones se quedaron durante todo el debate.
A las chicas que quieren empezar a meterse en el barrio con las mujeres ¿qué lugares tienen disponibles dentro del movimiento feminista?
Bueno eso es otro de los grandes problemas que tiene el feminismo. El feminismo no ha generado instancias territoriales concretas. Es todo vía mail. Está bien, es muy difícil sostener un espacio físico en el tiempo. No es fácil desde lo económico, ni desde lo emocional. Yo creo que lo importante es que las jóvenes se empiecen a organizar y a reunir en los bares, en las esquinas, no sé, en algún punto fijo. Pero que estén visibles porque hay mucho para hacer. Las feministas producen cambios, lo han hecho a lo largo de estos años. Porque todos estos logros son producto del movimiento feminista, no nos olvidemos. Todos estos logros que conté antes, absolutamente todos, fueron producto de la lucha feminista, incluso el Encuentro Nacional de Mujeres (ENM), porque inicialmente partió del movimiento feminista. Pero hay que dar un debate interno. Y para eso hay que sacarse la otra camiseta y ponernos, todas, los lentes violetas.“Entonces, ¿nos ponemos los lentes violetas o nos sigue pasando por encima el patriarcado? Porque el patriarcado está bien vivito. Mirá las listas de los partidos, ¿quién define las listas? (…) El poder del movimiento de mujeres es infinito, el tema es si vamos a perder el tiempo con otras luchas que no son las nuestras”.Pero, nuevamente, ¿qué herramientas tiene un movimiento compuesto de diferencias para excluir a una parte?
Bueno, el movimiento mismo tendrá que encontrar la manera de debatir internamente, con honestidad, empezar a establecer acuerdos, convenios. No puede ser que los ENM terminen siempre a las trompadas. Los sorteos en las marchas, poner a los compañeros que viajan a los Encuentros a hacer seguridad y vender el diario. ¡Dejate de joder!Son cosas que nos dejan mal a las feministas, nos quedamos mal cuando vemos cómo terminan los Encuentros. Yo insisto, la influencia externa puede más que la agenda feminista. ¿O por qué hay leyes que nunca llegaron a debatirse? Tiene que haber una tercera opción que es la opción feminista. Este es el tema. Puede haber partidos más de izquierda, más de derecha, más de centro y tiene que haber una opción que nos contenga, que nos una, que nos genere esta sensación de posibilidad de cambiar la realidad realmente.
¿En los partidos es una causa perdida?
Los partidos son el sistema por el cual la democracia funciona y mi lema es “democracia por encima de todo”. Pero estoy hablando de un movimiento social. La primera marcha que se hizo acá, un 8 de marzo, eran miles y miles de mujeres y era todo violeta. Después empezó a aparecer el color esmeralda. No está mal, es la diversidad, la pluralidad. Pero el eje, la agenda la tiene que marcar el movimiento social que lleva adelante la lucha. Entonces, ¿nos ponemos los lentes violetas o nos sigue pasando por encima el patriarcado? Porque el patriarcado está bien vivito. Mirá las listas de los partidos, ¿quién define las listas? ¿Quién compone la mesa chica? ¿Por qué se está peleando por la paridad? Evidentemente hay problemas. El poder del movimiento de mujeres es infinito, el tema es si vamos a perder el tiempo con otras luchas que no son las nuestras.¿Y tu propia pertenencia?
Es difícil, porque es verdad que me están viendo a mí al frente del organismo que responde al gobierno de Mauricio Macri. Pero también es cierto que dentro de este gobierno hay gente diversa. Y dentro de esa diversidad estoy yo. Esa es la diferencia, que hay de todo, en todos lados, en todos los partidos, hay gente progre en determinados partidos, hay gente que se dice que es progre dependiendo de cómo viene la historia. Yo creo que hoy por hoy el feminismo tiene la posibilidad real de empezar a hacerse, quizá en un principio se cierre un poquito para empezar a plantear cuál es el eje, cuál es la agenda, y a partir de ahí empiece a hablar.
¿Sería darle una conducción?
Lo que pasa es que hay, a mi criterio, una falsa idea de lo que es la horizontalidad. Porque la realidad es que el feminismo no tiene nada de horizontal. Andá a plantearle algo a las referentes históricas, a la mesa chica. También nos tendríamos que sincerar un poco con esta cuestión de la horizontalidad, en qué sentido y para qué. Yo coincido con este concepto de la horizontalidad, del debate, de los acuerdos, del consenso, pero parece ser que el consenso va de la mano de quién tiene el feministrómetro más alto, ¿y quién lo define? ¿Yo que recién empiezo, la otra que está hace 30 años? Entonces a mí me han dicho: ¿Feminismo popular? ¿No es muy demagógico lo que están diciendo? ¿Por qué usan la demagogia? O cuando se empezó a hacer el informe de femicidios en la Casa, nos cuestionaron cómo osábamos presentar un observatorio si éramos una organización de base. ¡Porque a ninguna se le ocurrió que había que poner el tema en agenda, que había que visibilizarlo! Y para eso había que mostrarlo y nombrarlo. Porque feminismo popular es explicar periodista por periodista qué significa la palabra. Cuando hablamos de esto, no hay que menospreciar, no hay que ningunear, hay que dejar un poquito de lado el prejuicio. Hay un montón de cosas que tenemos que cuestionarnos, eh. Porque es muy difícil. Yo lo padecí desde la Casa del Encuentro, me nutrí de grandes maestras a las cuales adoro. Si no hubiese sido por ellas no hubiese entrado al feminismo. Pero llegó un momento en el que empecé a crecer y hubo cosas con las que no estaba de acuerdo. Y jamás lo planteé con un nivel de descalificación, siempre reconocí a mis maestras, pero también veía que tenía que empezar a plantear otras cosas.¿Cambió tu mirada del feminismo en la gestión?
No, mi mirada no cambió, porque yo sigo mirando como feminista. Hay una gran mayoría del movimiento feminista que es totalmente sorórida, que prioriza que haya una feminista acá. Después hay algunas, que no son la gran mayoría, que hagas lo que hagas, van a tener algo para decir. Mi mirada del feminismo no cambió. Lo que me desespera ahora es que estoy afuera, porque estoy en una función de un Poder Ejecutivo y me encantaría dar el debate adentro. Plantear: compañeras, ¿qué nos pasa? No puedo hacer eso. Pero yo me desespero por eso. Sigo siendo feminista, nadie me lo va a sacar, pero lo veo un poquito más a la distancia y veo con tanta claridad cómo las actoras se van moviendo en función de determinadas realidades sin ver que estamos perdiendo un montón de tiempo. Desde la Casa del Encuentro, siempre trabajamos saludando lo que está bien, sin importar quién lo haga, y viendo de qué manera reclamar lo que falta. Esa es la función de la sociedad civil. Ahora tendría que pasar lo mismo, pero seguimos con el discurso para atrás. No hubo Plan durante 6 años, ya está, no lo hubo. Ahora, ¿de qué manera la sociedad sigue reclamando? Para eso hay que sacarse el click del prejuicio.
¿Puede, esta sensibilidad que se está generando en torno al género, modificar un poco al feminismo por dentro?
Ojalá. Ojalá porque el feminismo le puede hacer mucho bien a este cambio social que necesitamos. Es un actor fundamental, pero el debate lo tenemos que dar. Y yo digo debemos porque ahora no puedo, pero cuando vuelva a mi Casita, lo voy a dar.