Esta no es una entrevista objetiva, ésta es una entrevista de Amor, es la entrevista de dos fans enamoradas que se morían de ganas por conversar con su numen. Ella es poeta, actriz y cantante, y se autodefine como “Artista Trans Sudaca”. Es argentina, es latina, es nuestra. Y como ya lo dijimos, la amamos. Sus shows son transformadores, ojalá todxs pudieran verla. Porque con su arte ella transforma tu corazón, lo agranda, nunca vuelves a ser la misma persona. Susy se presenta el primer viernes de cada mes en Casa Brandon.

Nos citó en la Perla de Once, uno de esos días sorpresivamente fríos de octubre. Llegó puntual y divina como siempre. Y aunque ella es hermosa por donde la veas, una no puede evitar detenerse en sus ojos. Hay algo en su mirada que cautiva. Es una mirada intensa, apasionada. Es una mirada que abraza, que sonríe, que se incendia cuando habla. Pero sobre todo, hay que prestar atención a lo que dice.

Es así como, ansiosas por preguntarle tantas cosas, partimos de la pregunta sobre su formación

-Yo siempre empiezo señalando una diferencia con respecto a mis compañeras y a mis amigas. Y que claramente marca el lugar de marginalidad y desarraigo afectivo social en el que terminamos inmersas. Porque mi historia es una historia de privilegio, el privilegio de haber tenido primero a mi viejo y mi vieja que me han querido y que me han acompañado, me han abrazado. Que nunca han dejado de hacerlo. Eso me permitió crecer en todo lo que yo pude ser, quise ser. Probé, desandé y volví a intentar ser porque tuve ese abrazo primero, fundante, el que te da la papilla, te contiene. Porque caemos en estas casas heterosexuales que son las primeras que se desentienden de ese niñito, de esa niñita distinta. Terminar la primaria, la secundaria, tener el autoestima de ese abrazo es fundamental. Porque la falta de afecto, ese agujero, ese vacío que te deja ese padre y esa madre heterosexuales y abandónicos es lo que después vamos a buscar llenar toda la vida. Ese privilegio vino de la mano de otros privilegios, que tienen que ver con haberme acercado al arte desde los 14 años, con entrar en ese otro mundo donde todo lo raro es contenido. El mundo del teatro tiene muchos problemas, tiene mucho ego. Pero si hay algo que no tiene es el dedo acusador a todo lo distinto y a todo lo raro. Abraza eso raro, lo necesita, se nutre. Entonces yo no pude más que seguir fluyendo de esa niñez a esa adolescencia. Fluir, fluir y no dejar de fluir. Porque me dio la posibilidad de ese abrazo enorme, gigante y necesario.¿Cómo te construiste en la artista y música que conocemos como Susy Shock?

Vengo de una familia tucumana pampeana. Empecé, antes de los 14, bailando folclore, en un ballet. Ahí fue mi primera conexión con la música y con el arte. La danza folclórica me dio un concepto de lo grupal, que después fui llevando a mi forma de laburar, al teatro, a las canciones. Yo no me levanté un día y dije “ay soy Susy, me rebelé, un día cayó…no sé… un duende trans y me bautizó” (risas). Lo mío fue un proceso, como todo en mi vida. Siempre pido que se diga lo mismo: mi historia es mi historia. No es la historia de una persona trans. Porque, por ejemplo, a mí no me molesta que se busque mi nombre legal. Pero me parece un error suponer que frente a una persona trans se tiene el derecho de indagar en eso, que la persona niega, por los motivos que sea, quizás dolor, ni más ni menos. Eso está en mis libros también, está fusionando el niño que fui con la niña que quise ser. Pero yo tengo una licencia poética. Una licencia artística que me permite eso. Yo soy un hecho artístico también, mi oficio es el arte.

Además, a mí nunca me pesó nada de lo que era. Todo lo que fui siendo pude ser; la rareza que fui, fue abrazada. Pero también en la calle me ofenden. Entonces, hay como dos realidades. De hecho, a mí me pasó que la primera violencia constitucional fue la colimba. Un año donde tuve que forzarme a ser una masculinidad, que ni en mi casa, ni en mis afectos, ni en mi infancia, ni en mi adolescencia tuve que transitar.Para sobrevivir en ese mundo, en ese año, fui como alguien adentro de otra persona. Como en un traje, un vestuario.  Hay una performance de macho, de hombre, de soldado, súper explícita. Vos tenés que estar adentro de eso y no llamar la atención. No tuve la obligación de ser ningún tipo de varón, o transitar una masculinidad para ser querido. Pero ahí había una regla constitucional que castigaba. Esa fue la situación más violenta. Y yo ahí sentí, que eso no era yo. Nunca, nunca seré esto. Mi cuerpo no estaba preparado para eso. Ahí fue como la primera instancia fuerte de ese afuera violento, con todas sus reglas violentas que pasó por mi cuerpo. Queriendo domesticar mi cuerpo, cuando mi cuerpo tenía alas. Ahí hubo un punto de inflexión. Menos mal que me pasó a los 18, porque nunca más cedí ese espacio. A mí me quiso quien me tuvo que querer, me amó quien me tuvo que amar, me deseó quien me tuvo que desear, bajo las reglas de lo que yo era, siempre.

¿Cuáles son tus motivaciones para escribir, para componer, para actuar? ¿Cuáles son las musas que te motivan para salir y enfrentarte al público?

Más que un arte de lo que es, me gusta un arte de lo que debería ser. Para mí, hacer arte es hacer lo que quisiera ser. Me gusta ver algo que me proponga soñar, que muestre eso que hay que ir a construir. Para ver lo que es, tengo el noticiero, el documental. Cuando me instalo en una canción, en ese momento transito y quiero que quien este escuchando transite conmigo. Que vos, como espectador, ilumines zonas que ni te imaginás que tenés, y yo voy a estar iluminando las mías para que suceda. Algo que nos saque de esta realidad, de esta cosa básica, plástica, chiquita, desacralizada. Yo creo que hay algo de esto también en los medios de la virtualidad, que va desacralizando todo. Yo soy muy atea, pero creo en la ritualidad. Y creo en lo elevado, que todos tenemos una zona de belleza, esa cosa genuina, utópica. Y para mí el arte es entrar en esa zona. De lo otro está lleno, prendemos la tele y la vida es eso. Todo nos lleva a la burocracia, todo nos burocratiza ¿viste? Pavlovski decía que nos tornamos seres burocráticos cuando no jugamos, cuando no asumimos la locura, cuando no nos permitimos soñar más allá de lo que se ve. Es como la frase de tu libro: “Para dar luz…

¡Sí! Para dar luz, hay que prenderse fuego…

 ¿Y qué tipo de literatura te interesa?Yo soy muy teatrera. Empecé haciendo y leyendo mucho teatro. Y desde el teatro me fui acercando a la poesía. Y la primera poesía que leí era la de esos poetas súper idealistas, la poesía romántica. Porque claramente son seres bellos, que creían en un mundo mejor. A mí me formó la gente teatrera que es bella. Porque la gente teatrera cree en serio que, después de ensayar durante un año una obra, cuando la estrenás podés cambiar el mundo. Si vos tenés 15, 16, 17 años y entrás a ese mundo te maravilla. Marlen (Wayer) dice que las personas trans somos el primer objeto de arte a crear. Yo soy el primer objeto de arte a crear, y yo voy a cambiar para cambiar el mundo. Y a la vez, ser parte de esa utopía. De que hacemos una obra para que la gente salga mejor. Salga menos sola, se ría. Eso ya es enorme en este mundo desacralizado, este mundo rápido y desencantado.

Hace un par de años en un debate que hubo en el “Destravarte” sobre la Ley de identidad de género, se cuestionaba que está la ley pero la reglamentación es ambigua.  Y a partir de eso pensábamos en la persistencia de las estigmatizaciones sociales. Es como sucede con las personas que están presas y cuando salen a “insertarse” al mundo social no pueden porque llevan esa marca social. ¿Con el colectivo trans sucede algo parecido?

Sí, bueno, es que aparte somos presas. En muchos sentidos. Porque yo creo que el lugar común de la gente dice: “a vos te pasa lo que te pasa porque decidiste ir contra la naturaleza, contra lo que naciste”. Es como cuando los padres de un chico adicto dicen que el problema de su hijo es que se droga ¡No! Esa es la consecuencia, hay algo que pasa antes, que la sociedad no asume. La sociedad es la enferma. Mirá, yo vengo del teatro donde inauguré baños mixtos. El viernes que actué pasó algo muy interesante. Yo veía que las chicas seguían usando el antiguo baño de mujeres, pero ya no había más carteles de varón y mujer. Y me di cuenta de algo básico: sacaron los carteles, hicimos una ceremonia, yo corté la cinta, pero los mingitorios siguen estando en uno de esos baños. Y ese mingitorio, que es la heterosexualidad, es la que sigue rigiendo los cuerpos. Hay algo que sigue disciplinando nuestro cuerpo. Ese mingitorio no es inocente, tiene una forma y una funcionalidad, hecha desde la heterosexualidad que comanda y regula las formas de ser masculinos, hasta para mear. Nosotras venimos a poner en cuestión todo eso.¿Y eso que vienen a cuestionar tiene incidencia en las instituciones, por ejemplo, la universidad?

Yo viajo mucho por todas las provincias y siempre ando por las universidades. Pero a mí no me invitan las universidades. Es más, yo creo que las universidades ni se dan cuenta que estuve ahí. A mí me invita ésa o ése que está queriendo hacer el agujerito adentro de semejantes instituciones, de semejantes edificios. Esa es la alianza mía, ese es el espacio en el que yo entro, casi camuflada, de incógnito. Me voy y la academia ni se enteró que yo estuve. Ni los rectores, ni los profesores. Reconozco que hay una ventaja con respecto al activismo en el arte. Porque el arte aglutina a un montón de otra gente, y suma un montón de posibilidades.

¿Hoy mejoró el acceso a la educación superior de las personas trans?

Hay muchas más chicas hoy en la universidad, aunque muchas es demasiado. No tenemos encuestas, pero sí se puede intuir que quizás estén empezando el secundario, o terminando el secundario, muchas más que en nuestras generaciones. No sé cuál es el porcentaje pero seguramente es un porcentaje enorme en relación a lo que éramos, pero pequeño en relación a la heterosexualidad. Seguramente es un porcentaje mayor porque esta sociedad con estos cambios ha permitido eso a esa generación. Después hay experiencias como el Bachi “Mocha Celis”, pero son situaciones puntuales, contadas. No sé cuáles son los porcentajes, pero no ha variado mucho la cantidad de  chicas que están paradas en la calle hoy. Aún con un documento legal que sostiene su autopercepción, la identidad, siguen paradas en la calle, eso es una realidad que no se ha modificado. Porque el cambio también es cultural. El cambio es que en este bar donde estamos, entre una chica con su documento que dice Juana y pida ser moza, y el dueño la tome. Y que no lo archive porque está viendo una trava. Seguro va a pensar: ¿me conviene tener una moza trava? ¿Van a venir los clientes y se van a quejar? Eso es la práctica del cambio, la práctica que tiene que realizar la sociedad.

Por eso es importante la Ley del Cupo Laboral

Obligar desde el Estado a las empresas y al mismo Estado también a crear esos espacios es un cambio enorme, un cambio cultural. Nosotras hemos logrado un piso de ciudadanía. Sin embargo, hay urgencias enormes. A veces me dan bronca los proyectos que piensan que una trava de más de 40 años tenga que terminar el secundario para recibir un subsidio. El Estado me tiene que dar lo que me quitó, no me tiene que obligar a terminar el secundario. Como ideario es divino, pero la verdad es que no tienen idea de lo que son esos cuerpos gastados, esos cuerpos lastimados. Esos ejemplos muestran que las chicas están en el mismo lugar que antes, salvo en pocas excepciones. El Mocha Celis es un ejemplo maravilloso, es un ejemplo único, pero no se ha multiplicado por todo el país.

También tenemos la Universidad de Avellaneda y la Universidad de Madres…

Sí, obvio, Marlene (Wayar) terminó ahí sus estudios en Trabajo Social. Una Universidad que políticamente ha entendido una realidad, debe dejar lo burocrático, porque lo burocrático funciona dentro de los privilegios de la heterosexualidad.

¿Qué otros temas están pendientes?

Yo creo que es el momento de discutir maternidades y paternidades. Porque parece que lo que nos pasa es porque decidimos ser travas. Y parece que no hay una sociedad responsable de esa violencia, de todas las violencias que se transitan. La primera violencia es el abandono de las infancias. Si uno pregunta: ¿usted abandonaría a un niño o una niña? la respuesta es que es lo peor que le puede pasar a una sociedad. Y sin embargo, no se horrorizan de pensarte a vos como niño y niña expulsada de un hogar simplemente porque sos un mariquita, que se planta con su cuerpo y su diferencia frente al mandato de la heterosexualidad. Si no tenés que huir porque te violan, o porque te violaron. Porque también son esas cosas que no terminamos de contar. Porque hay un morbo, una perversión también en ese adulto: a la vez que quiere castigar es el objeto de su deseo. La prostitución empieza en esa infancia. No empieza después de los 18 años…

En uno de tus libros hablás también de las maternidades y de las abuelas.

Sí, madres y abuelas travas. Yo siento que es como si creyéramos que con estas leyes, estos cambios que son poderosos, ya está. Es un texto que vuelvo a interpelar sobre todo a los compañeros y a las compañeras de activismo, de militancia y de las otras militancias alrededor de esas militancias progres y de izquierda.

Decís: “a la izquierda que les da la vergüencita…”

“De derecha”. Y sí. ¿Viste cuando decimos el enemigo es el capitalismo, el patriarcado? ¿Dónde vive ese enemigo, dónde está la dirección del patriarcado? Vamos y lo buscamos…Instalado en todas nosotras…

Está adentro. Es muy fácil mirar hacia afuera. Nosotras mismas somos esa construcción que intenta deconstruirse todo el tiempo y a veces no podemos… Yo jamás castigaría a mi compañera trava que quiere ser Mirtha Legrand. No la castigaría porque esa construcción viene de la falta que le dio un mundo. Yo no voy a ser quien le diga que no lo sea. Aunque esté a mil años luz y combata a Mirtha Legrand, por lo que significa ideológicamente. Pero no soy yo quién para decirlo, porque hay toda una sociedad de enormes privilegios antes que yo necesito combatir. Para que las futuras generaciones, en todo caso, se sueñen de otra manera, se piensen y se empoderen de otra manera. Esta entrevista cuando se refiere a las personas que entrevistaron utiliza el plural en femenino, como una propuesta política.

2 Responses

  1. qué hermosa entrevista!!! cuánto tenemos que aprender de personas como Susy, a quien conocí el año pasado en la UNSAM. Qué lujo, qué artista inmensa.

  2. Magnifica como siempre , Susy dá en cada comentario una enseñanza .
    Cada palabra queda encendida en algún lugar de tu cuerpo .Por eso la admiro , porque nada fue fácil , porque sigue luchando , se prende fuego para renacer . Una persona valiosa , comprometida , ÚNICA..
    Tomo su mano para contagiarme de ” TODO ELLA ” .
    Te quiero hermosa !
    Juanita

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