A Leila, este 24 de marzo la encontró en la Plaza. La encontró para exigir Memoria, Verdad y Justicia. La desaparición de sus abuelos y su presente ausencia la llevaron a ser lo que es, militante y estudiante de sociología. Inmersa en la complejidad de una historia en disputa, su memoria ha de ser terca.Yo voy a la Plaza desde que tengo memoria. A los 6 años tuve que entender que además de mis cuatro abuelxs tenía  dos más, que eran la mamá y el papá de mi mamá, y que lxs que hasta entonces pensaba que eran sus padres eran en realidad su tío y su tía. Tuve que entender que a los papás de mi mamá no los iba a poder conocer porque algunxs habían decidido que la libertad no era una opción. Más aún, habían decidido que si era necesario ir más allá para impedir tal libertad, no dudarían. Y eso hicieron: persiguieron a todxs aquellxs que no claudicaron ante todas sus prohibiciones y  amenazas, detuvieron y desaparecieron a 30.000 personas, torturando,violando, expropiando y arrebatando vidas. Voy a la Plaza desde que tengo memoria. Mi mamá es hija de Daniel Soprano, cuadro político del peronismo montonero. Fue preso político durante algunos meses en el año 1975 y finalmente desaparecido el 17 de junio de 1976, en Mendoza, un mes antes de que ella naciera. Tenía 35 años. Es hija también de María del Carmen Caballero, militante montonera. En clandestinidad, parió a mi mamá en Mar del Plata un 30 de julio de 1976. Poco tiempo después las dos se mudaron con su familia a San Martín, Buenos Aires. María del Carmen desapareció el 11 de enero de 1977, a los 23 años. Con casi 6 meses, mi mamá fue cuidada por su familia desde entonces. Voy a la Plaza desde que tengo memoria. Cada 24 de Marzo iba con mis papás entendiendo poco de lo que me explicaban. Después de enterarme de aquellos sucesos, las marchas se resignificaron. Comencé un camino de preguntas y repreguntas para entender mejor mi propia historia, mi identidad y la de mi mamá. Aquella búsqueda me constituía de otra manera. No sé si alguna vez se terminen las preguntas que van surgiendo pero sé que ellxs no las podrán contestar. No sé si alguna vez termine el proceso de asimilación de esas ausencias. Lo que sé es que cada 24 de Marzo necesito estar ahí, porque me permite canalizar todo lo que esto me genera. Lo percibo como una especie de homenaje. Voy a la Plaza desde que tengo memoria. Entender que esta realidad era parte mía incidió en muchos aspectos. Mi profundo interés por lo social y lo político devino en la militancia en una organización política y en la elección de una carrera social. Desde chica mi manera de ver las cosas se basaba en una división del mundo entre buenxs y malxs; después entendí que era mucho más complejo que eso y más tarde me di cuenta que necesitaba entender esa complejidad: decidí estudiar sociología. Voy a la Plaza desde que tengo memoria.
Cada año que pasa se ve diferente, aunque muchos sentimientos sean los mismos. El principal es la inmensa satisfacción de encontrarme rodeada de personas que son parte de ese proceso colectivo, necesario y constante que es la construcción de la Memoria. Porque la memoria se construye entre todxs, con la decisión política de no olvidar, no perdonar y no reconciliarnos con aquellxs que fueron responsables del proceso más triste y sangriento de nuestra historia. Se construye exigiendo memoria, verdad y justicia todos los días, impidiendo los retrocesos que algunxs estarían contentos de ver realizados. Ese es nuestro deber histórico y lo asumimos todos los 24 de Marzo, llenando las calles de juventud, familias, banderas y reclamando un verdadero Nunca Más: un país en donde no haya persecución política ni presxs políticxs; donde no haya políticas de exclusión,  violencia institucional, ni impunidad para lxs genocidas y sus cómplices. Sabemos que no estamos festejando nada, pero también encontrarnos ahí y ser tantos es un motivo de alegría.  Significa que no pudieron, no pueden y no podrán cortar de raíz los sueños, ideales y proyectos de quienes tenemos la convicción de luchar por una realidad más justa e igualitaria. Nos llenaron de vacíos, nos dejaron miles de ausencias. Pero ni el miedo, ni la violencia, ni la muerte, ni todas las atrocidades de las que fueron capaces pudieron enterrar esas ideas y esa fuerza. El deseo que nos mueve por cambiarlo todo está latente.

2 Responses

  1. Hola, hoy me hablaron de la revista en clase de Sociología. Recién pude ver que están recibiendo textos sobre Migración, a alumnos de las carreras del IDAES. Yo estudio antropología. Y edité hace ya unos años un libro llamado Memorias de una migrante, de poesías. Si les interesa les puedo mandar algunas a ver qué les parece. Hablan sobre todo de mi vida en Lanzarote, una islita a 100 km de África. Bueno, me alegro haberlos conocido.
    Un abrazo,
    Diana

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *