No se siente cómoda en un partido político. Pero Vanesa Orieta se define como militante y todo lo que piensa hoy se vincula con lo que vivió ayer. Es que experimentó en su niñez y juventud, en carne viva, lo que es la desigualdad: su infancia en el barrio 12 de octubre, la crianza con sus abuelos, ella costurera y él albañil, a quienes durante la crisis de 2001 acompañó a buscar comida en los trueques. Con amigas, ayudó en merenderos y dio apoyo escolar a los más chicos. De todo esto, remarca insistente, no se olvida.

La desaparición de su hermano, Luciano Arruga, a manos de la Policía Bonaerense en La Matanza, la terminó de ubicar en un lugar de lucha, en un lugar ideológico. “Es triste que venga de la mano de que a una le han desaparecido a su familiar, pero es este el lugar donde me voy a quedar y donde siento que puedo aportar. En conjunto, con otros, desde distintos lugares, para seguir pensando en una sociedad diferente”. Hoy milita donde funcionaba el destacamento policial que apresó y torturó a Luciano. Hoy nos recibe en el Espacio para la Memoria, construido “a pulmón” día a día.

Se resiste a usar el término violencia institucional cuando habla de represión por parte de los gobiernos de turno. A Luciano lo mató la policía, lo desapareció el Estado. Y lo encontraron sus familiares y amigos, que lucharon muchas veces solos. Un cartel chiquito pegado en la ventana, pero con letras fuertes y negras escritas a mano, sentencia que, como Luciano, lo que sufren muchos jóvenes en los barrios “no es violencia institucional, es represión estatal”.

La urgencia por desmantelar la maquinaria represiva y su impunidad, dice, excede el voluntarismo del fortalecimiento democrático y la pureza institucional. Por eso, no hace suya la bandera de todo gobierno cuando asume su mandato: depurar las fuerzas de seguridad. Su apuesta es en el barrio, con los niños, niñas y adolescentes; en la toma de conciencia de quienes la rodean, contra una vida cotidiana atomizada y un sentido común reproductor de la imagen estigmatizante de “pibe chorro”, amplificada por los medios de comunicación; en la creación de vínculos para un acercamiento de los procedimientos estatales. Porque la solución frente a la violencia social no es, contra lo que muchos piensan, la eliminación de sus consecuencias (o lo que es parecido: la eliminación de sus hijos, los pibes de los barrios pobres) sino la intervención sobre sus causas estructurales. Y la demanda de una solución real no es un paquete de entrega enviado a las altas esferas del poder. Nos interpela día a día a todos como sociedad, como estudiantes, como sociólogos, como antropólogos: ¿qué modo de vida comunitaria construimos con la apatía frente a la desaparición forzada y la muerte a 34 años de recuperada la democracia?M: ¿Cómo fueron los primeros pasos de tu lucha y cómo fue tu relación con los funcionarios estatales  desde la desaparición de Luciano?

 Lo voy a sacar un poco de la cuestión individual, porque es una problemática que atraviesa a gran parte de los familiares por igual. No me crucé nunca con familiares que me digan: “La verdad que desde el primer momento estuvieron acá funcionarios judiciales y políticos, me pusieron a disposición grupos de psicólogos, mis hijos están acompañados. La fiscal pidió una reunión conmigo, me trataron excelente”. Todo eso es lo que uno desearía que pasara. Bueno, no pasa. Por lo tanto, hay una gran responsabilidad por parte de los que recorrimos este camino con algo de organización al momento de hablar en nombre de la problemática. Y al ser una problemática que se mantiene más o menos por la misma lógica desde el regreso de la democracia hasta hoy,  sabemos que la represión tiene una actitud directamente política. Reprimir a los pobres, a los jóvenes pobres es, y ha sido, una decisión política por parte de los distintos gobiernos constitucionales. Ustedes no se han enterado de que existe una problemática ligada a la represión que sufren los jóvenes por nadie más que por los familiares. No han visto campañas publicitarias, no han escuchado a funcionarios de gobierno, ni medidas que tiendan a proteger los derechos de los pibes y a hablar de la situación delictiva que atraviesa a toda la institución policial y a los que se dicen ser miembros de la falsa seguridad del pueblo, todo ese cambalache.M: Como en los casos de otros pibes, visibilizar la causa quedó en manos de los familiares y los amigos…

Si. Al mismo tiempo, luchamos por tratar de hacerle entender a la sociedad que estábamos hablando de un pibe de 16 años desaparecido por la Policía Bonaerense. Que esto se trataba de una violación profunda a los DDHH, que nosotros habíamos dicho “basta” hace 40 años atrás y que en democracia seguimos sufriendo las mismas metodologías propias de lo que fue el genocidio. Eso habla de la enfermedad que provocó el genocidio y que, al mismo tiempo, nosotros como pueblo estamos hechos mierda. Porque en lugar de mirar que el pibe tenía 16 años y que estaba desaparecido por la policía, que venía siendo amenazado por haberse negado a robar para la policía y que había sido torturado en este lugar, en la cocina de este destacamento, tanto física como psicológicamente, lo que se entendía de la causa era que Luciano se había escapado de su casa y que tenía un conflicto con las drogas. Por supuesto, había un rol fundamental de los funcionarios de gobierno de ese período político, estamos hablando del kirchnerismo, gobernador Scioli a la cabeza. De los medios de comunicación masivos, muy importantes para estigmatizar la figura de la víctima. Y de la justicia, que tiene un rol más que relevante. Una justicia que en lugar de investigar genera impunidad. Cuando la impunidad se enquista en las causas judiciales uno no accede a la verdad, no puede responsabilizar a los culpables, eso mantiene a la víctima en situación de desaparecida.“No hay manzana podrida”

 La CORREPI informa que desde 1983 hasta hoy son más de 4.400 las personas que murieron en manos de Estado. De ese total, el 65% de los casos son jóvenes de 18 a 25 años y la gran mayoría pobres. A estas cifras se suman más de 200 personas desaparecidas, situaciones en las que por acción u omisión hay responsabilidades institucionales. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos tipifica el caso de la desaparición forzada como un delito de lesa humanidad. Además, establece que el Poder Ejecutivo Nacional tiene la responsabilidad de poner a disposición todos los mecanismos para esclarecerla. No prescribe, porque la acción se sigue cometiendo cada instante en que la persona no está. Es un crimen siempre perpetrado por el Estado.M: Planteas que hay co-responsabilidades en  casos de  desaparición forzada más allá de la que siempre se señala de antemano que es la policial.

Es que se trata de un hecho de extremada gravedad, y no tiene solamente responsabilidades policiales. Porque si no estamos hablando de la manzana podrida dentro de un aparato estatal que por otros lugares sí cubre las necesidades de las problemáticas.También hay que seguir ajustando algunas tuercas que tienen que ver con una memoria activa y dinámica. Con una memoria que permita entender que gran parte de los hechos cometidos durante el último genocidio se mantienen con las mismas lógicas y herramientas.Y esto no es así porque si lo unimos a que no hay campañas, a que los pibes no tienen sus derechos, a que cada vez los postergamos más, bueno, eso es alimentar en el día a día la impunidad y seguir manteniendo a una persona bajo la figura de desaparecido. Un desaparecido se mantiene como tal cuando hay varios poderes del Estado que están jugando en conjunto: la justicia, el aparato político, el rol de los medios me parece que es esencial también en este aspecto y los responsables materiales que son los funcionarios policiales. Si no hablamos de estas responsabilidades no podemos hablar de desaparición forzada. Todo aquel que quiera minimizar cualquier desaparición forzada en democracia por defender a un gobierno yo le diría simplemente que vaya a los libros, que busque la definición y que empiece a entender lo que significa la violación a los DDHH en democracia. Tenemos que a abrir los ojos, porque eso sí pone en peligro el futuro democrático de cualquier país. Después de 12 años de lo que pensamos que era un gobierno avanzado en materia de DDHH y otras cuestiones, caímos en votar a un representante político como Macri. Para mí eso habla del futuro de la democracia. Más que buscar las responsabilidades en un número de votantes que decidieron poner un nulo, un blanco en un sobre, hay que empezar a replantear en qué aspecto no seguimos avanzando en constituir a cada uno de nosotros como sujetos con derechos. Porque si no vamos como perritos con la soga que nos van arrastrando de un lugar a otro.M: ¿Hay un retroceso en materia de derechos humanos?

Sí. Porque es un retroceso cuestionar los 30 mil, cuestionar el genocidio. Eso habla de la base social nuestra, vuelvo a lo mismo. La marcha en contra del 2×1, que me parece que es una manifestación clara y rotunda del “no, no les vamos a permitir eso”. Pero también que seguir ajustando algunas tuercas que tienen que ver con una memoria activa y dinámica.Somos un pueblo que tiene una memoria flaca. Nos cuesta mucho poder ver la violación a los derechos humanos de nuestros niños, niñas y adolescentes; verla y sentirla, que te duela la panza. No hace falta ver al pibe fusilado en el piso, hay que ir a cualquier barrio y ver la situación en que viven gran parte de nuestros pibes.Con una memoria que permita entender que gran parte de los hechos cometidos durante el último genocidio se mantienen con las mismas lógicas y herramientas. En democracia seguimos hablando de secuestros, de torturas, de violaciones, de desapariciones forzadas, de gatillo fácil, de secuestro de mujeres por redes de trata donde intervienen los mismos actores políticos, judiciales, policiales, proxenetas.

 

M: La sociedad rechaza casi unánime el genocidio de la última dictadura militar, pero ¿pensás que corre la vista ante las violaciones de derechos humanos desde 1983 hasta ahora?A mí, de todas formas, me parece que hace falta laburar un poco más la cuestión del genocidio. Acá todavía faltan nietos por recuperarse, falta condenar a muchos milicos, a muchos. Porque cuando se sale de acá, de esta burbuja que es la Ciudad y el GBA y se toma el micro y se va unos kilómetros largos a una provincia se va a dar cuenta que un tipo que estuvo chupado, torturado y que después logró salir de ese infierno se puede cruzar tranquilamente con su torturador porque no hubo justicia, porque no se los ha condenado por genocidas. En esto de la memoria estática el genocidio quedó ahí. Bajo la burbuja quedó el genocidio.Y esto se vincula con una enfermedad social que se ve claramente en el odio, en la discriminación, en la criminalización, en los linchamientos a pibitos por robarse un celular de mierda. Los pibes que chuparon y desaparecieron pedían un cambio. Un cambio social, político, económico, un cambio de ideas. Eso no se pudo. Lo que quedó fue un capitalismo perverso donde lo que prima es el individualismo, el egoísmo. Ha quedado lo peor de eso. Hace falta indagar sobre qué nos pasó y qué hemos construido hoy. Somos un pueblo que tiene una memoria flaca. Nos cuesta mucho poder ver la violación a los derechos humanos de nuestros niños, niñas y adolescentes; verla y sentirla, que te duela la panza. No hace falta ver al pibe fusilado en el piso, hay que  ir a cualquier barrio y ver la situación en que viven gran parte de nuestros pibes. Niños que deberían estar cagándose de risa, de alegría, jugando, divirtiéndose y pasan por un montón de situaciones violentas. Esta lógica termina con el pibe fusilado, muerto por el paco, con el pibe desaparecido; termina con el pibe como soldadito para la cana y la venta de falopa, termina en enfrentamientos de grupos porque estamos vos en un barrio y yo en el otro. Y los pibes se mueren. Y los contamos a montones. Que se entienda claramente: el genocidio no terminó cuando terminó la dictadura. Esa enfermedad nosotros la seguimos padeciendo y se nota mucho en nuestras acciones cotidianas. Esto es como cualquier terapia. ¿Cómo se soluciona? Hablando, sacándotelo. Hay que hablar, hay que bancarse las discusiones cara a cara. Hoy me parece que todo pasa por una realidad virtual que colabora y mucho, pero hay que buscar espacios donde empezar a vincularse humanamente.“¿Quién parió al pibe chorro?”

Luego de sucederse un delito que involucra a un adolescente o en un contexto electoral, el fantasma de la baja de la edad de imputabilidad aparece en escena. A principios de 2017, el presidente Mauricio Macri buscó oficializar la convocatoria a una comisión especial encargada de analizar y confeccionar un anteproyecto para “reformar el régimen penal juvenil”. Con optimismo, esperó una buena recepción en los otros espacios políticos. O, al menos, en la mayoría. Es que tanto el Frente Renovador de Sergio Massa, el PJ y parte del kirchnerismo, en aquella campaña de 2013 que tuvo como candidato a Martín Insaurralde, promovieron el tema. Incluso, en 2009, un proyecto consensuado por legisladores del FPV, el Peronismo Federal y la UCR logró media sanción en el Senado, pero luego en Diputados no hubo consenso y perdió estado parlamentario. En junio de este año, la vicepresidenta Gabriela Michetti afirmó nuevamente que es “de sentido común y razonable”  discutir el régimen penal juvenil. Según la Procuración General de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires menos del 3% de los delitos son llevados adelante por personas que tienen menos de 18 años. Sobre un total de 80 mil presos en las 250 cárceles que hay en el país, apenas 1000 son pibes y de esos, 96 los que están por delitos muy graves.M: ¿Es posible pensar que los pibes y los territorios estigmatizados no son otros que los que en general estigmatiza la sociedad?

El sentido común instala estereotipos. Hay un estereotipo del pibe chorro, una tipificación. Eso deriva en un montón de situaciones como la “señora de bien” que está caminando por la calle y le viene el “niño del mal”, entonces se agarra la cartera, camina rápido. Se piden policías que controlen los barrios pobres porque ahí están todos los chorros. Son discursos que corren con total intencionalidad y que instalan estos estereotipos tan difíciles de derribar. Yo te digo “pibe chorro” y vos ya te imaginaste la foto: la gorrita, la cara, el color de piel. ¿Quién carajo ideó el prototipo de pibe chorro? ¿Quién puso la firma? Se fue creando desde los medios de comunicación y en los discursos de los funcionarios políticos. Miremos los discursos de Scioli, los de Cristina y los de Néstor, y Duhalde. Miremos los de cualquier gobierno constitucional y cuando llega la hora de hablar de los jóvenes : “bajemos la edad de imputabilidad de los menores”.M: Hay algún matiz pero son en los cuadros por ahí, segundas, terceras líneas…

O los sacan a prenderse fuego también, ¿no? La política es bastante forra en ese aspecto. Pero un mandatario, una presidenta, tiene un rol muy importante en la vida política de un pueblo. No es cualquier persona que habla. Y más entendiendo el carisma con el que carga cada uno. Yo no puedo decir que Macri tenga mucho carisma, pero claramente Cristina y Néstor tenían un carisma impresionante.Y cuando salís pasan un montón de cosas que no te interesan: ves familias en la calle, con sus bebés, con sus nenes. Cada uno tiene una óptica de la inseguridad. Para mí la inseguridad es eso, que la gente no pueda acceder a sus derechos.Entonces no era lo mismo que ellos salieran al pueblo a decirle “con los pibes no, con los pibes derechos” que pensar en bajar la edad de imputabilidad de los menores. Y porque sé que tienen la inteligencia como para poder decir eso. Pero la inteligencia tiene límites, si no tiene la práctica de la bajada al lugar de la vivencia con el otro, del relato que te pueda dar y que te atraviesa y te quema las tripas.M: Respecto a las situaciones de violencia  y criminalización de los jóvenes, ¿percibís continuidades o rupturas entre el gobierno anterior y el actual?

No noto rupturas, noto continuidades. Yo entiendo los matices, que no es lo mismo el kirchnerismo que el macrismo. Tengo muchas más cosas positivas para decir del kirchnerismo, no tengo ninguna positiva para decir del macrismo, ideológicamente estamos a años luz. Pero, vamos a decirlo bien sociológico, “mi recorte” es la violencia que sufren los niños, niñas y adolescentes. Y yo no veo ningún cambio. En ninguno de los gobiernos constitucionales se ha hecho un trabajo fuerte para que estos pibes y pibas empiecen a acceder a sus derechos rápidamente. Hacen un plan de emergencia contra la inseguridad, invierten un montón de millones de pesos en más patrulleros, en más armas, en más chalecos, en más policías, hacen tandas y tandas de pibes que salen graduados de la policía: policía bonaerense dos, policía municipal, pitufos, tanda de gendarmería. Eso fue el Sciolismo. Esto lo continúa el macrismo. Y va a poner nuevas fuerzas y encima te las va a hacer más hermosas, porque te va a hacer creer que son súper formados en no sé dónde mierda de la seguridad. A mí me gustaría que sea una emergencia abocada a la situación que están atravesando todos nuestros pibes. Que se invierta una cantidad de dinero en poder resolver las condiciones en las que viven, los problemas que atraviesan, la situación de las escuelas a nivel edilicio, pero también a nivel contenido. ¿Qué futuro queremos para nuestros pibes? Yo  pienso en lo integral, en cómo están fallando todas las instituciones del Estado a la hora de hablar de los pibes pobres. Es como “te tiro la migaja”. Yo no quiero que me tiren migajas. Me pasé muchísimo tiempo escuchando cosas como “bueno, pero ahora cobran la Asignación Universal por Hijo”. Está muy bien, porque hay una realidad muy cruel que habla de que ese mango a esa persona le viene bien. Pero uno no puede tener la jeta tan grande y escupir tan alto y decir “bueno, ahora cobran una asignación universal”. Cuando hablás a mil años luz es fácil decir un montón de cosas. Pero después cuando vos llegás al barrio, te sentás a tomar un mate con una persona y te cuenta su realidad. Una realidad dura, que no se arregla así nomás. Les matan a sus hijos. Entonces no, no hay ruptura. Hay una continuidad que me alarma mucho: es una lógica que si uno no empieza a frenarla a tiempo, va en aumento. Van en aumento las políticas de control, las políticas represivas. En algún momento se va a volver a hablar de bajar la edad de imputabilidad de los menores. ¡Estamos hablando de meter presos a pibes de catorce años! Hay pibes de dieciséis que en este momento están encerrados, y pibes más chicos también. Y ahí adentro a los pibes los violan, los torturan, los prenden fuego.

 “La alarma como lazo social”

En el debate público en torno al delito ciertas identidades y modos de existir aparecen condenadas de antemano y cristalizan en el estereotipo del “pibe chorro” que toma cerveza en una esquina. En un contexto de la vida social donde, como dice la abogada Ileana Arduino, la seguridad es la racionalidad dominante, la “señora de bien” cruza de vereda para evitar esa esquina y ese pibe, y pide más policías porque sortear caminos se hace cada vez más difícil. Es que el mundo tal como lo  vivimos y sentimos es interpretado a partir de construcciones propias de un sentido común generalizado. Si bien, como sostuvo el sociólogo Alfred Schutz, este sentido de la realidad social es desordenado, tiene contradicciones, y muchas veces se asienta en presuposiciones vagas, las tipificaciones como las de “pibe chorro” o la “señora de bien” se imponen y juegan con fuerza. Se trata de un conocimiento práctico, es decir, tiene su asiento en la experiencia y sirve como orientador en las situaciones cotidianas de las personas y del vínculo entre ellas.M: En un reunión de intelectuales o militantes progresistas es incómodo decir que hay posibilidades de que si pasas por una villa y no sos de ahí te roben. Aunque después, con miedo, unos cuantos salgan con  la mochila apretada fuerte y eviten, de modo casi inconsciente,  pasar por algunas zonas… 

Afanar te afanan en cualquier lugar. En el centro de capital, en La Ferrere. Yo trabajo en San Martín. En un barrio muy complicado, o según los medios muy complicado: Carcova, Solano, Curita. Yo me bajo del tren y me voy caminando hasta barrio Solano. A veces pasan cosas, a veces está todo tranquilo¿Qué vida tenemos? Los vecinos se encierran cada vez más, es como si estuvieran presos en sus casas, rejas, alambres de púa, alarmas, cámaras (…). Prefiero no vivir así, no quiero vivir así, no quiero vivir encerrada, con miedo por la vida. Las cosas suceden y suceden. Estamos viviendo una cultura del aislamiento, del “sálvese el que pueda”.Yo me voy con mi mochila, tengo mi teléfono, y tendré doscientos pesos en la billetera. Si me vienen a robar, voy a tener la misma actitud que si me roban en Congreso. “Tomá la mochila, papi. Andá, cuidate” Pero ese pensamiento en ese momento me lo da saber que ese pibe que me está afanando a mí, es el producto de un montón de injusticias y de un montón de perversidades, gente que tiene mucho poder.

M: Que vos entiendas a ese pibe, su situación, como un producto final de la desigualdad es un trabajo intelectual que lograste hacer por tu experiencia de vida. Pero podríamos pensar que eso es parte de un sentido común minoritario, difícil de instalar en capas más grandes de la sociedad. Esto a su vez abona un terreno fértil para la imposición de medidas políticas más represivas…

Frente a una situación como la que te describí, pensar en todo lo que pasa antes al pibe es una realidad muy observable y evidente. Porque hay trabajos que se han hecho desde la psicología, desde la sociología, desde el derecho. La desigualdad provoca esto. Cuando vos no distribuís bien los ingresos de tu país, generás un grupo de pobres cada vez más pobres. La desigualdad acarrea violencia. Porque hay algo que vos tenés y que ese pibe desea pero no lo puede conseguir por medio de un trabajo digno, porque no existe. En San Martín hay años de pobreza. Pobreza estructural ¿Cómo remediás eso? Yo entiendo lo que me decís, eso de tener grandes posibilidades de que vayas para La Ferrere o Catán y que te roben. Yo no voy con ese miedo. Y la verdad es que si viene un pibe y me roba “Y, mirá, hermanito, llevate la mochila, llevate el celular”. Me chupa un huevo el celular. Hay gente que es muy agarrada a las cuestiones materiales.M: Así se reproducen foros y asociaciones de vecinos que piden por mayor seguridad, que es pedir por más policías…

Suelen reproducir un discurso individualista. ¿Qué vida tenemos? Los vecinos se encierran cada vez más, es como si estuvieran presos en sus casas, rejas, alambres de púa, alarmas, cámaras, “te llamo antes para que me abra es el garage antes así entro rápido”. Prefiero no vivir así, no quiero vivir así, no quiero vivir encerrada, con miedo por la vida. Las cosas suceden y suceden. Estamos viviendo una cultura del aislamiento, del “sálvese el que pueda”.

 La “democratización de las fuerzas de inseguridad” no vendría siendo mi tema. Si vos tenés un pueblo concientizado y aguerrido, no sé cuánto puede avanzar esa forma violenta de interpretar la vida. Ahora, si vos tenés un pueblo cada vez más sometido, más empobrecido…M: El lazo vecinal parece que es una alarma en la manzana del barrio. Si suena, se sale a ver qué pasa…

Y cuando salís pasan un montón de cosas que no te interesan: ves familias en la calle, con sus bebés, con sus nenes. Cada uno tiene una óptica de la inseguridad. Para mí la inseguridad es eso, que la gente no pueda acceder a sus derechos. Gente en la calle, en un país donde hay territorio para repartir. Y la burocracia estatal provoca esta naturalización, también. “¿Qué voy a hacer si nadie me va a dar bola. Si me voy a una defensoría o a la justicia y digo que esta familia está en situación de calle y la Constitución dice tal cosa…”.M: Las asociaciones vecinales piden más gendarmes, más “pitufos”, más cámaras. Pero permanece, más o menos latente, la desconfianza en la institución como corrupta. Es una posición de tensión. A la escalada de discursos securitarios se suma que cada gobernador al asumir proponga depurar a la policía. ¿Crees que es posible? Y en todo caso ¿cuál sería el rol de la policía en un Estado verdaderamente democrático?

Yo quiero que se refuercen otros puntos vinculados a lo que dije recién. No me importa democratizar la policía. Porque estamos hablando de fuerzas policiales altamente mafiosas, que están al servicio de grandes delitos, redes de trata, portación de pibes para mandarlos a afanar, salidas bancarias, piratas del asfalto. Lo que estaría bueno es empezar a equilibrar la balanza para que realmente la sociedad empiece a presionar a ese sector junto con los poderes políticos que vayan surgiendo. Pero hay que empezar a meter guita en los lugares en donde hace falta: para que la gente tenga un laburo, para que pueda llevar un plato de comida a la casa. Que la salud sea un derecho y que podamos encontrar en los hospitales públicos, sobre todo en el conurbano, médicos e insumos. Porque la verdad es que yo me voy al Paroissien y está hecho mierda. Me voy al Hospital Balestrini y está hecho mierda .Perdón, está impecable, es hermoso, pero por dentro están los grillos. Y te vas al de Catán y pasa lo mismo. Entonces una mami que tiene a su hijo con un problema, tiene que salir corriendo a la madrugada, se tiene que venir desde Catán hasta la Ciudad para que lo puedan atender a su pibe, y en el camino se le puede morir, y tiene que encontrar un vecino que sea bueno, porque capaz que los bondis a determinada hora no te pasan porque tu barrio es peligroso. Entonces, hay que empezar a invertir en educación, en salud, en infraestructura para los barrios. Ese es el tema que me importa a mí. La “democratización de las fuerzas de inseguridad” no vendría siendo mi tema. Si vos tenés un pueblo concientizado y aguerrido, no sé cuánto puede avanzar esa forma violenta de interpretar la vida. Ahora, si vos tenés un pueblo cada vez más sometido, más empobrecido… Empecemos a mirar lo que está pasando en México. Pero de verdad, porque es tremendo lo que pasa. Y ahí lo que ha pasado es que ha ganado la calle, el poder, todo el aparato policial. Yo por lo menos acá me quedo, porque no tengo un mango ni para hacerme un pasaporte. Los que se van a ir son todos los que puedan pagarse el boleto y mandarse a mudar cuando estalle. Acá vamos a quedarnos nosotros poniendo la jeta.“No todo es política”

El destacamento policial donde fue apresado y torturado Luciano en septiembre de 2008 (a pocos meses de desaparecer) nació frente al clamor de “mano dura”. Fue inaugurada por el intendente de La Matanza Fernando Espinoza e impulsado por “Valomi”, un foro vecinal por la seguridad encabezado por el matancero Gabriel Lombardo. La unidad policial fue en realidad una casa alquilada con instalaciones construidas luego no declaradas. En diciembre de 2011, los familiares y amigos de  Arruga consiguieron su cierre preventivo, pero cuando se disponían a usarlo como Espacio para la Memoria las autoridades de la intendencia le cambiaron la cerradura. En septiembre de 2012, mientras realizaban una radio abierta, denunciaron haber sido intimidados por la Gendarmería y por eso resolvieron tomar la casa durante más de dos meses, hasta que el intendente firmó la cesión en comodato. En 2014 el Senado bonaerense convirtió en ley la expropiación. M: ¿Cuáles son las actividades cotidianas de Familiares y Amigos de Luciano Arruga?

 De todo. A mí me tocan las charlas en colegios, eventos en facultades, en barrios, aniversarios de pibes que fueron asesinados. Ahí estoy yo o está mi vieja o algunos de los chicos de Familiares. Eso es todo el tiempo. Hay una referencia importante y por lo tanto somos convocados a participar. Tratamos de estar en todo lo que podemos. Después tenemos una tarea acá, en el Espacio para la Memoria, que todavía no está terminado de arreglar. Le estamos metiendo mano, está todo hecho a pulmón, seguirá siendo a pulmón. Esto requiere de una intensidad importante de la tarea. Acá mismo se están dando talleres de teatro, de huerta, de guitarra.Como decía un funcionario de gobierno hace un tiempo que ahora “baila por un sueño”: “los funcionarios ganamos 80 lucas, tenemos los remises del gobierno y nos olvidamos cómo vive la gente”. Bueno, ese forrazo político, la verdad que no. Ojalá podamos empezar a generar un grupo de políticos humildes en su forma de vida. Humildad no es pobreza. Humildad, viejo. Es un proceso de actividades que involucra a pibes y vecinos del barrio. Después cuestiones más nuestras: formación, seguir adquiriendo herramientas para continuar hablando de esta problemática. Esto es todos los días al palo. Acá no se para. Uno siempre está en contacto con otros, escuchando y expresando para que los otros nos escuchen, y las actividades son muy diversas.

 

 M: Respecto a la idea que sostenés de la sociedad como grupo de presión para que el poder polìtico accione, ¿qué pensás del “salto a la política”, al lugar de las tomas de decisiones?Hoy, acá sentada, te digo que no es lo que me interesa a mí. No en este contexto de cómo se da la política. No tengo ningún lugar donde pensar que puedo hacer ese camino. Simpatizo, pero no estoy dispuesta a dar esa batalla. Me parece que es importante el lugar que uno tiene para ocupar desde este lado, también. No es un lugar menor. De hecho, no sé cuánta gente quiere tener este rol . Mirá si no es importante. Así como no hay mucha gente que se quiera ir al merendero en la villa, o apoyo escolar, o hacer una actividad con los chiquilines.M: No lo definimos como un lugar que sea menos o más importante, sino lo pensamos como un lugar para ocupar también…

 Sí, me parece que hay y debería haber gente preparada para ir por esos lugares. Ojalá que los que vayan sean personas preparadas, honestas y que no quieran vivir de la política. Que no sea cobrar un sueldo. Como decía un funcionario de gobierno hace un tiempo que ahora “baila por un sueño”: “los funcionarios ganamos 80 lucas, tenemos los remises del gobierno y nos olvidamos cómo vive la gente”. Bueno, ese forrazo político, la verdad que no. Ojalá podamos empezar a generar un grupo de políticos humildes en su forma de vida. Humildad no es pobreza. Humildad, viejo. ¿Por qué todos tienen que tener la vida que tienen de despilfarro, de lujo, de ostentación? Y más en una sociedad como la nuestra donde hay un grupo de personas muy pobres en un porcentaje alto. Ojalá los que vengan a la política vengan con otra actitud y que no cambien sobre la marcha. Te veo en topper y jogging y sos un capo y al otro día te veo en traje con perfume caro y me hablas como si fueras un idiota. Te estoy dando un ejemplo extremo. Sí, hay que mantener una postura en el ámbito, pero me refiero a la transformación tan radical que te ha comido el cerebro. Ojalá que vaya gente que sienta la política en el corazón, que entienda que la política es una herramienta de cambio muy importante y que requiere de una construcción en conjunto. Si vos como político empezás a desconocer y subestimás la tarea de uno… Por ejemplo, si vos subestimás mi tarea, no le das valor, no vamos a construir nada. Mi tarea es importante, tan importante como la tuya. Tiene que ver con cosas simbólicas, con luchas que se mantienen a lo largo del tiempo, con respetar el derecho de las personas, seguir un recorrido que empezaron otros, madres, abuelas… Para tener un organismo de derechos humanos independiente de todo gobierno de turno. Esto no quiere decir que no voy a ir si mañana me llaman y me dicen: “Negra, queremos hablar con vos de lo que ves de la problemática de represión? ¿Qué decís? ¿Cuál es tu experiencia? Queremos hacer una ley…”M: ¿Vinieron de la política a plantearte esto, alguna vez?

No, nosotros lo hemos incentivado. Todo vino por presión. Tiene que ver con esto de cómo miran al otro: uno está arriba y el otro está abajo. Hay un montón de gente que se dedica a esto, no me tienen que llamar necesariamente a mí, y no llaman a nadie.M: ¿Cómo es tu vínculo con otros organismos como la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH) de La Matanza y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS)?

Tengo relación con la APDH de la Matanza porque Pablo Pimentel, el director, nos ha acompañado desde el primer momento. En todo lo que fue el pedido de justicia, hablando con los fiscales, con el juez, en la calle, en la toma de este lugar cuando decidimos hacerlo para pedir la expropiación y el avance de la causa. Hay mucho respeto de parte de nosotros para con la gente de APDH de la Matanza. Eso por un lado. Seguimos trabajando.No estoy de acuerdo con el término de violencia institucional cuando se habla de represión por parte de los gobiernos de turno. Son dos violencias diferentes. Violencia institucional es un gran abanico de violencias que sufren en especial los niños, niñas y adolescentes, la falta de educación, de salud, de vivienda. Meter ahí la problemática de represión por parte del Estado hace que se pierda la profundidad de lo que significa.El CELS se incorpora a la causa judicial en los tres años de la desaparición de Luciano. Han completado el trabajo de los abogados de la APDH. Es un grupo que labura muy bien, saben qué decir, tienen años trabajando esto, es impresionante el rol que desempeña cada uno. Nosotros estamos muy agradecidos, hicieron un laburo importante, nos han permitido también poner nuestra palabra. Es un grupo bien aceitado, los abogados tienen bien claro a dónde quieren ir. Ojalá que todos los familiares puedan tener acceso a un abogado, porque no hay muchos con los que uno pueda trabajar cuestiones tan complejas como esta.

 M: ¿Y con la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional?

Nos llamaron de la Campaña. Con algunos de sus referentes tengo una buena relación, de respeto. No estoy de acuerdo con el término de violencia institucional cuando se habla de represión por parte de los gobiernos de turno. Son dos violencias diferentes. Violencia institucional es un gran abanico de violencias que sufren en especial los niños, niñas y adolescentes, la falta de educación, de salud, de vivienda. Meter ahí la problemática de represión por parte del Estado hace que se pierda la profundidad de lo que significa. Hay otro punto que es crucial que tiene que ver con el autogobierno de las fuerzas.  Hablar de “autogobierno” de las fuerzas significa pensar a una policía autónoma que mata y desaparece sin ninguna responsabilidad por parte de los poderes restantes. Esto nos parece que está mal interpretado. Para mantener la impunidad y a la persona como desaparecida hay intervención de varios poderes. Se hace bastante complicado que se pueda justificar desde esta mirada el autogobierno. Me parece que le quitamos piezas importantes a una gran responsabilidad que tiene el Estado a la hora de violar los derechos humanos de las personas. Y hay mucho material sobre esto. Leamos derecho en términos de derechos humanos: tanto nacional como internacional, el derecho a saber la verdad, el derecho a obtener justicia. En esos pasajes se habla de todos los poderes como responsables a la hora de generar la impunidad. No creemos en la justicia independiente. Eso es muy tramposo porque hay una relación bastante promiscua entre la justicia y el aparato político, donde se compra y se vende, y vos legislás y yo hago esto… Para nosotros no es violencia institucional, es represión estatal.

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