El fotógrafo californiano, Gregg Segal, tomó imágenes de hombres, mujeres, familias y parejas, con la basura recolectada por ellos durante una semana. “Quería llamar la atención sobre todos los desechos que producimos, de una manera sencilla: yendo a la yugular”, explicó. La investigadora Andrea Mastrángelo también propuso a estudiantes, no docentes y profesores de esta Universidad analizar la basura propia como un modo de entender hábitos, prácticas y consumos. En este texto, ambas experiencias entran en diálogo bajo una simple pregunta: ¿qué puede aportar la antropología al estudio de la basura en tanto producto cultural?
¿En qué se habrán convertido mis viejos zapatos? ¿Adónde fueron a dar tantas hojas de un árbol? Hay preguntas sencillas y bellas para las que nuestra vida cotidiana no tiene palabras ni respuestas. La basura, como los excrementos, forman parte de lo socialmente invisible, lo innombrado. No se regala basura. Nadie –excepto un artista performer– se retrataría junto a la basura que produce mostrándola orgulloso.
La antropología es una ciencia social que se compone de 4 campos: lingüística, social, arqueología y biológica. A lo largo del Siglo XX las antropologías se multiplicaron, se hiperespecializaron y en la grandilocuencia de comprender minuciosamente lo minúsculo, algunas ramas se hicieron hojas, brotes, grupúsculos hipertróficos. Hacer arqueología de la basura como una propuesta pedagógica para enseñar antropología aplicada (licenciatura en antropología social y cultural, turno vespertino) tiene que ver con eso: salir de la hiperespecialización, preguntarse por un objeto de estudio con toda la antropología como mirada. Si los arqueólogos empezaron estudiando palacios y ahora analizan centralmente depósitos de basura y cementerios ¿por qué los antropólogos sociales no podríamos hacer lo mismo?
Exponer la propia ciencia en contexto y que la sociedad la interrogue, preguntándole para qué y para quién conoce hace del más experto, un novicio. Comprender cómo la ciencia social puede ser origen y motor del cambio social, no diseñando un dispositivo de control adecuado, como puede hacer un ingeniero, sino reformulando una pregunta o cuestionando una certeza, entendiendo un problema con otro concepto o encadenado a una trama significante diferente. Todas estas dimensiones participan del diseño curricular de la materia que tiene como estrategia el aprender (investigación) haciendo arqueología de la basura.
Se partió de una demanda de colaboración del Programa de Gestión Sustentable de Recursos Eco UNSAM que la Secretaría de Extensión Universitaria viene gestionando desde 2014. En la cursada de Antropología Aplicada 2015 se propuso a los estudiantes aprender teoría, ética, métodos y técnicas de investigación de campo haciendo investigación para la intervención y con el interés colectivo de contribuir a mejorar la gestión de los residuos sólidos en el campus con conocimiento etnográfico.
¿Cuál es el aporte de la antropología frente a las visiones de la ingeniería sanitaria o la ciencia política que comprenden a los residuos por volúmenes, tasas y jurisdicciones? Entender la basura como producto material de la cultura y por lo tanto fuertemente enlazada con la práctica humana. Los residuos de estudiantes, no docentes y profesores hablan de consumos y éstos de hábitos, rituales y dieta. También de límites impuestos por los edificios a nuestras prácticas culturales: si no tenemos cocina, los desagües de los baños se tapan con yerba mate.