La negritud constituye un clivaje desde el cual se ordena (y diferencia) la sociedad. Pero cada realidad nacional amerita una reflexión puntual sobre la construcción histórica y la operación de dicho clivaje en la actualidad. Este ejercicio reflexivo es el que están llevando a cabo las comunidades afrodescendientes, y es partir de él que instauran su lucha en el debate público.A lo largo de su historia, las intervenciones culturales, sociales y políticas producidas por los movimientos de afrodescendientes y africanos/as de la diáspora intentaron cuestionar la estructuración racial de las relaciones culturales y de opresión como formas de dependencia. Es en este sentido que la cultura no es considerada como autónoma, pero sí como un “sitio” de diferencias sociales y conflictos en el que se juegan relaciones de poder que producen asimetrías en las “habilidades individuales y colectivas”.
En este artículo me interesa reconstruir y analizar algunos de los ejes centrales de los debates considerados fundamentales por los movimientos de afrodescendientes y de africanos/as organizados/as de la diáspora, sobre todo en América Latina. Las intervenciones, culturales, sociales y políticas producidas por estos movimientos contribuyeron a re pensar, en términos de políticas públicas y culturales, el orden hegemónico sostenido por el racismo y la discriminación hacia estas comunidades, sustentado fundamentalmente por la promoción de modelos culturales con bases mayoritariamente europeo-occidental en nuestra región. Dicha crítica permitió abrir, desde los movimientos afros que integran la sociedad civil, un terreno de reflexión, articulación y cuestionamiento sobre la cultura política como lucha cultural en relación con dichas comunidades.“Según un reciente estudio del PNUD, en el presente encontramos que el 90% de las poblaciones de Afrodescendientes en América se encuentran por debajo de la línea de pobreza, lo cual rectifica que aún hoy padecen la herencia del proceso de esclavización”Desde la perspectiva de los Estudios culturales, en especial los producidos por Stuart Hall, donde la cultura paso a ser concebida como “un proceso material” de prácticas y lenguajes, la posibilidad de acción histórica de los movimientos críticos culturales fue y está interpelada por la problematización de las condiciones y no por un cambio en los sujetos. Esto les permite y permitió a los movimientos sociales y culturales de afrodescendientes posicionarse frente a los diversos conflictos suscitados por las condiciones políticas y sociales de su presente.
El proceso histórico vivenciado por la Diáspora africana estuvo determinado específicamente por la Trata esclavista, que trajo consigo a las distintas etnias africanas a América. Según estudios recientes desarrollados por el PNUD, en el presente encontramos que el 90% de las poblaciones de Afrodescendientes en las Américas se encuentran por debajo de la línea de pobreza. Esto rectifica una vez más que aún hoy teórica y empíricamente los afrodescendientes, en especial en América Latina, padecemos la herencia del proceso de esclavización y colonialismo que mantiene un régimen de concentración de las propiedades, bienes y recursos en posesión de pequeños grupos de personas (que responden al modelo cultural europeo – Occidental). Esta concentración promueve un sistema racista y neoliberal donde se ha desarrollado un criterio étnico que sirve como determinante de los procesos de exclusión y estratificación social. Este criterio mantiene las condiciones de vulnerabilidad social en las distintas comunidades Afros, determinando diferencias en el ingreso económico, el acceso a la educación, la salud, la justicia y la representación política, entre otras variables.Este es un eje central de análisis y lucha en los movimientos afrodescendientes y africanos/as de la Diáspora, que reivindican participar activamente y como protagonistas en los espacios de construcción y reproducción de poder, así como también en la construcción de políticas públicas, volcando una mirada etnocéntrica que promueva e integre la cosmovisión de la Diáspora. Fundamentalmente, el objetivo es el de promover el respecto de las características étnicas y culturales de los diferentes grupos sociales que conviven en América Latina. Las principales estrategias se basan en la organización de las distintas comunidades, apoyándose en las políticas de “concientización y de la Identidad”. Esto implica, por un lado, la exigencia de representaciones afros en todas las estructuras del Estado. Y por otro lado, la creación de redes nacionales y transnacionales que permitan tanto una mayor organización así como también la implementación de políticas afirmativas o de sistemas de cuotas, hasta promover un cercano sponsoreo de Organizaciones Multilaterales. En ese sentido el Decenio Internacional para los/as Afrodescendientes, proclamado por la resolución 68/237 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que se celebrará de 2015 a 2024, constituye un auspicioso período de la historia en el que las Naciones Unidas, los Estados Miembros, la sociedad civil y todos los demás agentes pertinentes se sumarán a los/as afrodescendientes y adoptarán medidas eficaces para poner en práctica el programa de actividades y Plan de Acción de Durban en un espíritu de reconocimiento, justicia y desarrollo. El objetivo último de esto es generar transformaciones estructurales en las condiciones de existencia y de exclusión de los y las afros.“En cada país del mundo el racismo se regenera y se actualiza, generando nuevas y particulares formas de discriminación, lo que implica la implementación de políticas específicas para dichas sociedades”Otra de las grandes estrategias de las comunidades afro en América Latina desde la perspectiva política- cultural es la denuncia constante de la existencia del racismo como ideología que transversaliza la situación económica, social, cultural, política, y de género que viven los afrodescendientes y africanos/as. El racismo está arraigado en la mayoría de las sociedades, en las entidades civiles y estatales, moldeando los comportamientos, naturalizando las desigualdades y fundamentalmente fomentando la exclusión y fragmentación social.Otra de las grandes estrategias de las comunidades afro en América Latina desde la perspectiva política- cultural es la denuncia constante de la existencia del racismo como ideología que transversaliza la situación económica, social, cultural, política, y de género que viven los/as afrodescendientes y africanos/as. El racismo está arraigado en la mayoría de las sociedades, en las entidades civiles y estatales, moldeando los comportamientos, naturalizando las desigualdades y fundamentalmente fomentando la exclusión y fragmentación social.
En cada país del mundo el racismo se regenera y se actualiza, generando nuevas y particulares formas de discriminación, lo que implica la implementación de políticas específicas para dichas sociedades. En América Latina, particularmente, los principales ejes de acción desde los movimientos Afros enuncian e implementan cambios en los programas educativos destacando el aporte de los/as afros en las construcciones de las distintas naciones, ya que comúnmente se desconocen y/o se niegan, intentando trasmitir que la cultura histórica de los/as afrodescendientes se ha transformado en parte indisoluble de las idiosincrasias de las distintas sociedades.
La exigencia fundamental de incorporar las contribuciones de las comunidades afrodescendientes a la identidad nacional desde una perspectiva decolonial tiene por objetivo desarrollar iniciativas que logren superar el preconcepto, la discriminación y el racismo, promoviendo principios éticos de libertad, dignidad, respeto mutuo, justicia y equidad racial. No abordar hoy las diferencias culturales por cuestiones étnicas, de género, sociales y culturales y políticas en nuestro país es un elemento que refuerza el racismo y el colonialismo.“No abordar hoy las diferencias culturales por cuestiones étnicas, de género, sociales y culturales y políticas en nuestro país es un elemento que refuerza el racismo y el colonialismo”Una integración social, cultural y política solo puede ser pensada a partir del reconocimiento de sectores culturales diferentes sin que se establezcan por ello y entre ellos relaciones de desigualdad e inequidad. Esto implica un difícil camino hacia el reconocimiento y respeto de las diversidades desde una perspectiva decolonial.
La especificidad de la situación de las y los afrodescendientes y africanos/as en Argentina constituye en el continente una de las mayores problemáticas sociales, económicas y políticas, pues la pobreza, la exclusión y la marginalidad son consecuencias estructurales del colonialismo en estas poblaciones y se manifiestan en un modo más profundo que en el resto de la población no blanca Argentina.