Rodrigo Altamirano tiene dos hijos de seis y dos años. Su esposa es docente. Es hijo de un empleado y una ama de casa, su infancia la pasó en Merlo, una localidad del oeste de la Provincia de Buenos Aires. A los 21 años ingresó al Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), años más tarde  empezó a estudiar sociología en el CUSAM. Hoy es el primer agente penitenciario que logra recibirse. Por su trabajo final de grado “Experiencia CUSAM: Usos y sentidos de la educación en contextos de encierro. Un estudio de caso” obtuvo un diez. En esta entrevista para Márgenes, Rodrigo nos cuenta algo de su pasado, su presente y su futuro.M: ¿Por qué estudiaste sociología?

Para responder tengo que hacer algo de historia: en 2008 se dio a conocer que el SPB cedía un espacio a la Unsam. En ese momento me encontraba trabajando en la administración y el rumor era que se estaba por abrir una carrera universitaria. Estaba entre abogacía o sociología en un primer momento, después la balanza se terminó inclinando por sociología. Estudié en el Cusam porque me llamó la atención y hoy en día estoy viendo los frutos de animarme a formar parte de esa experiencia.

M: ¿Influyó de alguna manera que tu hermana sea socióloga y tu pareja docente?

La verdad no, sabía que ella estaba estudiando y sólo eso. Yo desconocía la disciplina y demás, después fui adquiriendo conocimientos a medida que fui cursando y transitando la carrera. Mi pareja siempre me apoyó, con ella pensamos en que todo lo que hacemos es para dejarle un mejor futuro a nuestros hijos.“Lo que la universidad brinda, y esto lo dejé claro en mi tesis, es una  identidad que contrapone y subvierte la lógica carcelaria, que es la lógica tumbera. Y todo de la mano de la educación, que es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano y que además sirve para el desarrollo personal de manera plena. ” M: ¿Cómo eran los días de cursada?

Las clases fueron una mejor que la otra. Claro que al principio era mucha expectativa. Para mí era una situación muy novedosa me hacía preguntas, como por ejemplo, ¿a quién tengo al lado?, ¿qué hago acá? Siempre lo disfruté, la calidad de los profesores es excelente, no sólo en cuanto a sus credenciales educativas sino a su calidad humana. Un lujo la cursada, realmente. Una experiencia altamente recomendable.

M: ¿Por qué crees que no se reproducen en otras cárceles la experiencia CUSAM?

Intuyo que es una puesta en escena muy importante. Es un desafío, pero no es imposible, acá están los claros ejemplos de que se puede hacer. Igualmente, creo que se tienen que dar muchas particularidades. Sería muy positivo que se reproduzca la experiencia del CUSAM en otras cárceles. Lo que la universidad brinda, y esto lo dejé claro en mi tesis, es una  identidad que contrapone y subvierte la lógica carcelaria, que es la lógica tumbera. De la mano de la educación, que es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano y que sirve al desarrollo personal de manera plena.M: ¿Qué cambió de vos la sociología?

Te nutre de herramientas como para agregar a la perspectiva de uno. Te condiciona la forma de pensar, sentir y actuar  a medida que uno va adquiriendo conocimientos. Así se va teniendo una opinión un poco más formada, claro que formada por la sociología. Tengo que decir que disfruté mucho la carrera. En algún sentido siempre tuve bien en claro mi manera de ser pero, bueno, cuando me puse a estudiar veía las cosas de otra manera, totalmente positiva.

M: ¿Cómo fue la exposición de tu trabajo final?

Fue como toda la carrera, a las corridas y a los ponchazos. Con mucho esfuerzo y con poco tiempo para repartir entre la familia y el trabajo. Imagino que no debe ser muy distinto a una cursada afuera en el campus, por ejemplo. En la exposición estaba muy nervioso, pero creo que en líneas generales estuvo bien. Para la preparación de la tesis recibí mucha ayuda de uno de mis compañeros, que se recibió antes, Ángel. Esa ayuda forma parte de esas cosas que te llevás como un grato recuerdo. Me sentí apoyado por todos, la gente del servicio, los profesores, compañeros, no me puedo quejar. Cuando me dieron la nota sentí que me sacaban ocho elefantes de encima, no uno. Todavía creo que no caigo.“Son necesarias más experiencias como el CUSAM en las más de 55 cárceles que tenemos en la Provincia de Buenos Aires.  Ojalá que el hecho de que me haya recibido y los demás compañeros también no sea el fin, sino el comienzo de una nueva etapa. Me gustaría que más agentes penitenciarios estudien en el CUSAM, porque esa situación  la hace especial y única en Latinoamérica.”M: ¿Cómo ves tu futuro?

Por lo pronto seguir en el SPB, quizás desde otro lugar, con otra formación. En estos momentos estoy trabajando en el Departamento Técnico Criminológico (DTC) en conjunto con el de Admisión y Seguimiento. Antes de recibirme estaba trabajando en el área de Vigilancia y Tratamiento, así que ahí ya cambiamos de modalidad; trabajo con abogados, asistentes sociales y psicólogos. También me encantaría dar clases, entre mis planes está hacer algún posgrado, seguir estudiando y ver que surge.

M:  ¿Qué falta por hacer?

Son necesarias más experiencias como el CUSAM en las más de 55 cárceles que tenemos en la Provincia de Buenos Aires.  Ojalá que el hecho de que me haya recibido y los demás compañeros también no sea el fin, sino el comienzo de una nueva etapa. Me gustaría que más agentes penitenciarios estudien en el CUSAM, porque esa situación  la hace especial y única en Latinoamérica. Creo que eso incentivaría que se anoten más agentes. Quedan por brindar muchas cosas, el SPB está en tela de juicio hace bastante tiempo y cada vez más. Creo que haber hecho sociología desde adentro, con los demás compañeros, tiene un plus el cual espero podamos exprimir, tenemos mucho para dar. En lo personal, adquirí bastantes conocimientos en estos años de servicio, espero poder brindarle al Servicio Penitenciario como a la Universidad mi granito de arena para mejorar la situación de todos, de los que están dentro y fuera de las cárceles porque todos somos parte de la sociedad. Hoy estoy haciendo mis aportes pero también sé que puedo dar más.

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