Un proyecto colectivo mezcla la experiencia, el saber sociológico y la literatura. El texto, también colectivo, cruza los relatos de sus participantes y así rompe fronteras y jerarquías. “Las Armas” nace de un diálogo en un remis; dos “profes” que vuelven del CUSAM. Hoy va por su segundo volumen y sigue sumando voces en cárceles, centros culturales y comisarías. La idea
Un proyecto social y artístico se propone darle voz a las armas, para desplazarlas de su directa asociación con ciertos discursos habituales sobre la violencia, la inseguridad y el delito. Sale al encuentro de sus portadores en cárceles, centros culturales barriales, comisarías y más sitios e invita, a través de una actividad de escritura, a la narración de relatos de armas en primera persona.
El proyecto participa también en charlas y jornadas y convoca a otros actores a sumarse al diálogo. Actualmente se encuentran en proceso de elaboración un segundo volumen del libro con la incorporación de un amplio espectro de voces. Para ello visitamos cárceles, centros culturales y barriales.
Cómo empezó
Las Armas surgió como un ejercicio dentro del taller de teatro que dicto hace tres años en el CUSAM. La consigna era escribir el monólogo de un arma en primera persona. Contar, desde el arma, el encuentro, la aventura juntos y cómo había terminado la relación. También realizaron el ejercicio policías del partido de San Martín.
En esa época, trabajaba dando clases de teatro en una clínica de adicciones, y una paciente, que tenía una novia policía, se entusiasmó con escribir el monólogo de su arma. Entonces, el lugar común de la lucha a muerte entre “policías” y “delincuentes” se desplazó a la escritura y a la creación, a un nuevo diálogo y duelo contrapuntístico, si se quiere, que está en el origen de nuestra literatura argentina.
Luego vinieron esos viajes en remis al Penal, el encuentro con Lu. Ella se interesó y le propuse hacer una lectura de los relatos a partir de un cruce entre sociología y literatura.El impacto de la lectura
Luciana:
Me resultó inquietante que la voz que emana de un objeto habitualmente asociado a la violencia pueda producir discursos tan diversos: eróticos, amorosos, amistosos, políticos. ¿Qué tipo de relaciones, vínculos y discursos sociales habilita el arma?, fue la pregunta que arrojó mi lectura. Abrir el abanico de enunciación de este objeto me mostró que hay tantas armas como personas capaces de narrarlas: ningún arma es igual a la otra, son todas singulares, lucen distinto y asumen diversas funciones.
Desde la sociología se puede comprender al arma como objeto social, con sus particularidades. Permite desmenuzarla, deconstruirla, explicarla socialmente, entenderla como objeto que cobra vida y se personifica. La escritura de ficción permite otorgarle un nuevo sentido a la oscuridad y transformarla, por fuera de los condicionamientos sociales y sin la obligación de referencias teóricas. La mirada sociológica habilita el desencantamiento, en tanto propone desmenuzar procesos y construcciones sociales, despegándose de miradas ingenuas y arraigadas al sentido común. Por su parte, desde la literatura el encantamiento es posible si se habilita la libertad creativa.
En esta dialéctica entre desencantamiento y encantamiento se ubican los monólogos de armas.
Sumar a Patón y Chapu
Marcos y Luciana
Contar con Patón, uno de los autores de los relatos, en el proyecto y las charlas fue clave porque logró desarmar la subjetividad del preso estando preso, a través de la universidad y el arte, y puede hoy contar su trabajo de transformación. Ese encuentro de la audiencia con alguien como Patón, que hace veinte años hubiera sido traumático, es hoy un diálogo donde él tiene mucho para decir, donde las personas pueden perder el miedo a preguntar. Patón despeja fantasmas, y despejar fantasmas permite empezar a pensar y articular un trabajo en colectivo.
Chapu (Antonio Sánchez Arce), otro de los autores del libro y estudiante de CUSAM, también participa del proyecto. La lectura de su relato y el análisis crítico sobre el uso de armas, disponible en formato audiovisual, nos permite difundir y hacer viajar el proyecto a otros espacios.
La experiencia
Patón
El proyecto empezó como una idea para darle vida a las armas a través de la literatura según la vivencia o la idea de quien la escriba, usando como regla hablar en primera persona, poniéndose en la piel del arma. El profe (Marcos) no nos preguntó a ninguno de los detenidos que participamos si habíamos usado un arma. Esto para mí es la primera parte de un proyecto a seguir con fines transformadores que ayudarán a ponerle traba y fin a la reproducción de la delincuencia-jurídica-penal.Hacia dónde disparó
Marcos y Luciana
La experiencia de presentarlo en distintos espacios es muy importante porque permite ampliar e incorporar voces al proyecto. Así como el ejercicio fue un disparador en el marco del taller, ahora presentar el libro es un poderoso impulso para participar a otros de la experiencia del CUSAM, escuchar otros relatos, vincularlo con más personas y saberes.
La presentación nos permite crear contextos donde se habilita un clima de discusión e intercambio de ideas muy enriquecedor. El proyecto tiene entre sus objetivos el desarme de un discurso de la inseguridad, que no muestra el problema de la desigualdad ni reconoce el no cumplimiento de derechos básicos de muchísimas personas. Ese discurso reduce la violencia a algo anecdótico, personal e individual. El problema es mucho más complejo. A nosotros nos interesa abordar esa complejidad desde un lugar artístico, sociológico y de cruce de disciplinas, para poder articular un diálogo entre los distintos actores. Si ese diálogo no se arma, el contacto entre los extremos de la desigualdad, es siempre el mismo, violento y traumático.
Las Armas participó en varias jornadas (de Antropología Jurídica en la UNSAM, de Sociología en la UBA, de Violencia Institucional en la Universidad de Mar del Plata), en el Centro Universitario de Devoto, en la Biblioteca Popular La Cárcova, en la Escuela de Arte Leopoldo Marechal de La Matanza y en el II Encuentro de Escritura en Cárceles. Los vínculos que fue afianzando no sólo fueron con otras instituciones y personas, sino también entre nosotros. A medida que va creciendo y realizándose, se crea una nueva subjetividad colectiva que nos pide transformaciones y nos da libertades. El proyecto se nutre de experiencias y el encuentro con otros. Vincula instituciones y proyectos que tienen algo en común y trabajan para ampliarlo. Así profundizamos su investigación.