Sobre Lavalle y Av. Puerto Madero, casi llegando a la esquina, un grupo de hombres hablando, o mejor dicho gritando, festejan entre vinos de caja. Al menos, eso podría parecer si se lo aprecia desde afuera. Otras posibles lecturas de peatones no tan confiados podrían dar respuesta a un “acto de supervivencia transeúnte nocturno” y simplemente cruzar de calle para mayor seguridad. Este grupo de hombres, peligrosos para algunos o simplemente borrachos festejando para otros, se encuentran viviendo en la calle hace ya tiempo, pero las circunstancias de aislamiento social obligatorio del covid-19 acarrea nuevas adversidades.

“Tiempo” parece ser una referencia bastante amplia y que en sí misma no  dice nada, abarca de manera indistinta el paso de los segundos, minutos, días, meses, años…. Sin embargo, parece ser la única referencia posible para el Chino. A decir verdad, “tiempo” no refiere, únicamente, a lo que algunos llaman su “situación de calle”, sino más bien a la trayectoria de toda su vida. Si le preguntan dirá con una sonrisa delatadora que tiene 40 años, pero realmente no lo recuerda con exactitud.

El Chino nació en Orán, ciudad de Salta, pero actualmente vive en una “rancha” en una de las esquinas del Luna Park. Se lo conoce en el barrio como “el viejo” o el “el lustrabotas” y sus emblemas simbólicos son “Sandro”, el cantante, y “Boquita pasión”. Sus desordenadas pertenencias embolsadas se concentran en un carrito de compras con el que recorre el centro de la ciudad. No tiene mucho, pero cuando logra trabajar o vender alguna de sus pertenencias, lo gasta en la Quiniela. Un gusto demasiado exacerbado para retener la tentación de hipotecar todo lo que alguna vez tuvo.  Al Chino, al igual que a sus amigos del barrio, la consigna de “quédate en casa” lo sorprendió sobre un cartón. La idea de convertirnos en héroes y construir mundo fuerte unidos por la conciencia social profesada por muchos influencers, cantantes y figuras públicas, quedándonos en el resguardo de los límites de nuestro hogar no será posible para muchxs.  Perdón Mirko te fallamos.

“Estamos más solos que un perro” indica el Chino haciendo referencia a que ya no lo visitan regularmente lxs voluntarixs de fundaciones y parroquias que solían hacerlo en tiempos pre-pandémicos. Tampoco el “108”, la línea de atención social “inmediata” para gente en situación de calle del gobierno de la ciudad, que al igual que el resto del año por más que se hagan reiteradas llamadas, muchas veces ni aparecen. La soledad corriente, y en sentido paradójico, de habitar uno de los espacios públicos más transitados de la ciudad se acrecienta aún más en tiempos donde la gente no tiene permitido circular. De este modo, el Chino sabe que esa desconexión con sus lazos solidarios, amistosos y simplemente con aquellos que no conoce, pero que le dejan “algún mango” para comprar comida o vino, dificultan su día a día en la calle. La falta de sus clientes regulares de la “Avenida Corrientes”, a quienes esperaba todos los días, sentado en una silla junto a su caja de pomadas y líquidos de dudoso olor, pero que dejan los zapatos relucientes.

A pesar del estrés social del momento, el Chino afirma que no le tiene miedo al virus. No es que sea escéptico de la pandemia ni que desconozca el alcance mortal de su efecto, simplemente cree ser lo suficientemente fuerte para combatirlo. Sin embargo, desde una perspectiva médica, se podría decir que su permanente exposición y su pronto cumpleaños de 60 en octubre, junto a su adicción por el alcohol y el tabaco, lo encuadra dentro del grupo de población de riesgo. A decir verdad, esta rápida catalogación en los términos del servicio público de salud no parece ser tan sencilla en su caso, al no poseer el requisito mínimo para registrarlo dentro del sistema, un DNI.

Esta falta de identificación, también le hace imposible la entrada a los paradores del gobierno, que de todas formas “son una mierda”, dice. . Un lugar caracterizado por su mal olor, policías violentos, locos y ladrones. A pesar de que gobierno se haya adelantado en la apertura de nuevos Centros de Inclusión Social (CIS) donde supuestamente estaban equipados, extendiendo el horario a 24 hs y cumpliendo los protocolos para que la gente pueda permanecer en cuarentena allí, tampoco tuvieron buena fama en los medios. El rechazo del chino y sus amigos cobraron realidad fáctica en un parador de Retiro al poco tiempo de comenzar la cuarentena. Este se convirtió en un verdadero foco con casi 80 contagiados.

 En todo caso, si en algún momento surge la idea de bañarse y “arreglarse” (porque más allá de los años y prejuicios, los zapatos y el traje se siguen mantenido) puede solicitar el servicio de duchas del “Cura de Lavalle” que por 30 pesos te deja usar las duchas de su hotel. De todas formas, la higiene personal no suele ser la primera preocupación de gente en calle, por lo que la nueva conducta social de lavarse las manos cada vez que se tiene contacto con el “afuera” tampoco parece ser congruente con la realidad que viven. En este caso también el uso de los baños se complejiza porque muchos locales cierran y en caso de que estén abiertos, no permiten el ingreso de gente.

A pesar del cierre de iglesias, que en algunos casos ofrecían comida en el día, fueron varios los grupos de desconocidos que se contactaron por redes sociales y armaron un circuito de cocina y viandas para repartir en comedores . Otras fundaciones,que durante el año recorren las calles visitando diariamente a gente en situación de calle, debieron parar su actividad o espaciarla cada 15 días como es el caso Fundación Si. Esta fundación asimismo provee a más de 400 comedores con comida y desde el mes de junio comenzaron una red de voluntarixs por barrio para visitar y acompañar con una cena a sus amigxs en calle. Por su parte, los comedores siguen funcionando, cumpliendo un rol importantísimo.  Sin embargo, el Chino en una sentencia altanera atribuye la idea de asistir a comedores correspondiente a los “pendejos drogadictos” (cabe que la zona donde vive el Chino suele ser un destino común de grupos de jóvenes que compran droga en la villa y van a la zona del Obelisco a tener un “viaje”).

Se acerca el frío y el Chino lo sabe, extraña la habitación en Tucumán y Maipú que de forma excepcional pudo alquilar durante los últimos 5 meses del año pasado y que compartía con un artista callejero de la zona. A pesar de ser un monoambiente sin ventanas, era un techo bajo el que dormir.  Pero el 2020 no comenzó como esperaba. Según dice le robaron y además tuvo que echar a su compañero de habitación porque era muy sucio, desordenado y no aportaba para el alquiler. Asimismo, el trabajo como lustrabotas escaseaba. Extraña esos 5 meses de mayor estabilidad económica en los que no durmió en la calle. Tiempos en los que sus preocupaciones no se dirigieron a declararle la guerra al enemigo histórico de su trabajo artesanal, el obstáculo de su economía y el receptor de sus incesantes denuncias: la “nueva” modo de ir a trabajar en zapatillas. 

El invierno pasado la realidad de vivir en la calle, o como diría La Chiro “situación de vereda, porque en la calle pasan los autos”, se hizo presente tomando una dimensión de urgencia en los medios durante una semana con la muerte de Sergio. Como todos los inviernos no será fácil estar en calle y la coyuntura histórica seguramente no favorecerá la situación del Chino y sus compañeros. Hay quienes esgrimen que los momentos de crisis no hacen más que acrecentar las desigualdades estructurales y demostrar su crudeza, otros teóricos indican que nos posiciona en lugar interesante para desnaturalizar aquellas situaciones que por gozar de status de normalidad no se nos es posible evidenciar. Mientras tanto, el Chino esperara que su concepción del tiempo se acelere para sobrellevar esta pandemia. Un trago y a dormir.

* Las ilustraciones de este dossier pertenecen a @agustincomotto

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