AUTORXS: Gloria D’alessio, Manuela Schweitzer, Pilar Planas, Maria Merlina Rodriguez, Daniel Guzzo, Paula Martinetti y Facundo Aguirre
UN UPPERCUT AL DUALISMO
El pensamiento cartesiano se basa en la separación, oposición y jerarquización del dualismo cuerpo/mente o alma. Este dualismo influye en el pensamiento filosófico occidental y condiciona una reflexión dicotómica sobre el ser y el cuerpo, la cultura y la naturaleza. Nos pensamos como un alma que habita un cuerpo mecánico. Un alma que domina un cuerpo salvaje, que solo se guía por sus instintos. Se atribuye al alma, el entendimiento puro y se concibe al cuerpo como extensión, movimiento y figura; es decir, como instrumento maleable y técnico que debe ser controlado por el pensamiento. El cuerpo así, desde el paradigma de la filosofía mecanicista, pasa a ser condición de autocontrol, con movimientos inteligibles, uniformes y predecibles. Un elemento capaz de ser subordinado, por ejemplo, a los nuevos procesos de trabajo. Surge entonces la siguiente pregunta: ¿Es el alma un único elemento autónomo, sensible y activo? En la correspondencia entre Elizabeth de Bohemia y Descartes, la princesa-filósofa increpa la posible extensión del alma sobre lo extenso en sí, el cuerpo ¿Cómo es el momento en el que mi alma mueve, toca mi cuerpo? La pregunta, por simple que parezca, desarma completamente el edificio de pensamiento cartesiano. Esta extensión sería una válvula de escape del dualismo: puesto que mi alma se extiende sobre mi cuerpo, ¿es este mecánico?
¿QUÉ ES LO QUE PUEDE UN CUERPO?
“Nadie sabe lo que puede un cuerpo” escribe Spinoza en su Ética. En su pensamiento, el ser es una sola sustancia, la misma con el universo, la naturaleza, Dios. Esta sustancia se manifiesta en dos atributos: extensión y pensamiento, que se corresponden entre sí, son simultáneos.
El cuerpo se piensa, entonces, de modo relacional, no sustancialista, donde el ser está compuesto por una multiplicidad de partículas que se relacionan entre sí. La pregunta no es, entonces, ¿qué es el cuerpo? sino ¿qué puede este cuerpo? Los cuerpos se configuran según relaciones, son dinámicos, activos, poderosos, se componen y recomponen a nivel molecular. Es un sistema de relaciones que continúa hasta el infinito y desde múltiples escalas se constituyen una infinidad de variables, en un sistema de movimientos y de reposo entre partículas.El movimiento y el reposo son a los cuerpos, los modos de la extensión y lo que corresponde al alma es la percepción. Percepción que tienen las partículas para poder discernir qué tipo de relaciones les conviene para perseverar el ser que constituyen. Por ende, a las partículas en extensión, les corresponde un discernimiento en el pensamiento.
SABERES-CUERPO
El cuerpo siente y sabe. Existen prácticas ancestrales que nos conectan con los poderes de nuestro cuerpo, para sanar, para comunicarnos con la naturaleza, con otrxs. Suely Rolnik apela a los “saberes del cuerpo” para socavar, individual y colectivamente, los regímenes de subjetivación dominantes y “hacernos de un cuerpo”. Si el “espíritu” es el saber-del-cuerpo, pero el cuerpo es el que da al espíritu, el ritmo, el pulso, el movimiento, entonces todos estos saberes serán elementos esenciales e indispensables para poder abarcar los saberes del cuerpo. Hacernos un cuerpo en el mundo contemporáneo implica derribar conceptos mecanicistas que conciben al cuerpo como mero receptáculo. Implica reconquistar un cuerpo “rufianizado” por el neoliberalismo y la lógica colonial. Rolnik nos invita a hacernos un cuerpo vibrátil, un cuerpo poroso. Nos invita a ejercer la desobediencia como ejercicio político que nos habilite a vincularnos de una manera distinta y, entonces, a producir otros sentidos. La transverberación de una misma frecuencia, de afectos, sabiendo cultivar la cercanía y la distancia desde una desobediencia que abrace las diferencias y disidencias como prácticas de resistencia.
Por otro lado, en el cuerpo se inscriben relaciones de poder históricas. Silvia Federici, en su obra El Calibán y la Bruja, da cuenta de un largo proceso de subjetivación del cuerpo en un cambio de paradigma sobre las concepciones y los saberes del cuerpo, desde principios de la modernidad hasta el surgimiento y apogeo de los Estados Nación y el capitalismo. La transición de un cuerpo mágico, dotado de poderes, conectado con la naturaleza, a un cuerpo desprovisto de sus potencias y utilizado como un engranaje más en la gran maquinaria de producción de riquezas. La autora echa luz sobre el lugar de las mujeres en este extenso proceso de ingeniería social que se llevó a cabo como proyecto, donde cumplieron el rol de chivo expiatorio, catalogadas como brujas y deslegitimados sus saberes. El cuerpo de la mujer es visto como modo de producción capitalista, donde las tareas de cuidados que ejercen gratis son condición para la acumulación.
Sin embargo, Federici, también ve un potencial de resistencia en el cuerpo, lo concibe como el límite natural a la explotación, una estructura de deseos y necesidades construido en el tiempo que pone freno a estos mecanismos. De alguna manera, lo que Federici afirma, es que nos mueve el deseo y es este el que nos lleva a luchar y resistir.
¿Cómo nos hacemos de un cuerpo, de una corporalidad a la vez vulnerable y resistente, de un cuerpo colectivo? ¿Ejercitando esos ritmos, movimientos ? ¿ Proyectando una economía de fuerzas, una constelación de pensamiento, una marea de deseos?
Desde este lugar, retomamos a Silvia Federici en el marco de su conferencia en Flores, resaltando la importancia del movimiento feminista. Silvia definió -al igual que muchas otras autoras y activistas- que el momento y la coyuntura política, económica, social y cultural en la cual está transcurriendo el feminismo, como la 4ta Ola. En este sentido, ve necesaria la visión de un feminismo interseccional que tenga objetivos comunes y claros, como un gran cuerpo común y deseante.
HACIA UN PENSAMIENTO PIEL / PE(N)SAR
¿No es el cuerpo, lo que siente y percibe? ¿Por qué, entonces, lo pensamos como exterior a nuestra mente? ¿Por qué no pensar con el cuerpo? ¿No produce, éste, significados?
La piel es adentro y afuera, es umbral y frontera, es límite al mismo tiempo que es lo que nos permite conectar, sentir al otrx. Es interesante inscribir el acto de pensar en lo sensorial, lo táctil. El cuerpo es un lugar de experimentación, de pensamiento, de acción política.
La danza es uno de esos lugares donde nuestro cuerpo alcanza su mayor potencial expresivo. Hubert Godard, bailarín y teórico del movimiento, plantea la columna vertebral como lugar de inscripción de la historia de la cultura, las mitologías del cuerpo. En nuestro cuerpo se inscribe la historia, pero éste también es productor y transmisor de sentidos. Existe un lenguaje kinésico que se inscribe en el gesto y habilita la comunicación entre cuerpos. La danza es un espacio en el que el bailarín transmite al espectador la percepción del movimiento, un movimiento que lleva un mensaje, que tiene impacto en mi propia corporalidad, que sedimenta en mi cuerpo .
La coreógrafa Deborah Hay concibe un cuerpo ilimitado, multidireccional, busca reconsiderarlo en términos de identidad, de género, en su dimensión política y social, en su geometría y geografía. Una corporeidad total que posee una percepción que supera el ocularcentrismo que tiene una relación especial con el espacio. Para ella la danza es una experimentación donde la pregunta es el cuerpo. A partir del movimiento se buscaría superar la unidireccionalidad, el “ocularcentrismo”, pensar corporeidades y no cuerpo, deshacer patrones y tornarnos un conjunto de células. Al bailar se desafía el límite, se crea.
Desde una perspectiva de género, el cuerpo ha sido un lugar de reivindicación y de experimentación política especialmente desde la militancia feminista y queer. Preciado piensa el cuerpo como un espacio político, nos invita a experimentar desde la sexualidad, desde y con el propio cuerpo. En la exploración de nuevos horizontes, a partir de nuevas prácticas sexuales, el cuerpo y el género adquieren una dimensión performática sumamente poderosa. En Testoyonqui, un “ensayo corporal”, Preciado se propone usar la testosterona como una droga política y observar los efectos y sensaciones localizados.
¿Cómo aplicar estas herramientas a la investigación científica? Es en la praxis y en el aprendizaje que nos otorgan diferentes espacios, tanto de reflexión como de lucha política. Hay algo de urgente en el cuerpo que se impone
UN CONOCIMIENTO SITUADO
Retomando las distintas maneras desde las cuales estos pensadores buscaron cuestionar el sistema hegemónico de conocimiento occidental, a partir del cual los saberes-cuerpo serían parte de una subjetividad no productiva, nos preguntamos de qué forma repensamos la labor de las ciencias sociales y su manera de estudiar “al cuerpo” y “con el cuerpo”.
Frente a la amenaza de caer en un relativismo extremo -lo que sería tan peligroso como seguir reproduciendo los modelos de objetividad universal-, Donna Haraway, en Ciencia Cyborgs y Mujeres, apela a “los conocimientos parciales, localizables y críticos, que admiten la posibilidad de conexiones llamadas solidaridad en política y conversaciones compartidas en epistemología.”
El proyecto de Haraway es el de una epistemología feminista, que se oponga a la ciencia blanca capitalista heteropatriarcal, basada en un conocimiento situado, encarnado. Este proyecto no implica caer en un total relativismo, sino comprender que hay que desarmar el ocularcentrismo para poder atender a esas conexiones entrelazadas, donde aparecen entramados con sentidos diferentes.
La antropología se ha caracterizado por la utilización de conceptos como “entrenar la mirada” u “observación etnográfica”, en los cuales se enseña que la materia prima de los saberes “ingresa” por los ojos. En algún sentido hay que desafiar estos regímenes de visibilidad marcados por la mirada colonizadora.
¿Qué tipos de saberes/potencialidades/percepciones aparecerían en el campo, a partir de correr lo visual del centro de atención? Para poder transformar los sistemas de conocimiento parciales de los que habla Haraway, es necesario repensar las maneras de conocer.
Tal vez, esta labor implica entenderse como persona-cuerpo en el campo, y abrir nuevas posibilidades perceptivas y creadoras que no impliquen únicamente al sentido visual.
*Este artículo fue resultado de una serie de lecturas, encuentros y debates en el marco del seminario “Filosofía y Ciencias Sociales. Una aproximación desde la reflexión sobre los cuerpos, las normas y los pensamientos situados”, a cargo de Marie Bardet.