BAJADA“Que retiemble en sus centros la tierra” anuncia el movimiento zapatista, reapropiándose de una frase del himno nacional mexicano. Qué puede significar un temblor más que la reminiscencia de nuestra insignificante vida y más aún las vidas que ya son descartables en este (des)orden del mundo. El pasado 19 de Septiembre, la Ciudad de México junto con otros Estados de la república, volvió a experimentar un terremoto. Ese mismo día se cumplían 32 años del último sismo que paralizó la ciudad. Revivió la memoria colectiva del anterior desastre, reactivó las críticas frente a la corrupción, y el pueblo, en especial la juventud brigadista, dio cátedra sobre solidaridad. “Qué puede significar un temblor más que la reminiscencia de nuestra insignificante vida y más aún las vidas que ya son descartables en este (des)orden del mundo.”
“Réplicas del temblor en estridentópolis” susurra México en cada palabra. Mejor dicho le susurra a México, con algún deseo lejano, que escuche o al menos que reaccione. Sumergiéndose en la narrativa, existe un viaje que nos transporta a lo que puede representar ese México: la corrupción de la cotidianeidad, el existencialismo en declaración y aprendizaje, la organización después de un desastre natural y el desastre social que gobierna el Estado son algunas de las temáticas que se abordan en esta publicación. La misma surge de la necesidad de dejar materializado la labor del último Bye Festival organizado por el colectivo cultural Kracatoa en Xalapa, Veracruz en Enero del corriente año. Desde mesas de debate dispares, donde se cruzan diálogos poco imaginados a exposiciones artísticas y recitales de bandas musicales, el festival reunió personajes de distintas partes del mundo. Este colectivo cultural se piensa y existe autogestivamente frente a un Estado que acapara gran parte de los eventos culturales en Veracruz. Hay un pensamiento que nos recorre a todas las personas a quienes este país tan intenso y quimérico nos habitó alguna vez: esta tierra es demasiado hermosa para estar tan jodida o “tan de la verga”, como diría alguno de los personajes de Vite. En México, la tierra se mueve pero no su gente. “Hay un pensamiento que nos recorre a todas las personas a quienes este país tan intenso y quimérico nos habitó alguna vez: esta tierra es demasiado hermosa para estar tan jodida.” Esta es una pequeña publicación portadora de una diversidad de géneros literarios: ensayos, poesías, cuentos. Acompañada de ilustraciones, agrupa tantos/as autores/as, y arrastra consigo la historia jalapeña del estridentismo. Viene, en definitiva, a denunciar pero también, a sumergirse en la difícil tarea de proponer, de dar ese movimiento que las placas tectónicas ya realizaron. Si algo ha dejado el movimiento estridentista es el recuerdo del ruido que produjo en la escena artística y cultural mexicana de los años 20s, casi como aquel sonido unívoco del crujir de las columnas de cemento cuando todo se mueve.
Sin prólogo que advierta lo que viene, el ensayo inicial de Rafael Toriz ordena el resto de las lecturas, planteando la imperiosa necesidad de darle santa sepultura a ese agonizante México, reconstruyéndolo en un hermoso Frankenstein con lo mejor de sí mismo. Esta analogía de la obra de Mary Shelley tomada por Toriz, es una vía de sobrevivencia y de re-existencia colectiva. “Réplicas del temblor en estridentópolis” es ese Frankestein. Y, en definitiva, un poco, todos/as lo somos.