En el año 2003, trabajadores y trabajadoras de la empresa Alcoyana eran notificados de la declaración de quiebra de la empresa y emprendían un proceso de recuperación de las instalaciones y del proceso productivo. Así se erigían como un modo de resistencia a esa nueva morfología del mundo trabajador signado por la inestabilidad y la precarización, aunque no sin atravesar tensiones y contradicciones varias.A mediados de los años setenta se materializó en América Latina una reestructuración del capitalismo que alteró profundamente las relaciones entre el capital y el trabajo. En Argentina, el terrorismo de Estado planificó el exterminio, desarticulación y desaparición del obrero asalariado y la desindustrialización en el país, constituyéndose así un nuevo modelo de acumulación y una “nueva morfología del mundo trabajador”. Este proceso se profundizó durante los años noventa con el gobierno de Carlos Menem a través de un capitalismo financiero trasnacional y un Estado neoliberal.

Fueron varios los autores que, en clave sociológica, echaron luz sobre esta crisis del capitalismo y su reencauce sobre las bases de un estado neoliberal. Entre ellos, Robert Castell expuso como tesis “La metamorfosis de la cuestión social”, un libro en el que intenta comprender la transición de una sociedad de pleno empleo -de aquellos 30 años gloriosos del capitalismo industrial-, a una sociedad que degrada la condición del trabajador, que lo transforma en un desafiliado, sin poder legitimo para conformar un movimiento de protesta frente a la desestabilización y la precarización laboral. Es decir, además de provocar un desplazamiento del proceso productivo, los sujetos pierden al trabajo como eje de integración y así, el desempleo pone en crisis la propia cohesión social.A pesar que el autor pone el foco para su comprensión sobre “la nueva cuestión social” en los países desarrollados, sus aportes nos permite reflexionar sobre las transformaciones que atravesó la clase trabajadora en nuestra propia región.

Para Svampa, el proceso de desindustrialización y pauperización de los sectores populares que se produjo en la Argentina dio comienzo a un proceso de descolectivización que se tradujo en cambios a nivel social y cultural. Dicho proceso generó un quiebre en la subjetividad del trabajador, en su identidad construida en la fábrica, en su habitus.

En esta línea de análisis es necesario llamar la atención sobre los particulares modos de producción en América Latina y su industrialización tardía, así como al pleno desarrollo de los grandes grupos económicos y monopolista.La cooperativa Alcoyana “recuperada” se constituye en “una nueva personificación de la fuerza de trabajo que no representa una prolongación de la iniciativa capitalista”Los actores de dicha Cooperativa ¿buscarán recuperar el espacio productivo en su totalidad, o ante su recomposición económica pretenderán la expansión y el sostenimiento de su capital?En esta línea de análisis es necesario llamar la atención sobre los particulares modos de producción en América Latina y su industrialización tardía, así como al pleno desarrollo de los grandes grupos económicos y monopolista.Los procesos que reseñaremos se analizan en clave crítica, incorporando enfoques como la teoría de la dependencia de Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto. Estos autores proponen una relación entre dependentismo y teoría marxista, que descarta la idea de reciprocidad entre mundo desarrollado y subdesarrollado. Es decir, consideramos en este trabajo que las “situaciones de desarrollo” se producen en el marco de relaciones del orden político y económico, entre el crecimiento interno y el vínculo con el exterior. Siendo, además, el carácter de este desarrollo dependiente, concentrado y excluyente, donde la autonomía de las decisiones se encuentran comandadas por las grandes empresas multinacionales.Cooperativa Alcoyana
En el mundo del trabajo el proceso para reencauzar el capitalismo se hace cuerpo en distintos rasgos, entre ellos la masificación de la vulneración de las relaciones laborales. El trabajador pasa a estar ocupado pero en condiciones paupérrimas: aumento de la inestabilidad laboral, precarización, tercerización y expulsión del obrero del territorio de la producción son solo algunos ejemplos.

Dicha expulsión y precarización laboral implican para el obrero apelar a estrategias para enfrentar “la nueva cuestión social” y cubrir sus necesidades materiales. Dentro de esas estrategias, una parte extiende sus circuitos de venta de fuerza de trabajo al mundo de la informalidad, clandestinidad, mientras otra parte pretende preservar su fuente de trabajo salarial o recomponerla.

Dentro de la reconstrucción del trabajo podemos reflexionar sobre las experiencias de recuperación de fábricas y más específicamente sobre la Cooperativa Alcoyana. Es decir, el eje central para reflexionar sobre la trayectoria de esta cooperativa gira alrededor de la tesis de la pérdida de centralidad del trabajo y los procesos de recomposición.

En el año 2003, los trabajadores y trabajadoras de la empresa Alcoyana son notificados de la declaración de quiebra por parte de los dueños de la empresa. En ese complejo escenario, los trabajadores, acompañados por distintos actores sociales, deciden tomar la dirección de las instalaciones y del proceso productivo.

En esta nueva configuración de “innovación social”, los trabajadores se encuentran “en un proceso de crisis de su identidad ocupacional” (Julián Rebón, 2007: 229), donde deben sortear distintas estrategias para avanzar en la recuperación de la fábrica, transformándola en una ” fábrica sin patrones”. A su vez, estos modos de desarrollo conducen a experiencias de autonomización del colectivo en acción.

Los medios de producción expropiados y su fuerza de trabajo adquieren otras significaciones y relaciones sociales en dicha reestructuración, pero siempre en el marco de un orden social capitalista. Se conforma otro modo de acumulación aunque este ciclo represente un modo de recuperación tanto del sujeto trabajador como del capital. Estos trabajadores de Alcoyana encuentran en esta crisis “la valorización de la actividad laboral “(Julián Rebón, 2007; 234) así como la conformación de su cooperativa en un componente estructurante de su identidad.

En la visita a la fábrica, uno de los trabajadores nos relataba: “Ahora trabajo más, me apuro más en sacar la producción, porque ahora es de nosotros la fábrica. Nadie se queda con tu trabajo. Por eso a veces me enojo con mis compañeros que dan vueltas, porque no son conscientes que si actúan así, nos jodemos entre los socios-trabajadores”.

El carácter cooperativista promueve otras lógicas en las relaciones, discusiones y decisiones, por ejemplo, la necesidad de articulación con otras empresas recuperadas; asambleas para la discusión de ciertos puntos y la toma de decisiones en forma democrática; la participación en marchas para hacer visible demandas insatisfechas. Aunque por supuesto, todo eso no impide que emerjan obstáculos en esos vínculos.

Incluso, a muchos actores, estas experiencias de recuperación, los acercan a nuevos mundos sociales, que modifican de raíz sus trayectorias. Una compañera de Alcoyana nos explicaba cómo habían cambiado sus vivencias y subjetividad a partir de conformarse la cooperativa:“Yo antes era muy tímida, casi ni hablaba en público, ahora me animo. También empecé a estudiar, hice la primaria y ahora estoy terminando la secundaria. En Salta no pude ir a la escuela porque tenía que cuidar de mis hermanos”.

Reflexiones Finales
La cooperativa Alcoyana “recuperada” se constituye en “una nueva personificación de la fuerza de trabajo que no representa una prolongación de la iniciativa capitalista”(Julián Rebón, 2007; 239). Es decir, les corresponde su fuerza de trabajo y se produce una relación de propiedad con los medios de producción, al interior del colectivo. Así entra en contradicción con el medio social, que se rige por el desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas.

Sin embargo, a pesar de que al interior se presenta como una socialización innovadora, sus formas de trabajo, sus saberes y sus conocimientos fueron construidos e interiorizados en un contexto de producción capitalista. Es decir, se utilizan las herramientas del capital en un proceso cooperativo, y así se ponen en tensión el propio sujeto trabajador y las reglas y fuerzas productivas capitalistas.

En esta etapa de recuperación de la Cooperativa Alcoyana, el presidente estima, que el 50% de la capacidad de las instalaciones son explotadas y que existe un subempleo en los distintos sectores. En igual sentido, los socios-trabajadores como los trabajadores contratados “se encuentran en una situación de absoluta informalidad y precariedad laboral, sin contratos ni protecciones sociales o laborales (como decía el presidente de la Cooperativa, simplemente “están”) (Martín, Diego; 2013). Para revertir esta situación de pauperización son necesarias inversiones que permitan recuperar la capacidad productiva y se traduzcan en mejoras para los trabajadores y socios trabajadores.

Los actores de dicha Cooperativa ¿buscarán recuperar el espacio productivo en su totalidad, o ante su recomposición económica pretenderán la expansión y el sostenimiento de su capital? ¿Pretenderán racionalizar el proceso de producción para obtener una plusvalía, en primer lugar, y luego una intensificación de la misma obteniendo una plusvalía absoluta de sus trabajadores contratados? De esta manera, ¿se nos presenta una ruptura con el capitalismo o una continuidad del mismo? Dicho orden social que implica la destrucción del hombre por el hombre, ¿es un modo criticado por la Cooperativa? ¿Implicará una tensión la intensificación de la racionalidad, en el marco de su desplazamiento ante la crisis laboral?

Nos quedan pendientes estos interrogantes sobre la Cooperativa Alcoyana, donde los trabajadores en el momento de la crisis comienzan un proceso de desobediencia obligada y no deseada.

Pero además es interesante preguntarse por las posibles derivaciones (o incluso, los límites) de un proceso cooperativista como el de Alcoyana. En la visita realizada a la Cooperativa se podía observar la clara división de roles, de tareas y oficios que desarrollan los trabajadores y trabajadoras. Por un lado, sobre las instalaciones de las máquinas de teñido, producción de hilos, hilado, calderas se encontraban realizando sus tareas los varones. Espacios donde se requiere de fuerza física, conocimiento sobre el mecanismo de las máquinas. Por el otro lado, dentro de las tareas de costura, corte de hilos pre y post costura, empaque entre otros eran en su mayoría mujeres.

En este desafío que emprenden los trabajadores por medio de la acción directa y donde se refleja la resistencia e innovación para recuperar parte de lo perdido, cabe reflexionar sobre si, dentro de la Cooperativa, ¿se pondrán en cuestión los roles y los espacios que históricamente fueron adjudicados al varón?

Este interrogante se propone en clave feminista, ya que la misma nace para develar desigualdades sociales y su mirada se configura desde un proyecto emancipatorio situándose desde ideas de autonomía, solidaridad, justicia y compañerismo. Como lo subraya Vázquez Laba “el feminismo es la crítica de la crítica” y por ello interpela, deconstruye e inventa nuevas categorías interpretativas en un ejercicio de dar nombres a aquellas cosas que se ha tendido a invisibilizar como por ejemplo la feminización de la pobreza, el femicidio, la diversidad de género, entre otras.

Entre ellos, Rifkin nos presenta “El fin del trabajo”, donde este escenario se desarrolla para no retirarse. Reflexiona sobre cómo garantizar la subsistencia para aquellos trabajadores desocupados en el marco de un capitalismo financiero, que desplaza su modo de apropiación del valor agregado. El cual se disocia del capitalismo industrial y con ello de la acumulación a partir del proceso productivo. En este proceso irreversible, el autor propone un voluntariado que para el sector de la población sin destino. Se desarrollarían políticas de formas de trabajo con un pago de salario social, las actividades del sector de voluntariado involucra el cuidado de ancianos y niños. Desde esta perspectiva, se propone una institucionalización de las desigualdades. Por su parte, Gorz con su tesis “Metamorfosis del trabajo” considera que se está produciendo una nueva configuración societal, donde paulatinamente los sujetos se liberan del trabajo. El desarrollo de las fuerzas productivas puede generar una disminución de los puestos de trabajo y del tiempo laboral. De esta manera, el centro de producción de las identidades no se conformarían en el trabajo. Para dicho autor el sujeto se libera fuera del trabajo. Esta tesis nos habilita a preguntarnos, en clave marxiana ¿Cuál sería entonces el sujeto social, el sujeto revolucionario?

La producción de conocimiento presentado por Castell toma como objeto empírico el contexto europeo.

Esta afirmación sobre la inutilidad de los sujetos desafiliados, podemos desecharla inscribiéndonos en la Argentina, ya que a partir del proceso de desindustrialización se vienen conformando distintos movimientos de desocupados, asambleas barriales, movimientos de campesinos en un contexto de acción, en el cual buscan revertir, atenuar los efectos negativos de la reestructuración económica y social.

Vale aclarar, que los movimientos de campesinos a pesar que no se encuentran dentro del entramado industrial y por ello no se incluyen dentro de la categoría de desafiliados se encuentran afectados por las transformaciones en la producción agropecuaria. El avance de la siembra y cosecha de soja transgénica se profundizo y con ello la toma de tierras por parte de empresas, para el aumento de la producción. Estos hechos de expropiación de tierras los indujo a los campesinos a comenzar con un proceso de organización y movilización en defensa de su territorio.

En la materia Organización Social del Trabajo se propusieron actividades de investigación. Dentro de las cuales, como primera observación y visita fue hacia la empresa recuperada Alcoyana.

El recorrido por la fábrica me produjo muchas sensaciones y recuerdos. Entre los más importantes podría destacar “el olor a plástico” que me remitía a la fábrica Agapol, lugar donde mi papá trabajo durante 15 años. Y que en sus largas jornadas laborales de los domingos nos llevaba a mis hermanas y a mí a pasar el día. Hasta 1996, año que los dueños de la misma presentaron la quiebra. Produciendo en los trabajadores el desplazamiento hacia esferas alejadas de los procesos de producción.

Impulsaron este proceso el abogado Luis Caro, miembro del Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas. Como así también, articularon con trabajadores y dirigentes de otras empresas con similares experiencias de recomposición laboral. En dicha iniciativa se puso en evidencia la falta de apoyo y resistencia de los sindicatos. “El presidente de la Cooperativa Alcoyana aseguraba, en nuestra visita al predio, que “el interés del sindicato era manejar esto a través de los delegados”, y agregaba “como perdieron se fueron ofendidos, no quedó ninguno en la Cooperativa”. Finalmente definía la relación con los sindicatos de la siguiente manera: “pasamos a ser enemigos de ellos” (Martín, Diego; 2013)

El presidente de la Cooperativa Alcoyana durante la recorrida por el establecimiento “comentaba que en “algunos socios aflojo el entusiasmo por trabajar” y expresaba las dificultades para generar normas o castigos ante estas situaciones. Agregaba “si se quiere que un socio fundador trabaje más, ¿como hacés?, no le podes decir nada porque estamos todos en la misma condición. Por otro lado, los premios a la producción que otorgaba Alcoyana no se pudieron implementar en la etapa cooperativa por la resistencia a los controles por parte de los socios.” (Martín, Diego; 2013)

Las experiencias de las empresas recuperadas transforman, ponen en jaque el modo de producción capitalista. A muchos luchadores sociales nos inyectan resistencia, ilusión de que otro mundo es posible, en síntesis: desarrollan la “fuerza social”. Y en el medio social más cercano, generarán “potencialmente” reactualizaciones de las trayectorias familiares.

Los trabajadores contratados representan el 25% del total de los laburantes, el resto constituye a los socios trabajadores, siendo 120 los mismos. Según los datos recolectados por Diego Martín, “la distribución de ingresos se realiza en función de un criterio que no es el aplicado en empresas convencionales. Se pone en juego un criterio basado en la pertenencia y el compromiso con la Cooperativa”. Además en lo que respecta al control de la producción y categorías utilizadas para los cargos expresan un espíritu igualitario representativo del cooperativismo. Ya que no cuentan con un organigrama jerárquico y aquellos que supervisan la producción son llamados “coordinadores” y no “capataces”.

Ante la ausencia de profesionales en la Cooperativa implica limitaciones para la solución de problemas ante la presencia de dificultades técnicas. Los obreros construyeron dentro de su experiencia un saber que les permite resolver estas problemáticas pero que no elimina o supera complicaciones complejas.

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