La cita, un viernes por la tarde de cielo encapotado. En un departamento de la calle Piedras con paredes hasta los techos cubiertas de fotos de compañeras Madres y de hijos desaparecidos -entre ellos, Gustavo Cortiñas-, encontramos a Nora junto a unos compañeros peruanos. Ellos se oponen al indulto al ex presidente Fujimori y también quieren entrevistarla. Sin muchas vueltas y con delicadeza se calza el pañuelo.  Con el cartel en el pecho “Cantuta no se olvida. No al indulto”, dice delante de la cámara que las Madres de Plaza De Mayo Línea Fundadora abrazan a los familiares peruanos, y que desean que el país transite con justicia y sin impunidad la lucha contra los crímenes cometidos. Los compañeros aprietan stop y programan para otro día una entrevista más larga. Mientras se escuchan las últimas ráfagas de la cámara fotográfica, Nora cuenta que tiene un nuevo lema: “fotos, los jueves desde las 15:30 a 16 en la Plaza”. Se ríe. Nos reímos. Pero casi sin respiro un rictus de seriedad invade su ojos brillosos y sus labios rosas: “Siempre nos sacamos fotos en un marco de amabilidades, de saludos, de abrazos, y a veces no nos damos cuenta que salimos sonriendo. Entonces hay que acordarse del contexto. Es que los argentinos somos muy cariñosos. No es que uno finja, pero yo me pongo en esta foto y la gente se acuerda de Cantuta, del drama y tenés que hacer que por un reflejo piensen “¡qué terrible lo que pasó!”.

Con sus 87 años “vitales y móviles” es inquieta, quiere saber, participar “y tengo salud para eso, por ahora”, cuenta. Entonces, concluye inevitable, no puede quedarse en la casa ni siquiera limpiando, leyendo o tejiendo. Ella sola, o acompañada de otra Madre, va a un juicio por una causa “plantada” o por una acusación injusta, a cualquier persona. “Cuando algunos jueces -no todos- ven que hay alguna madre o dos presenciando el debate y se dicen mentiras y se están atribuyendo cosas que no pasaron pueden terminar modificando algo. En eso consiste el rol de una Madre. Cada una desarrolla como puede las actividades que tienen que ver con todos lo derechos humanos. En la puerta de una fábrica, cuando despiden y  hay represión, cuando avasallan los derechos de los trabajadores”. No es obligación, es compromiso.

Pocas veces se la ve en público sin el simbólico pañuelo blanco. Antes de seguir dice que prefiere quitárselo, le cansa.Camino a ser Madre. Intramuros

Nora Irma Morales nació el 22 de marzo de 1930 en Buenos Aires, hija de un padre catalán y patriarcal y una madre tímida, con cinco hijas mujeres. Su infancia, recuerda, fue común, con reyes magos y fiestas de cumpleaños. Algo de su carácter se perfilaba ya en esa nena “revoltosa” que describía su padre. Empezó la secundaria, se puso de novia muy jovencita y dejó al poco tiempo. Se casó con Carlos a los 19 años, “muy enamorada”. Dice que ahí empezó su vida de señora adulta reproduciendo lo que había vivido de chica en un matrimonio tradicional. Y ahí empezó a ser Cortiñas. En 1952 nació Gustavo y tres años después su segundo hijo, Marcelo. Ejerció su esperable papel de madre. Estaba segura de cuáles eran sus deberes, aunque conocía poco sus derechos. Trabajaba como ama de casa y además ejercía las “tareas invisibles” de las mujeres: dando clases de alta costura, haciendo trabajos a pedido. Siempre adentro, entre las cuatro paredes, cuidada por un marido que ahora define machista. Lo dice sin problemas, aunque en el fondo admita que le cuesta un poco. Porque hoy se define feminista, camino que empezó sin darse cuenta cuando con otras Madres irrumpió en el espacio público y que continuó en 1986 cuando asistió al Primer Encuentro Nacional de Mujeres.

Sus hijos se criaron en una familia sin partidismos pero donde se admiraba y respetaba a Eva Perón. Recuerda que eran tiempos de un Estado de bienestar que permitía llevar una vida sencilla, sin complicaciones económicas. Con el crecimiento de sus hijos comenzó la etapa de conversaciones políticas.M: ¿Cuándo empezó a militar Gustavo?

“Gustavo tuvo su despertar político a los 16 años. Empezó su militancia social en la Villa 31 con el Padre Carlos Mujica. Ahí fue creciendo y se enroló en la Juventud Peronista. Después, en el final casi, estuvo en Montoneros. Tenía algunos compañeros ya desaparecidos, otros presos políticos por la Triple A. Pero él seguía. Le habíamos dicho que se fuera, pero dijo que no, que no hacía nada malo. Estaba casado con Ana, una compañera que conoció militando y tenían un hijo. Gustavo hizo la mitad de la carrera de Ciencias Económicas en la UBA. Trabajaba en una empresa privada. En 1976, cuando empezó la dictadura cívico-militar eclesiástica y económica, todo se puso muy duro, empezaron masiva y sistemáticamente las desapariciones. “El golpe del 76 fue una continuación de esa política de persecución que comenzó cuando bombardearon la Plaza de Mayo en el año 1955”, afirma. Bombardeo de complicidad militar y civil con el que, denuncia firme, el norte le dijo al sur que el Estado de bienestar era parte del pasado.Pero de cualquier manera, él y Ana no se querían ir. Empezó esa metodología sangrienta y brutal de la desaparición forzada de personas que es el crimen de los crímenes”.

Nora aclara que el terrorismo de Estado empezó antes de 1976, con Isabel Martínez de Perón y con la Triple A. La represión en esos tiempos había desaparecido a más de 3000 mujeres y hombres. El 11 de mayo de 1974 el Padre Mugica era baleado por el grupo parapolicial liderado por López Rega. “Desde ese momento ya se habían exiliado miles de personas. Perseguidos de todas las ramas, de todas las profesiones, de todas las edades. La mayoría de entre 20 y 40 años. Obreros especializados. Fue una continuación de esa política de persecución desde que bombardearon la Plaza de Mayo en el año 1955”, afirma. Bombardeo de complicidad militar y civil con el que, denuncia firme, el norte le dijo al sur que el Estado de bienestar era parte del pasado. “Ese golpe,  el del ‘66, el ‘76  mostraban lo que sabíamos: que Estados Unidos hacía años había dicho “América para los americanos”. Todas las dictaduras de América Latina, del Cono Sur especialmente (Bolivia, Paraguay, Chile, Uruguay, Brasil y Argentina), se definieron desde el departamento de Estados Unidos, en su afán por dominarnos, para sacarnos la riqueza, para poner sus bases militares. Los jóvenes tenían en clara que la lucha era por un país para todas y todos, un país con justicia social. No fue una guerra sucia”.

La pulsión revisionista hoy toma una faceta sombría. A la teoría de los dos demonios hermana de la postura negacionista que parecen renovarse, sin disimulos, en la boca y en los gestos de algunos altos funcionarios (y en alguna editorial dominical), Nora responde: “Acá hubo un ejército de ocupación que avasalló todos los derechos humanos y lo que llaman ‘teoría de los dos demonios’ en realidad era un pueblo en lucha”. Mefistófeles hay uno solo.

Camino a ser Madre. ExtramurosLa desaparición de Gustavo fue un calvario visceral. “Porque de adentro te sacan un hijo y te amputan, te sacan una parte del cuerpo. Ya nada es normal, ni aceptable”.  Colgó su delantal de ama de casa y empezó a correr. De acá para allá, de la noche a la mañana. Atravesó los muros.A Gustavo lo desaparecieron el 15 de abril de 1977. Salió una mañana fría y no volvió más. Lo secuestraron en la estación de tren, mientras iba camino a su trabajo. Esa noche un operativo militar y policial allanó la casa de Nora, en donde estaba su nuera. Que no le hicieran nada fue para agradecer, como un milagro. En la mayoría de los casos, al no encontrar a la persona buscada se llevaban a cualquier familiar en represalia.Es ahí cuando comenzó, dice, su vía crucis. Un calvario visceral. “Porque de adentro te sacan un hijo y te amputan, te sacan una parte del cuerpo. Ya nada es normal, ni aceptable”.  Colgó su delantal de ama de casa y empezó a correr. De acá para allá, de la noche a la mañana. Atravesó los muros. Su marido, su nuera y su hijo se dividieron las tareas domésticas que habían sido suyas durante tantos años. Recorridos a las comisarías, el Obispado, el Ministerio del Interior, presentación de habeas corpus. La llamaban, la amenazaban con meterla presa, la trataban mal. Con la impunidad machista de las botas, a Carlos le dijeron que lo mejor que podía hacer era atar a su mujer revoltosa a la pata de la cama, para que deje de salir a la calle porque le iba a pasar lo mismo que a Gustavo. “Madre terrorista”, escupían algunas paredes del barrio para amedrentarla. Ella siguió, y conoció a otras Madres que estaban atravesando su misma via dolorosa. Tortura absoluta, intemporal, metafísica.M; ¿Cuándo decidieron  ir a Plaza de Mayo?

-No hay una noción de fecha. No, no. Todo era espontáneo, visceral. Nuestro movimiento fue inédito, no medimos nunca los peligros. Nos hicimos Madres en las calles. Hoy sigue siendo visceral y espontáneo. Salimos, vamos.

Detrás de la Iglesia Stella Maris, en el barrio porteño de Retiro, habían instalado una oficina estrecha para Emilio Grasselli que, ella siempre describe, vestía sotana y calzaba botas de la Marina. El obispo, con la frialdad de un burócrata, llenaba ficheros con la información y la angustia de los familiares. Fueran donde fueran las madres, el desprecio y el machismo que sufrían eran de manual:

“No hay una noción de fecha de cuándo decidimos empezar a ir a la Plaza de Mayo. No, no. Todo era espontáneo, visceral, no medimos nunca los peligros. Nos hicimos Madres en las calles. Hoy sigue siendo visceral y espontáneo. Salimos, vamos.”-Seguro su hijo se fue con otra mujer que le gusta. Seguro su hija se cansó de lo que hacía y abandonó la casa.

-Sí, mire, pero mi hija tenía un hijito.

-Sí, pero a las jóvenes no les interesan ni los hijitos.

Azucena Villaflor convenció a las Madres que ya nada tenían que hacer en esa oficina. Que debían visibilizar su lucha. El 30 de abril de 1977 catorce Madres pisaron la plaza. Algunas de ellas “católicas y supersticiosas” no querían ir los días con “r”, por mala suerte. Quedaban lunes y jueves. Los lunes muchas limpiaban las ropas en sus casas. Se decidió que fuera todos los jueves a las 15.30. “Había sectores de mujeres, especialmente de algunos partidos, que nos veían como provocadoras, no nos querían mucho. De los hombres ni les cuento ¿No? Por eso nos pusieron ‘las locas’. ‘Ahí hay un grupo de locas, ya van a dejar de venir’, dijo un general. ‘Ya van a dejar de venir a la Plaza cuando haga mucho frío, cuando haga mucho calor’, sin imaginar que estábamos cada día más convencidas de por qué estábamos en la calle”.

M: ¿Qué tareas continuaron haciendo en paralelo?

-Fuimos a los cuarteles, a los hospitales, a las cárceles. Formamos un grupo compacto de madres que empezaron a molestar a los militares, a la iglesia, a los políticos. En ese momento estaban planificando cómo nos iban a sacar de la plaza. Ahí se infiltró Astiz.

Azucena llevaba en borrador una carta para el Papa, para el Episcopado, para los militares. Se leía en voz alta, luego la firmaban. Tres madres iban con la carta a la Marina, otras tres a la Aeronáutica, otras al Ejército. Desde la embajada de Estados Unidos las invitaban con un amable cinismo a llevar sus denuncias. Los encuentros, dice, parecían una tarde de té de señoras gordas para que los funcionarios les sonsaquen información clave. Luego las despedían por un túnel, asegurándoles que tal operativo propio de un film hollywoodense era para “protegerlas”. No mucho más tarde, en diciembre de 1977, desaparecieron Azucena, Esther Ballestrino de Careaga, María Ponce y las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet.

Pero las Madres ya no podían volver al pasado. Nada era normal, amputadas en cuerpo y alma, buscaban a sus hijos y ahora también a sus compañeras. “El terrorismo de Estado consistía en llevarse a todos, terminar con la búsqueda de los desaparecidos, de la verdad y la justicia. No era sólo la desaparición de una Madre sino el horror de toda una familia. Les demostramos a estos genocidas que no nos habían intimidado”. Que el terror que inocularon en cada casa no iba paralizarlas.M: ¿Cómo atravesó tu familia ese terror creciente?“Nosotras también provocamos dolores en los otros hijos. Ellos vivieron con ese miedo de que se llevaran a la madre y además la desatención de la familia. Después de lo de Azucena, Marcelo tenía pánico de que algo le pasara a su madre. Fue un llamado de atención en todas las casas. En la mía, la esposa de Gustavo suplantaba un poco mi ausencia. Pero no había nadie para matizar esa falta. Algunas compañeras tuvieron que hacer de madres cuando ya eran abuelas, encargarse también de cuidar a sus nietos que se habían quedado sin mamá ni papá”.

La plaza, repite, no fue planificada como un golpe político a la dictadura, surgió espontáneamente. Pero fue una piedra en el zapato molesta, difícil para todos sus protagonistas. “Desde la cúpula de los militares y la iglesia intentaron desvalorizarnos diciendo que lo que hacíamos era política. Sí, hacíamos política, no partidismo. Nos pasamos años demostrando que no hacíamos partidismo, aunque últimamente algunas madres decidieron hacerlo”.

M: ¿Cómo fue la escisión entre las Madres?“Es un movimiento inédito, porque a pesar de que había opiniones distintas en el seno de nuestro organismo, nunca hubo peleas que distorsionaran la lucha. Sin darnos cuenta ejercimos una democracia interna que no ocurría cuando estábamos con Hebe de Bonafini. (…) Pero bueno, nosotras no nos inmiscuimos en ningún organismo, ni opinamos sobre su accionar. Ahí hay un grupo de Madres a las que queremos y con las que empezamos una lucha juntas.”“Nosotras nos separamos y formamos la Línea Fundadora, donde siempre ejercimos democracia interna. Nunca nos separamos por religión. Tampoco había diferencias basadas en las agrupaciones en las que militaban nuestros hijos. Es un movimiento inédito, porque a pesar de que había opiniones distintas en el seno de nuestro organismo, nunca hubo peleas que distorsionaran la lucha. Todo lo íbamos sacando a flote, de a poquito. Las Madres que quisieron venir a la Plaza vinieron a la plaza. Si había una invitación de la casa de Gobierno, la que quería iba y la que no, no iba. Sin darnos cuenta ejercimos una democracia interna que no ocurría cuando estábamos con Hebe de Bonafini. No les quiero decir que nunca tuvimos discusiones pero las diferencias siempre se saldaron. Nuestra democracia interna fue un ejemplo. Además Hebe hizo público que ellas no conforman un organismo de derechos humanos sino un movimiento político que está adherido al partido de Cristina, por lo tanto es otra cosa. Pero bueno, nosotras no nos inmiscuimos en ningún organismo, ni opinamos sobre su accionar. Ahí hay un grupo de Madres a las que queremos y con las que empezamos una lucha juntas. Son Madres, ¿no?”Nueva etapa

La memoria de la historia reciente fue uno de los cimientos ideológicos del kirchnerismo. Néstor Kirchner fundó su legitimidad apoyándose en el movimiento de derechos humanos y reivindicando la  “juventud maravillosa” que peleó por un mundo mejor en los años setenta. En las políticas de la memoria desde el 2003, el terrorismo de Estado no se leyó como el producto de militares dementes, sino el arma central para imponer un proyecto de país acorde a las necesidades de los grandes empresarios locales y del sistema financiero internacional. La dictadura no fue un hecho encapsulado en 1976-1983, sino la expresión más violenta de la prepotencia de grupos económicos que siguieron siendo actores centrales del poder político en los años posteriores y que siguen (no tan) agazapados en la actualidad.

Gente que hoy cuestiona el movimiento de derechos humanos supone que golpea así el legado kirchnerista. Pero no fue relato K. La vuelta de la democracia en 1983 encontró una sociedad vaciada de sus mejores energías y con un desaliento necesitado de la vitalidad creadora que los organismos de derechos humanos y sectores de izquierda supieron darle. A pesar de la resistencia armada y las complicidades civiles. Alfonsín tuvo, de algún modo, la valentía de empezar el juicio a las juntas. Fue un acto de afianzamiento de la democracia cuando las armas todavía estaban humeantes. Pero su ruido pudo más, y se terminó por clausurar esa apertura en la búsqueda de justicia. Después Alfonsín se empezó a mandar macanas, pero él tampoco tuvo apoyo de la oposición ni en el momento del levantamiento . Porque la oposición política había sido partícipe del terrorismo de Estado. El peronismo de derecha había consentido. Los desaparecidos son los pibes peronistas de izquierda. ¿Por qué no se abren los archivos? Ahí están los nombres de muchos de los que participaron: civiles, políticos, empresarios, miembros de la iglesia. Pero eso a ningún partido le conviene”.

En 1985, año del Juicio a las Juntas, Nora cursaba su tercer año de la carrera de Psicología Social en Castelar. Ese año no pudo leer ni una hoja. La decisión de estudiar la había tomado cuando una de las tantas estudiantes que se acercaban a contemplar el trabajo de las Madres le dijo que ellas hacían en la práctica lo que Pichón Riviere enseñó en la teoría. Nora sólo tenía que darle forma conceptual a lo que ya tenía incorporado como sentido práctico. Pese a las interrupciones de la vida de una Madre, tiempo después se recibió.Se caracteriza “crítica, protestona y chinchuda”. Y esa obstinación molesta. Algunos periodistas se preguntaron por qué una Madre se ponía a discutir sobre la deuda externa. Es que Gustavo es también víctima fatal, como todos sus compañeros, de una política económica de miseria planificada: “Los milicos y los civiles pedían plata para armar los campos de concentración, para comprar las armas con las que mataron a nuestros hijos e hijas”La reconciliación forzada que intentó Menem en los noventa con leyes de amnistía surge hoy reactualizada. Al intento reciente del Episcopado Argentino de reunir a familiares de víctimas del terrorismo de Estado con  familiares de represores, Nora exigió en muchos medios que lo que interesa ante todo es saber qué hizo la cúpula de la iglesia para frenar el horror durante esos años. La reconciliación huele a entierro del pasado y elogio de la amnesia.

La sensación amarga de un retroceso adquirió forma con la simbólica intentona de convertir en movible el feriado del 24 de marzo y coronado con la Corte Suprema y su 2X1 al represor Luis Muiña. La marcha del 10 de mayo reciente demostró que la justicia conseguida (siempre incompleta) le debe mucho menos al trabajo de los tribunales que a los cuerpos furiosos y obstinados que inundan las calles para clamar y resistir con estruendo.No puede con su genio. Se caracteriza “crítica, protestona y chinchuda”. Y esa obstinación molesta. Algunos periodistas se preguntaron por qué una Madre se ponía a discutir sobre la deuda externa. Es que Gustavo es también víctima fatal, como todos sus compañeros, de la política económica de una miseria planificada. Sentadita frente a una cámara dice sin tapujos:

-“Los milicos y los civiles pedían plata para armar los campos de concentración, para comprar las armas con las que mataron a nuestros hijos e hijas, para pagarles los sueldos extraordinarios a los torturadores, para hacer un mundial de fútbol y tapar la infamia que se estaba cometiendo. Primer partido del mundial en la cancha de River, justo enfrente de la ESMA”. Nora reconoce los avances en materia de derechos humanos hasta 2015, pero precavida dice que nunca se encandiló. Años de lucha parecen haberle dado esa lección. Hasta la actualidad, las  Madres de Plaza de Mayo línea fundadora sostienen una independencia crítica, sin vínculos ni identificaciones partidarias. Porque, también reconoce, “los sueños de nuestros hijos e hijas no se dan en lo que ellos querían, que reinara la justicia social”. No puede haber justicia social con Milani y la ley antiterrorista, situaciones “manejadas con las miradas demasiado benévolas de cierta parte de la militancia”.

Cuando ella, atravesada por el miedo lógico de cualquier madre, le pedía que se fuera del país, Gustavo le contestaba: “mamá, vos vivís encerrada entre estas cuatro paredes”. Él le hablaba de otro mundo que ella a sus casi cincuenta años no conocía, aquél donde salen a flor las vivencias y los sufrimientos de los pueblos. “Mamá, vos vivís encerrada entre estas cuatro paredes”, le decía Gustavo. Él le hablaba de otro mundo que ella a sus casi cincuenta años no conocía, aquél donde salen a flor las vivencias y los sufrimientos de los pueblos. Nora seguiría ese camino. Eyectada sin quererlo de su casa en la búsqueda de su hijo, salió a la calle, símbolo de lo imprevisible, como dijo Norbert Lechner, pero también de lo abierto y de lo posible.Gustavo salió del mundo personal de sus comodidades a toparse con realidades muchas veces ajenas. Nora seguiría ese camino. Eyectada sin quererlo de su casa en la búsqueda de su hijo, salió a la calle, símbolo de lo imprevisible, como dijo Norbert Lechner, pero también de lo abierto y de lo posible. Así adquirió conciencia de su lugar contra las injusticias que empezó a ver y a sentir hasta los huesos. De esa nueva otra mitad de su vida se cumplen casi cuarenta años.

Fue profesora en la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. También, titular de la Cátedra de “Poder Económico y Derechos Humanos” en 1998. Doctora Honoris Causa por la Universidad Libre de Bruselas, Bélgica, en 2000. La Universidad de Salta le otorgó en el 2004 un Doctorado Honoris Causa por su trayectoria en defensa de los derechos económicos y sociales de la población Argentina. En 2012, la Universidad de Buenos Aires la distinguió con el Doctorado Honoris Causa. Cuando lo recibió, le habló a su familia y sobre todo a Gustavo, a quien le dedicó la distinción y una ofrenda presentando un habeas corpus como muchos de los tantos que presentó desde el primer día que se lo llevaron.

Una hoja en la agenda de Nora

Va a Puerto Madryn y se suma a la ronda de los jueves. Junto a dirigentes de la Correpi  y la Asociación de ExDetenidos Desaparecidos viaja a Chubut para  denunciar la represión y exigir la libertad de miembros de la comunidad mapuche detenidos en lucha contra el despojo de sus tierras. Se reúne con el gobernador Gerardo Morales en Jujuy para reclamar la inmediata libertad de Milagro Sala. Junto a la Multisectorial Antiextractivista, miembros de la asamblea El Algarrobo de Andalgalá participa en la conmemoración del Día Mundial del Agua en el Obelisco. En la comisaría Once, (Capital Federal) exige la libertad de Micaela, integrante de Garganta Poderosa, quien filmó los atropellos policiales a un chico de 13 años. Viaja a Río Negro para reclamar por la aparición del taxista Carlos Painevi, exigiendo al Estado respuestas y apuntando contra la investigación judicial. Respalda públicamente la denuncia de violencia institucional sufrida por familiares de Kiki y Ezequiel, jóvenes de Villa Lugano (Capital Federal) asesinados por un policía federal. Participa de la reciente marcha en defensa de los trabajadores despedidos en Pepsico. Se sienta entre quienes encabezan el acto de cierre del “Ni una Menos” en Plaza de Mayo.

M: ¿Cómo fue tu acercamiento con las feministas?

“Con los encuentros de mujeres nos empezamos a juntar y compartimos muchas cosas. Y de a poco tuvimos vínculos afectivos y de coincidencias políticas. Eso fue lo principal, las coincidencias: estar en contra de la dictadura, en contra del machismo. Después empezaron las invitaciones a la marcha del orgullo gay. Fue fuerte porque dentro de Madres hubo temas en los que no coincidíamos. Por ejemplo, el aborto. Hasta el día de hoy hay madres que no adhieren, respetan pero no adhieren”.

Y es que los derechos humanos marcan su norte: desde una definición amplia que le permite hablar con la misma soltura de desigualdad de género y de extractivismo. Para el simple mortal que lee, Nora parece ubicua, omnipresente. Una presencia casi divina, pero es de carne y hueso. ¿Cómo hace? Ante la pregunta, recuerda que mientras estudiaba Psicología Social un profesor le enseñó que cuando uno tiene muchas actividades se debe construir algo así como un imaginario. Con las manos se hace un rectángulo y en él se van ubicando las tareas pendientes para luego ir ordenándolas según su prioridad. Todas las mañanas se acuerda de ese profesor. Cada vez que se levanta de la cama tiene que hacer su rectángulo, agarrar la agenda, buscar, ver.“Estamos luchando todos los días. Todos los días te llaman por un drama más, pero es así. Y quedamos poquitas madres. La última va a apagar la luz. Esta semana Mirtha se siente mal, no quiso venir a la Plaza.  Pero antes íbamos a los actos hasta diez madres, después ocho, después cinco. Ahora, va una y “gracias”. Hay otras Madres: las del gatillo fácil, de la trata, del paco. El jueves pasado vinieron a la Plaza las madres de Ituzaingó, Córdoba. Todas tienen un hijo que nació mal formado por los agrotóxicos, o que se les murió, o que ahora el chico tiene cáncer. De vivir en un medioambiente sano, en contra de Monsanto, de la Barrick Gold, que tuvieron muchas atribuciones de parte de todos los gobiernos. Las madres de los chicos víctimas de los agrotóxicos no se pueden ir de ahí porque no tienen plata. No les dieron indemnización. No. Sólo les arreglaron el barrio y tienen que vivir ahí con todo contaminado, es terrible.“Hay otras Madres: las del gatillo fácil, de la trata, del paco, las de los agro-tóxicos. La lucha es full-time, sin francos ni feriados. No hay justicia social si todos los meses cierran fábricas y miles de trabajadores quedan desamparados frente a un cartelito de cinco renglones de despedida en la puerta. Cuando todos los días matan a una mujer”.Es como ahora a estos chicos de Pepsico, que les quieren dar una indemnización pero perdieron laburo. Y no tienen a dónde ir, no hay otro trabajo. Algunos agarraron la plata por desesperación, es lógico. Pero ahora no es como antes que se ponían la canchita de tenis, el kiosco, compraban un taxi, ponían una parrilla con pollos. Ahora no hay posibildades, porque no hay plata por ningún lado, no hay consumo”.

M: ¿Dónde estuviste ayer?

Presencié el juicio a las mujeres del colectivo #Niunamenos . Oh, atrevidas, pintaron la pared de una iglesia. No le encontraron delito, ni los tachos de pintura. Entre medio de todos los que fueron a acompañar estaba yo, sentadita, ahí. El fiscal dejó para otro momento la definición, con más pruebas.No le gusta hablar de éxito. Éxito hubiera sido abrazar a sus hijos e hijas, verlos crecer. Cierra los ojos. Representa el abrazo que nunca pudo volver a dar, unas lágrimas se escapan y nublan la mirada.  “Hoy, Gustavo me hubiera dicho que me quede un día en casa”.La lucha es full-time, sin francos ni feriados. No hay justicia social si todos los meses cierran fábricas y miles de trabajadores quedan desamparados frente a un cartelito de cinco renglones de despedida en la puerta. Cuando todos los días matan a una mujer. Cuando hay paco, gatillo fácil, trata de personas. Dice que todo lo que se logró y logra a día a día no es regalo de nadie. Que se logró en la calle y porque fueron escuchadas de distintas maneras, con distintos oídos. Siempre en la calle. Pero nunca solas. “Los logros excepcionales que tuvimos en materia de juicios en el anterior gobierno, se lo debemos a testigos extraordinarios que no se olvidaron de sus compañeros y compañeras soterrados en el infierno. Tenemos abogadas y abogados extraordinarios, éticos, solidarios. Fiscales y fiscalas, jueces y juezas que tienen deseo y compromiso de hacer justicia”.Hace pocos días el médico le exigió que si iba a algún lado lo hiciera pero sentada, por el dolor que siente en una de sus piernas. Con sus 87 años tiene un “cuerpito” que ilustra gastado, pero sigue incólume un espíritu que brilla con luz propia, que arde con tantas ganas que no se puede mirar sin parpadear. Y quien se acerca, se enciende. Con orgullo cuenta: “hay mucha juventud que nos sigue, que dice que se inspira en nosotras”. Y así, sigue, noche y día. Pero no le gusta hablar de éxito. Éxito hubiera sido abrazar a sus hijos e hijas, verlos crecer. Cierra los ojos. Representa el abrazo que nunca pudo volver a dar, unas lágrimas se escapan y nublan la mirada.  “Hoy, Gustavo me hubiera dicho que me quede un día en casa”.Referencias:

“Somos Memoria: Nora Cortiñas”, Canal Encuentro. https://www.youtube.com/watch?v=0YcFn75FAQY

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