Luego de la crisis de 2001, se establece en la Argentina una singular relación entre capital y trabajo. La precarización laboral define las características del periodo a través de distintas estrategias empresarias: el temor por la pérdida del empleo, el “asociacionismo” con sus trabajadores y su infantilización. Al mismo tiempo o a la par, nuevas formas de resistencia se constituyen como consecuencia de estas estrategias de disciplinamiento.La consolidación de la precariedad laboral en la Argentina es un legado del capitalismo difícil de desenredar. Ser solo un número más aborda este tema con un análisis pormenorizado de la relación entre capital y trabajo, donde se revela el trasfondo de legalidad y la complacencia de organismos de control y de los propios representantes sindicales que, más que estar en la vanguardia de la defensa de los trabajadores ante las injustas formas de contratación y desarrollo de la vida laboral, transitan un lugar difuso y complaciente.

Con referencias teóricas vinculadas a la microfísica del poder foucaultiana, la autora se sumerge en el mundo de las grandes empresas de supermercados que crecieron durante los años noventa, y en los llamados Call Centers –cuyo auge puede encontrarse posteriormente a la debacle financiera de 2001– para describir con minuciosidad sus formas íntimas de disciplinamiento.Los casos que se analizan a lo largo del libro son los de Coto, Wal-Mart y tres call centers: ActionLine, Teleperformance y Qualfon. En el caso de los supermercados, la autora introduce el tema a través de un análisis cuantitativo basado en la Encuesta Supermercados del INDEC y datos de la revista Mercado, para indicar un aumento en la centralización y concentración de las cadenas. Proceso que no puede entenderse sin tener en cuenta, a su vez, a las legislaciones que favorecieron al crecimiento del sector.

Pero si la legislación fue clave en el caso de los supermercados, en los servicios de Call Centers fue aún mucho más marcado. Fuertes políticas locales fomentaron, a través de subsidios, reducción de impuestos, acceso a inmuebles y la radicación de las empresas multinacionales en determinadas provincias.

El libro continúa entonces con las distintas estrategias empresarias de disciplinamiento laboral para cada uno de los casos. La autora muestra cómo, en Coto, la crisis de 2001, la imagen del piquetero y la amenaza constante no solo de perder el empleo sino de no poder recuperarlo, moldean el comportamiento de los trabajadores. Esos agentes externos conviven, además, con un sistema de control interno casi sofocante, que produce una sensación de inutilidad. Ante esta situación, el empleado se subordina a cualquier costo (inclusive económico) en una especie de agradecimiento hacia su empleador por conservarle el puesto de trabajo. Esa idea de deuda se va a ver reflejada, inclusive, en los propios delegados sindicales, que trabajan en pos de un acuerdo y un entendimiento constante con la empresa.

Distinto es el caso de Wal-Mart. Aquí el miedo da lugar a una especie de bizarro triángulo amoroso entre el cliente, el trabajador y el empleador. Un amor no correspondido en el cual el trabajador debe dar todo por los clientes y todo por el empleador. Con el primero, porque cree que es su verdadera fuente de trabajo; con el segundo, el amor se performa sobre la idea de un “asociacionismo” con las jerarquías de la empresa y su política de puertas abiertas. Esta política es la que durante años impidió la organización sindical de los trabajadores en esa cadena de supermercados.

En el caso de los call centers, la infantilización caracteriza a la nueva forma de desarrollo del sector comercial. Los nuevos empleados que ingresan en este tipo de empresas son en su mayoría adolescentes, y por eso, a primera vista, el trabajo parece presentarse como “un secundario sin dar las materias”. El lenguaje con el que se comunican los supervisores se maneja en este registro: de “onda” se pide que se comprometan con tal o cual actividad.

El operador de call center sufre además de la estrategia de “confusión”: porque no entiende el nuevo lenguaje y porque la capacitación no le da las herramientas para enfrentar los llamados día a día ni los altos niveles de rotación interna. Con esto no solo se hace referencia al personal que ingresa y se va fugazmente sino también a la falta de apropiación ante la ausencia de un lugar fijo: no hay fotos ni recuerdos que le permitan al trabajador construir un espacio propio, familiar o afectivo. El combo explosivo se completa con métricas que transforman mes a mes el salario.

Sin embargo, aquí aparecen las resistencias. De esas condiciones, surgen nuevas organizaciones que buscan vías de visibilización de los conflictos internos y transforman el nombre de la empresa en uno que identifique sus demandas, tales como “Teleperforados” o “Qualquemados”.

Finalmente, el libro adquiere su máxima riqueza cuando delinea las subjetividades y la cosmovisión de esos sujetos. El trabajo empírico, construido a partir de una gran cantidad de entrevistas y una observación exhaustiva, lleva por un camino de análisis sociológico donde la exactitud de las preguntas de investigación que se propone la autora, se responden a la par de hipótesis generales que le dan al trabajo una definitiva muestra de precisión analítica.

En resumen, la gran pregunta del libro es por las formas y métodos que genera el capital en el contexto posterior al derrumbe del neoliberalismo de 2001. De ella se desprenden otras vinculadas a las estrategias para consolidar nuevas formas de contratación y explotación. Aparecen entonces, nociones como las del pacifismo de los trabajadores, una figura clave para entender cómo los empresarios utilizan el miedo para alterar la capacidad de acción y resistencia de los sujetos. La precariedad laboral se presenta de este modo como única alternativa tanto para los sectores populares, si nos referimos a las cadenas de supermercados, como para la clase media, en el caso de los call centers.

A pesar de la iniciativa y de políticas públicas tendientes a una generación de empleo formal de los últimos años, el libro exhibe a trabajadores en territorios excluidos de un resguardo legal que los contenga y los preserve del abuso de empresarios beneficiados por el aumento del consumo y las ventajas competitivas que brindó la devaluación de la moneda.

Mediante técnicas clásicas de las Ciencias Sociales, el trabajo se detiene en la biografía y experiencias de jóvenes trabajadores del sector de servicios. La riqueza de las entrevistas, artículos periodísticos, y su relación, generan un trabajo de rigor conceptual y analítico que llega hasta el centro de cómo se compone la manera con la cual el neoliberalismo impacta en el lugar mismo del trabajo. Por otra parte, alumbran sobre las diferentes estrategias las nuevas formas de resistencias y la capacidad de agencia de los trabajadores insertos en estas redes de trabajo precario.

Si bien la mirada foucaultiana sobre la microfísica del poder está presente en cada capítulo, se adosan diferentes miradas que provienen de otros estudios históricos sobre la organización social del trabajo, cuestión que permite una apertura analítica y teórica inmejorable y certera. Una enmarañada conjunción entre el poder, la resistencia y las distintas descripciones críticas sobre estos conceptos, que se encuentran ya bastante trillados, enriquecen esa discusión aún pendiente.

Ser sólo un número más es no sólo una descripción de las formas de precariedad, sino también de los nuevos sindicalismos y sus disputas internas y externas, el debate sobre los horizontes políticos que se generan en esta época, y la crítica explícita y contundente sobre la necesidad de desenmascarar construcciones ideales.

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