Los famosos siempre fueron iconos de moda, belleza y estilos de vida. Pero, en nuestra posmodernidad, hay una novedad: la omnipresencia del celular y junto a él, de las redes sociales. A través de imágenes en Instagram y likes, se observa la concreción de una idea de éxito como valor moral.Éxito. Una de las palabras más utilizadas, en estos tiempos de hiperconectividad. Pero ¿qué significa realmente? Si uno busca en cualquier diccionario en español, la palabra «éxito» se define como aquello que hace feliz y dichosa a una persona. En el mundo en que vivimos «eso» que nos hace sentir importantes y respetados por otros, viene de la mano de aquello que acumulamos. Por tal cuestión en la posmodernidad, no se es exitoso si no se acumula conocimiento ni riqueza y si no se asciende o progresa socialmente.A través de los medios de comunicación, se han ido construyendo modelos arquetípicos de exitismo. Artistas, deportistas, empresarios son puestos en la vidriera de aquello a lo que todos deberíamos aspirar. Sin dudas, Internet los ha puesto cada vez más cerca de nosotros. Según un estudio de la consultora en marketing digital, ComScore, «9 de cada 10 personas en América Latina se conectan a Internet a través de su teléfono celular inteligente». Casi toda nuestra vida gira alrededor de un smartphone del que no podemos despegarnos en ningún momento. Vivimos conectados.Esta «adicción» al celular ha llevado a las compañías de tecnología a pensar en diversos productos y contenidos que puedan enganchar más y más a las personas. Asimismo, su principal función y la que más ha dado resultado es darle la posibilidad a sus usuarios de sumergirse en la vida de personajes afamados que definitivamente nos muestran cómo deberíamos ser, qué deberíamos usar y hasta cómo deberíamos comportarnos. Hoy, son un fenómeno global indiscutible.

Pero cada red social tiene su propio público y la que más efecto ha tenido en las nuevas generaciones ha sido Instagram. Creada en 2010 y basada en la publicación de fotografías y contenidos audiovisuales, sólo funciona si muchas personas te siguen. Casi como si fuera una especie de secta, el objetivo de cada cuenta es obtener muchos seguidores y, así constituirse en una suerte de gurú de las apariencias. No es casual que sea la plataforma preferida de los famosos y, también la escogida por los jóvenes. Los de la generación Y también conocidos como «Millennials» nacidos entre 1986 y 1996 aproximadamente, los de la generación Z llamados «Centennials» nacieron entre 1997 y 2010. Ambas generaciones crecieron con la tecnología en sus manos solo que en diferentes formas.Los millennials vieron pasar por sus ojos diferentes tecnologías y han sabido adaptarse a cada una con mucha facilidad. Del Mp3 al Smartphone, de los blogs al Facebook, al Twitter y al Instagram.Por su parte, los centennials están acostumbrados desde su nacimiento a establecer vínculos a través de medios virtuales. A muy corta edad, los celulares táctiles y las aplicaciones móviles comenzaron a formar parte de su vida y, por ende, sus relaciones sociales suelen ser encaradas de maneras distintas si los comparamos con sus predecesores. No usan Facebook y prefieren otras redes sociales como Instagram o Snapchat.

A través de los perfiles de diferentes celebridades, Instagram ha conseguido exactamente esto: atrapar a los jóvenes. Los famosos preferidos por las generaciones de adolescentes y jóvenes adultos son los artistas. Cantantes, actores y celebridades de televisión son adorados y admirados por decenas de personas. Modelos y futbolistas también. Así se forma un grupo de personalidades de diferentes ámbitos que exponen y construyen alrededor de su figura modos de ser, de actuar e incluso de pensar. Estos famosos nos dicen qué está aceptado por la sociedad y qué no. Nos muestran un trozo ficticio y, quizás, recortado de su propia vida pero que es perfecto para colocarlo como ejemplo para los demás, los seguidores.Instagram nos ofrece -antes de publicar una imagen- filtros para que la fotografía que se haya tomado quede aún más bonita. En Instagram, las «cosas» feas y sin buen gusto no se postean. Casi como por reglamento no está permitido. Una de las publicaciones con más likes de la red social pertenece a Kylie Jenner, una celebrity estadounidense de 20 años. En la fotografía, Kylie muestra lo espectacular que luce a tan solo días de haberse convertido en madre.Casi de inmediato, los medios de comunicación haciéndose eco de la publicación de una celebridad tan importante como Kylie, hace de esta fotografía un hecho noticioso. Es que, si Kylie puede tener ese cuerpo luego de haber sido madre, todas las mujeres -al menos- deberían saberlo. Esto es posible porque los likes dados a la fotografía avalan lo trascendental que puede ser para el o la que está detrás del celular, la vida de Kylie Jenner.Los famosos imprimen un estilo y si a la mayoría le gusta o le interesa, su figura se convierte en todo un influencer. Sus figuras son vistas por sus seguidores como «modelos». Modelos aspiracionales de éxito.Por otra parte, el vínculo con lo material aquí es mucho más explícito. Sin dudas, el mundo virtual revela que cuánto más y más bello sea lo que uno posea y si mejor aún, lo muestra logrará aumentar la aceptación «social» de los cibernautas.Incluso, pueden llegar a captar la escena justa y mostrar el arquetipo de familia perfecta. Entre tanta ternura, belleza y una vista excepcional, es casi imposible no darle like a una fotografía así. Todo es precioso y correcto.En Instagram, son admirados también los jóvenes influencers que llegan a tener su propia línea de cosméticos o su propia empresa por simple meritocracia. Nos encanta. Simpatía, hermosura y dinero, características necesarias para alcanzar una publicación exitosa en la red social.En la fórmula de Instagram no hay lugar para los excluidos del planeta que sí, más allá de este universo de fantasías, continúan existiendo. Los que no merecen ni siquiera ser mirados no son modelo de nada y significan todo lo que no deberíamos hacer. Instagram está presente para que no miremos al que está sufriendo a nuestro lado, y admiremos fotografías e imágenes repletas de filtros que de real parecen no tener mucho.

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