Presentada con frecuencia por los discursos dominantes como un problema, la migración aporta una enorme diversidad cultural a los países de recepción. Este artículo relata el caso de la Morenada, danza de la región de Oruro en Bolivia, para recuperar aquella diversidad y volver la mirada sobre expresiones artísticas frecuentemente invisibilizadas. Y en ese camino abre interrogantes acerca de la potencia que aquella riqueza cultural presenta en términos artísticos para un país como la Argentina, destino histórico de corrientes migratorias, pero también sobre su capacidad para operar en el reconocimiento de la diversidad propia: la sociedad receptora observándose a sí misma en el espejo de sus migrantes.

 

Arte y diversidad cultural

El arte es un fenómeno social. La música por ejemplo, contrario a la creencia común de constituir un “lenguaje universal”, está asociada a contextos culturales específicos. Cabe hacerse una serie de preguntas para entender su rol social: ¿quién la hace?, ¿quién la escucha?, ¿en qué lugar o contexto?, ¿cuál es el estatus social de sus ejecutantes?, ¿qué expresa?, ¿qué se considera positivo o valioso dentro de la misma? Estas preguntas han tenido respuestas diversas en lugares y épocas diferentes, incluso al interior de occidente. En la actualidad es posible encontrar gran cantidad de estilos musicales diferentes en los medios de comunicación: clásico, popular, rock, folklore, world music, entre otros, y al interior de los mismos las subcategorías pueden ser innumerables. Sin embargo, en esa aparente diversidad puede haber muchas similitudes y por el contrario, otras expresiones artísticas realmente contrastantes se pueden ver invisibilizadas.

 

Otra forma de abordar la diversidad musical: lo “presentacional” y lo “participativo”

El autor Thomas Turino, reconoce la variedad de estilos y etiquetas musicales presentes en los medios de comunicación y señala que en buena parte podrían ser impulsados por la industria musical. El autor propone superar esta aparente diversidad y analizar las diferentes expresiones musicales como ámbitos específicos de práctica o “campos sociales” (siguiendo a Pierre Bourdieu). En esta línea plantea cuatro “campos musicales”, de los cuales me interesa resaltar dos, llamados performances presentacionales y performances participativos. En los primeros, hay una separación entre artistas y audiencia y la audiencia no participa de la creación de la música y la danza. En los segundos, no hay una distinción entre artista/audiencia, puede haber un flujo en uno y otro sentido y, en general, hay una serie de mecanismos que buscan lograr el objetivo de incluir la mayor cantidad posible de personas en las presentaciones.

Desde este punto de vista es claro que muchos de los estilos y etiquetas musicales mencionados antes guardan similitudes suficientes para encajar en la categoría “presentacional” y que no son tantas (o no tan visibles) las expresiones musicales que se podrían denominar “participativas”. Turino tuvo que estudiar expresiones musicales bastante alejadas de su lugar de origen, los EEUU, para llegar a esta caracterización: los músicos Shona en Zimbabwe y los intérpretes aymaras de sikus en el Perú.

 

La Argentina como polo de migración (¿artística?)

La música de sikuris es sólo una de las múltiples expresiones artísticas que pueden encontrarse en el país como producto de los procesos migratorios históricos que incluyen migraciones de ultramar, de países limítrofes y más recientemente de otras regiones como países de la zona del caribe y nuevos destinos de ultramar.La música de sikuris es un ejemplo cercano a la Argentina, debido a su estrecha relación con países del altiplano andino como Perú y Bolivia que comparten muchos elementos culturales con la región del noroeste argentino. Sin embargo ésta es sólo una de las múltiples expresiones artísticas que pueden encontrarse en el país como producto de los procesos migratorios históricos que incluyen migraciones de ultramar, de países limítrofes y más recientemente de otras regiones como países de la zona del caribe (Colombia, Venezuela, República Dominicana) y nuevos destinos de ultramar (China, Senegal). El marco de análisis propuesto por Turino puede ser de ayuda para estudiar cómo estas “nuevas” migraciones, presentadas frecuentemente como un problema, pueden ser interpretadas como una fortaleza si se analizan desde la perspectiva de las artes.

En el caso de la migración boliviana, una de las más importantes dentro de las migraciones regionales, el componente artístico ha tenido un papel importante en las investigaciones sobre la colectividad. Existen eventos con gran visibilidad como la Fiesta de la Virgen de Copacabana o la “entrada” de Av. de Mayo en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, donde las fraternidades, como se conocen las agrupaciones de bailarines, presentan danzas de diferentes regiones de Bolivia. Son especialmente comunes las danzas que se bailan en grandes fiestas religiosas en Bolivia como el Carnaval de Oruro o la Fiesta del Gran Poder (La Paz). Si se analizan según el esquema de Turino, estas expresiones de música y danza podrían interpretarse dentro del ámbito de lo “presentacional”. Sin embargo, la presentación en espacios públicos es sólo una faceta de la práctica de la danza por parte de las fraternidades. Existen múltiples espacios privados donde la práctica de la danza y la música de estos migrantes puede revelar sentidos sociales diversos y contrastantes con las prácticas presentacionales.

La danza de la Morenada orureña, que hace referencia a la presencia de esclavos africanos en la explotación minera de las zonas de Potosí y Oruro, es un ejemplo de cómo esta dualidad entre espacios públicos y privados permite ver la convivencia de prácticas presentacionales y participativas en una misma expresión artística. Espacios como los “ensayos”, en realidad tienen objetivos diferentes a su espacio equivalente en las prácticas artísticas presentacionales. Funcionan como espacios de encuentro e interacción social. No sólo se baila, también se comparte con amigos y conocidos, se hacen contactos de trabajo, se come y se bebe y se realizan actividades religiosas. La decisión sobre el ingreso a la agrupación de baile tiene poco que ver con audiciones o un énfasis en las habilidades técnicas ya que se considera que con el tiempo cualquiera puede aprenderlas. Si bien el acceso a bloques de la danza que representan personajes como las Figuras (grupos de mujeres jóvenes con trajes profusamente adornados y sugestivos) o los Achachis (ex-capataces, ya retirados por su edad) pueden ser más restringidos por tratarse de grupos con menos integrantes, también hay otros espacios como los Morenos o las Cholitas orureñas donde siempre se es bienvenido y el crecimiento en la cantidad de participantes es una característica deseable.

Además de estos “ensayos” hay otra serie de actividades realizadas por las fraternidades que no son tan visibles para la sociedad receptora y que escapan al enfoque presentacional. Hay concursos de baile con otras fraternidades, celebraciones religiosas más locales y menos visibles, conciertos de agrupaciones musicales especializadas provenientes de Bolivia o de grupos nuevos creados en el contexto migratorio entre otras actividades. De hecho existe todo un circuito de boliches especializados en este tipo de danzas con gran popularidad en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Así pues, en el calendario de actividades anual, si bien las fechas más importantes son las grandes presentaciones en Charrúa y Av. de Mayo, éstas son sólo una parte de las mismas y puede ocurrir que algunos de los participantes de las actividades durante el año por alguna razón se pierdan justamente esas fechas principales, sin que por esa razón su participación en la fraternidad pierda sentido.

Esta correspondencia planteada entre espacios públicos/presentacionales y privados /participativos en realidad no es tan rígida y permite interacción y movimiento en los dos sentidos. Por más que en las presentaciones en la calle los danzantes y el público estén separados (con frecuencia mediante vallas) eso no impide que muchas de las prácticas de los espacios privados se filtren en mayor o menor medida dependiendo de la ocasión. Los “espectadores”, conocidos o no, interactúan con los bailarines, solicitándoles fotografías, ofreciéndoles alguna bebida (con frecuencia alcohólica) o arengándolos para que bailen con mayor intensidad cantando la letra de los temas musicales. En algunos casos, se puede invitar a algún conocido que se encuentra en el público a que ingrese a bailar durante parte de (o todo) el recorrido, independientemente si tiene la indumentaria correspondiente o no. En ningún momento esto es considerado como negativo o contraproducente para la calidad de la presentación, o al menos no por todos los participantes.

La dualidad espacio público-privado de la Morenada orureña muestra cómo estas expresiones artísticas se constituyen en fuertes espacios de integración social, lo que podría explicar el gran crecimiento de estas agrupaciones en años recientes y de los eventos en los que se practican.De igual manera, en los espacios privados pueden aparecer prácticas como los concursos, donde al menos temporalmente, los artistas y el público están claramente separados y se busca generar coreografías de mayor complejidad técnica para superar a los demás contendientes.

Aquella dualidad de la Morenada orureña muestra cómo estas expresiones artísticas se constituyen en fuertes espacios de integración social, lo que podría explicar el gran crecimiento de estas agrupaciones en años recientes y de los eventos en los que se practican.

 

El “otro” como espejo: la migración como riqueza

A partir de su trabajo en Perú y Zimbabwe, Turino logró encontrar características comunes entre prácticas musicales distintas para postular las categorías de análisis mencionadas. Pero ese proceso también le permitió identificar prácticas participativas en su propio contexto local, como es el caso de la Country Dance del medio oeste estadounidense. El caso de la Morenada orureña es sólo una de las muchas expresiones de música y danza de origen extranjero que tienen lugar el corazón mismo de la Argentina, lo cual es un indicador de la tremenda diversidad cultural que aporta la migración.

¿Puede un país como la Argentina, destino histórico de corrientes migratorias, aprovechar esta enorme diversidad cultural que aporta la migración como una fortaleza y reconocer la diversidad propia observándose a sí misma en el espejo de sus migrantes?¿Puede un país como la Argentina, destino histórico de corrientes migratorias, aprovechar esta característica como una fortaleza y reconocer la diversidad propia observándose a sí misma en el espejo de sus migrantes? Varias preguntas surgen a partir del estudio de este caso: ¿qué expresiones locales tienen características similares?, ¿qué pasa con las expresiones folklóricas o las de los grupos originarios?, ¿hay alguna en riesgo de desaparecer?, ¿puede ocurrir que para buscar mayor visibilidad se transformen intentando integrar características presentacionales?, ¿qué consecuencias tendría ese tipo de estrategia para los efectos de integración social?

Con la gran diversidad presente en la Argentina y a partir de la riqueza cultural que le aporta la migración, es inevitable pensar que el país se encuentra en una posición privilegiada para constituirse en un foco de construcción de conocimiento a nivel local y regional.

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