Las verdades se encuentran bajo sospecha. Todo lo definitivo pende de un hilo. Por momentos parece que todo lo dicho se encuentra en un loop incesante de interpretación. Es probable que aquél famoso título; “Todo lo solido se desvanece en el aire” sea hoy máxima. En este texto, Celeste Grimolizzi, quien se encuentra a punto de obtener una licenciatura en Biotecnología en la Unsam, nos invita a pensar de manera didáctica acerca de cómo conocemos o creemos hacerlo.  Juan intenta trasladar esa mesa de la cocina hasta el comedor. Intenta reiteradas veces, la mete de canto, dada vuelta, al derecho, al revés. Pero, o la mesa cede, o quien cede es la realidad. La mesa no pasa por la puerta. ¿Entonces qué decide hacer Juan?

Podría pensarse que la solución es sencilla, porque concuerda con el sentido común. Sin embargo, quizás resulte pertinente replantearnos ese modo natural de “hacer las cosas”, que al fin y al cabo se constituye como un modo de “pensar las cosas”.

En el día a día en nuestra formación como estudiantes universitarios se nos enseña el “deber ser” del mundo que nos rodea. ¿Por qué se cae una manzana? “Por la Ley de la Gravedad” ¿Por qué las cosas tienen peso? “Porque tienen una determinada cantidad de masa que las hace tener peso”. Lo llamativo de todo esto es que estas preguntas no han tenido siempre las mismas respuestas a lo largo de la historia. Por supuesto, hoy en día tampoco la tienen. ¿En algo tan simple? ¡Por supuesto“Un determinismo new age que parece haber venido para quedarse. Lejos está la descripción iluminista de Descartes, como un cuadro de tintes oscuros, un hombre de pelo largo y mirada autosuficiente. En el siglo XXI encontramos una persona exitosa, decidida, de pelo corto pero largas ambiciones. “Les propongo el siguiente experimento: Tomen algún cuerpo (preferentemente compacto), como una tiza, con una mano y con la otra tomen algún otro cuerpo, pero más pesado (por ejemplo una cartuchera). Suelten ambos al mismo tiempo. ¿Qué sucede? Ambos caen, y llegan al suelo al mismo tiempo. Repítanlo cuantas veces quieran. Siempre sucede así porque esa cosa que llamamos “gravedad” hace que los cuerpos sean atraídos hacia la Tierra. Pero eso no tiene que ver con su peso. Más bien, la gravedad es siempre la misma, y el peso va cambiando. Acá y en la luna el peso de un cuerpo es distinto, porque la gravedad es diferente. Aumenta la gravedad y aumenta el peso, disminuye la gravedad y disminuye el peso. Esa relación, ¿no se puede definir? ¿No se puede determinar previamente? ¡Si! La relación entre ambas magnitudes es la masa. La masa es un número que relaciona el peso y la gravedad.

En este momento, supongo que están tocando la cartuchera para verificar su existencia, ya que podrán discutirme que de ningún modo es un número, porque está ahí, ustedes la pueden ver y tocar. No es mi intención desautorizar al docente de Física de turno, solo es un ejemplo para vislumbrar cómo están construidos nuestros modos de ver la realidad. De hecho, el paradigma que estoy relatando perdió vigencia hace por lo menos 100 años. Y las cosas siguen cayendo para abajo (o eso espero).Ahora bien, en base a ese concepto, se construye otro concepto y así sucesivamente, creando redes de pensamiento, que son entre repeticiones y construcciones de una visión del mundo. Una explicación del mundo natural que nos rodea, y dice más o menos así: si se caracteriza un sistema, todas sus partes y relaciones, también podrá predecirse su comportamiento. Esto puede comprobarse, con una pelota que se encuentra en movimiento. Se pueden definir todas las fuerzas que actúan sobre la pelota, y entonces se sabrá cuanto tiempo tardará en detenerse. Si se la empuja un poco, se mueve un poco.

¿Todos los sistemas responden de este modo? Podemos tomar ejemplos desde estudiar un bife que se está cocinando, hasta las relaciones y comportamientos en el seno familiar o problemas más abarcativos y complejos como el comportamiento de un ecosistema o un sistema social. Parece ser que la respuesta inmediata es un rotundo no, sin embargo, es una pregunta que no resulta trivial, ya que si este no es el modo ¿Cuál sí?

 

Toda ciencia es social

Un determinismo new age que parece haber venido para quedarse. Lejos está la descripción iluminista de Descartes, como un cuadro de tintes oscuros, un hombre de pelo largo y mirada autosuficiente. En el siglo XXI encontramos una persona exitosa, decidida, de pelo corto pero largas ambiciones.

Este modo de pensar la ciencia la considera como un acto creativo y libre, con ciertas tareas específicas que le competen en el ambiente en el que le toca desarrollarse. El científico toma en cuenta líneas de investigación que le resulten pertinentes y las desarrolla, produce conocimiento y es muy bien visto en caso que ese aporte alcance publicaciones internacionales.

Suele entenderse a la ciencia como ajena al desarrollo histórico que la precede y a la producción que la sucede. A la historia como un hecho lineal y a la ciencia como apartada, como una entidad en sí misma en donde cada quien tiene su rol. Una suerte de liberalismo mundial con división internacional del trabajo. Cualquier parecido con la realidad…Pero el científico es un ser social, se encuentra influenciado de manera directa o indirecta por las personas, conflictos e intereses que lo rodean, por lo que es discutible su accionar libre en el amplio sentido del término. El “avance” en la ciencia y la tecnología produce alternativas que se profundizan en un marco específico de desarrollo. Está condicionado por un sistema de relaciones, así como también por el propio avance, generándose de esta forma, un direccionamiento consonante entre el desarrollo científico-tecnológico, las políticas públicas y privadas, la filosofía, la educación y las consecuencias sociales.

No existe “avance tecnológico” per se, sino que siempre es direccionado. Encuentra diferencias a su paso tanto con las realidades locales, como con expresiones dentro del ámbito científico, que no convalidan la visión de los considerados “benéficos avances tecnológicos”.

 

Pura realidad

Juan intenta trasladar la mesa de la cocina al comedor hasta el momento sin éxito. Puedo ganarme enemigos con esta cuestión, pero claramente apostaría a que el sistema de pensamiento en el que estamos inmersos resolvería rápidamente esta cuestión recomendándole a Juan que tire abajo la pared.

Pensemos en otra situación que puede servirnos de ejemplo:

La soja es uno de los principales rubros de exportación en nuestro país. Por lo tanto, es de interés que cualquier plaga que disminuya la producción sea erradicada. Una de las genialidades  producidas en los últimos tiempos es una soja transgénica resistente a un herbicida de amplio espectro, que elimina la plaga (hierbas) y toda vida que tenga a su paso menos, por supuesto, esta variedad de soja. Para que eso funcione, se debe comprar la semilla junto al herbicida, y se recomienda el método de cultivo específico que obviamente viene acompañado de una maquinaria particular (es lo que se conoce como paquete tecnológico).”La realidad no está hecha de momentos, es una función continua, irreversible. La instantaneidad se nos presenta como una necesidad de análisis al entendernos pequeños. Pero así de irreverentes, no lo reconocemos, nos situamos en ese punto que constituye nuestro mundo. Urge, entonces, ampliar el ángulo de nuestra visión y entender el plano de lo caótico.”Sucede que pese a las bondades expresadas por la empresa que distribuye las semillas las “hierbas” hace un tiempo, comenzaron a generar resistencia. Lo mismo pasa con las bacterias y el desfile de antibióticos o vacunas a las que están sometidas, matan todo pero en cuanto alguna sobrevive, se reproduce. Y mucho.

A los conflictos sociales y pérdida de biodiversidad generados por el avance de la frontera agrícola, a la contaminación, a la pérdida de prácticas tradicionales de cultivo, a la disminución en la diversidad de productos (monocultivo), a la pérdida de puestos de trabajo en el sector agropecuario,  se debe sumar que el herbicida no funciona como debería y que por lo tanto los niveles de productividad no se sostendrán en el tiempo. ¿Cuál es la solución propuesta? Una soja bi-transgénica, que sea resistente a una mezcla de herbicidas. Pura realidad.Si se acepta a la ciencia como una de las formas de ver el mundo, se debe aceptar también que las ideas sobre la misma están supeditadas a la situación política, económica y social y a su desarrollo histórico. Que es, de esta manera una entidad de todo menos estática, incólume, infalible. Y es de hecho en esa falibilidad en donde se encuentra su mayor fortaleza.

Sin negar a la ciencia y su poder predictivo por el establecimiento de leyes generales, se demuestra la necesidad de un cambio de paradigma, que la desentienda como ligada a un sistema de pensamiento que nos está llevando a la autodestrucción. Precisamos soluciones integrales, dadas a problemas que también lo son. Porque la realidad no está hecha de momentos, es una función continua, irreversible. La instantaneidad se nos presenta como una necesidad de análisis al entendernos pequeños. Pero así de irreverentes, no lo reconocemos, nos situamos en ese punto que constituye nuestro mundo. Urge, entonces, ampliar el ángulo de nuestra visión y entender el plano de lo caótico.

Siendo tan abarcativo el espectro de la realidad, la única solución para respetar la complejidad es entender el conocimiento como una construcción colectiva. Es asumir que el todo es mucho más que la suma de las partes.

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