En esta época posfordista ya no hay una disciplina sobre el cuerpo mecanizado- ese tipo psicofísico de obrero que crea la fábrica- sino más bien un control sobre el deseo. En esta crónica Paula reflexiona acerca de una práctica que viene calando hondo en la sociabilidad porteña, y que es, sobre todo, una estrategia empresarial: el After Office.En febrero del 2017 comencé a trabajar como bartender en una empresa de catering de bebidas y servicio de barras de tragos para eventos (casamientos, reuniones empresariales, eventos especiales, etc.). Se compone de alrededor de 120 jóvenes entre 18-25 años: la edad promedio es 21 años. La gran mayoría del staff proviene de San Martín de los Andes, Trelew, Ushuaia, Puerto Madryn y de la provincia de Buenos Aires. Vienen a Capital Federal a profesionalizarse en la universidad. Es decir, todxs o la inmensa mayoría están allí de paso, su horizonte es conseguir trabajo de lo que están estudiando. Hace unos meses me tocó trabajar en un After Office organizado por Oficinas Despegar para su plantel de trabajadores “productivos” de la empresa: jóvenes entre 25 y 35 años. En su gran mayoría, ingenieros y diseñadores industriales, ingenieros electrónicos, programadores, diseñadores gráficos y de carreras afines a marketing y publicidad. Quedan excluidos el personal de limpieza, cocineros del bar y hombres de seguridad.  “El valor de producción del capital ya no se agota en una jornada de trabajo (el obrero produciendo en la fábrica) sino que se extiende a todas las esferas de la vida, apropiándose de ese conocimiento social que la gente produce para crear una demanda en el mercado.”Las oficinas son pisos enteros alfombrados con ventanales amplios. Los escritorios filas extendidas y numerosas a lo largo y ancho del lugar. Sus espacios de trabajo están organizados ergonómicamente a partir de divisores traslúcidos con computadoras individuales. Los espacios de descanso y recreo son en terrazas con sillones acolchonados, plantas, deck con mesas y sillas (afuera) y un living-comedor amplio, cálido y cómodo (adentro).

Los encuentros se vienen haciendo desde hace poco tiempo y cada vez con más frecuencia. Se ambienta algún sector de la empresa, se contrata un servicio de catering de comidas y barras de tragos y se musicaliza con parlantes y set de DJ. La primera vez que fui se hizo en el comedor y la segunda en la terraza; espacios comunes que reúnen a todo el “equipo”.  Allí, los After Office tienen lugar los días jueves de 17 a 20hs. De la experiencia, podemos reflexionar sobre dos planos. Por un lado, los trabajadores profesionales de la empresa: comparten un mismo rango etario con profesiones afines, tienen salarios medio-altos y la tecnología atraviesa el mundo de su vida cotidiana. Por otro, la relación entre los trabajadores y la empresa: el capital fomenta el compañerismo, la disponibilidad, el compromiso y la pertenencia a la empresa. Estimula la creatividad de los jóvenes trabajadores, incentivando a ponerse metas de superación; ellos “son los protagonistas”, según el ethos de la empresa. En este sentido, el valor de producción del capital ya no se agota en una jornada de trabajo (el obrero produciendo en la fábrica) sino que se extiende a todas las esferas de la vida, apropiándose de ese conocimiento social que la gente produce para crear una demanda en el mercado. En palabras de Cristina Morini (2014), hoy más que nunca es la subjetividad lo que se pone a trabajar.“Hoy el capital lleva al espacio de trabajo aquello que es de interés y valor para sus trabajadores con el fin de optimizar y controlar al máximo el nivel de producción y su fuerza de trabajo.” Pero, ¿Qué es el After Office, originalmente? Varios artículos periodísticos afirman que es una costumbre de trabajadores estadounidenses, que luego de la jornada laboral salen con sus compañeros de oficina a tomar tragos en un bar y socializar entre ellos. En la ciudad porteña argentina, hace algunos años se comenzó a popularizar esta práctica en profesionales de empresas. Por ende, durante días de semana los bares arman promociones “Happy hour: tragos 2×1” que se acompañan con pizza o papas rústicas y así, esperan recibir el aluvión de oficinistas luego de sus jornadas de trabajo. Paolo Virno (2003) sostiene que el capital es reactivo a la fuerza de trabajo.  Explica que a un ataque o crisis obrera siempre le sigue la restructuración del capital para recomponer la disciplina de obediencia. Siguiendo esta reflexión, el After Office es una suerte de estrategia del capital (que parece hasta endogámica) para evitar o disciplinar esa crisis o “fuga” -en términos gramscianos- de los trabajadores. Intenta ser la contracara del trabajo tedioso, agotador y rutinario de la fábrica. Hoy el capital lleva al espacio de trabajo aquello que es de interés y valor para sus trabajadores con el fin de optimizar y controlar al máximo el nivel de producción y su fuerza de trabajo. A lo largo del evento, estos jóvenes reciben un comedor acondicionado con música, catering de comidas y barra libre. El trabajo en la barra es intenso y rutinario: la gente pide reiteradas veces distintos tragos desde caipis y daiquiris hasta tragos directos como fernet, cuba libre, gin tónics, whisky y cynar. A veces nos dicen “por favor” y “gracias”, otras veces nos ignoran. A veces nos dejan propina y otras veces nos apuran para hacer los tragos. A veces nos piden el número de teléfono y otras veces nos contestan mal. “¿Qué subjetividad hay que producir para soportar el nivel de inestabilidad de la vida social del neoliberalismo? Optimizar permanentemente el sujeto: nos pensamos y vivimos como empresas.”

En esta época posfordista la fuerza de trabajo anticipa y prefigura el capital. Ya no hay una disciplina sobre el cuerpo mecanizado- ese tipo psicofísico de obrero que crea la fábrica- sino más bien un control sobre el deseo. A mediados del siglo pasado, Ford intentó organizar un modo de vida para los trabajadores de su fábrica maximizando su capacidad de consumo. Allí el salario fue pieza clave para el disciplinamiento. En estos tiempos y cada vez más, se construye ciudadanía a través del consumo. Somos sujetos consumidores. Por eso, Verónica Gago (2014) entiende al neoliberalismo no solo como una ideología compacta y homogénea sino como una normatividad práctica, es decir, una tecnología compleja de disciplinamiento internalizada en cada uno de los sujetos y que opera desde lo más profundo de nuestros cuerpos. Michel Foucault lo llamaría norma de existencia. ¿Qué subjetividad hay que producir para soportar el nivel de inestabilidad de la vida social del neoliberalismo? Optimizar permanentemente el sujeto: nos pensamos y vivimos como empresas.El trabajo es un espacio hiperpolitizado: todo aquello que hoy produce valor, en este caso el After Office, el capital lo copta para anticipar, prevenir y controlar sus ganancias. Siguiendo esta línea, Morini afirma que el capitalismo necesita generar permanentemente entusiasmo. Por eso hoy, el After Office es una estrategia innovadora de las empresas al  desplazar el conflicto de las fuerzas de trabajo. El Neoliberalismo secuestra la idea común, las formas de lo común, traduciéndolas en productivas y codificándolas en clave empresarial.

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