Entre el 15 y el 17 de Octubre de 2014, tuvieron lugar las primeras jornadas de iniciación a la investigación, que llevaron por título “Con Imaginación y Realidad”, impulsadas y organizadas por estudiantes de las licenciaturas de Antropología y Sociología del IDAES y con el total apoyo de directivos y profesores. Realizada en base a trabajos de los estudiantes de grado y sin otro requisito que las ganas de presentarlos, los ejes temáticos del amplio espectro de temas tratados en las jornadas comprendían: el conflicto laboral EMFER-TATSA, la basura, el CUSAM, la sexualidad y el género, la educación, el trabajo y la teoría social.

Las jornadas fueron un intento genuino por conocernos, con un resultado más que satisfactorio. No estuvieron ausentes los nervios, tanto para el equipo organizador como para los participantes, porque para muchos fue una primera experiencia. Tampoco estuvo ausente la dedicación y un impecable y arduo trabajo llevado a cabo por los organizadores.

Los estudiantes de posgrado hicieron las veces de comentaristas de las ponencias, con el objetivo de fomentar el diálogo entre los participantes, oyentes y presentadores. Considerando que, en su mayoría, los expositores atravesaban su primer presentación, la preocupación central radicaba en que nadie se sienta examinado, sino escuchado.

La respuesta a la convocatoria fue un éxito, aproximadamente se extendieron cien certificados de participación. Fueron tres días de intensa actividad y de diversas intervenciones. Fundamentalmente, las jornadas fueron pensadas como un intento de vincular la investigación en Ciencias Sociales y los modos de intervención en (y a partir de) realidades concretas; de comprender los particulares modos que tienen las personas de llevar adelante sus vidas, cómo resuelven sus conflictos, cómo participan y se comunican.

Una de estas preocupaciones recurrentes fue, por ejemplo, la cuestión de la participación. Para decirlo de modo rápido y general, qué nos moviliza a participar y qué no, las tensiones y mutuas implicancias entre el saber experto y el saber de sentido de común, las diversas dimensiones y usos del lenguaje. La “imaginación y la realidad” fueron ampliamente relacionadas y cuestionadas.

Como excusa para conocernos pero también como un modo de ensayar “el juego académico”, las jornadas cumplieron ambos objetivos. Nos conocimos un poco más, establecimos vínculos a través de intereses comunes y, algunas veces, por exactamente todo lo contrario. Puede sonar pretencioso, pero muy probablemente ensayamos nuevos modos de jugar el juego.

Pero no todo fue un mar de fuerzas positivas actuando conjunta y sincronizadamente para hacer un mundo mejor. En absoluto, creo que la vida no es eso y las jornadas no tienen por qué ser la excepción.

Las palabras siguientes tampoco van a ser una enumeración de “cosas que fallaron”, son más bien aspectos, sensaciones, sentidos que creo estuvieron presentes en las jornadas y que forman parte de algunos modos o maneras que tiene “lo académico” que, para decirlo amablemente, a algunos de nosotros, los estudiantes, nos pone incómodos. Hablemos del ego, tan presente en todas partes, tan difícil de desactivar, o al menos disminuir, de modo que posibilite un intercambio y no una competencia, de modo que la tarea sea la de escuchar y no la de examinar. El ego al que intentamos aplacar, intentando la “simetría”, ensayando y promoviendo la escucha, probando desactivar la formalidad y, por supuesto, su expresión más exagerada, la solemnidad. Ensayamos un diálogo ameno y no por eso menos respetuoso. Creo que salió bien. Hay que seguir insistiendo.

Como intento de cierre de las jornadas, tuvo lugar la presentación de las Becas Fals Borda de investigación. Una charla de presentación que a muchos nos resultó algo extensa, seguramente porque la mayoría de los que estábamos presentes también lo estuvimos los dos días anteriores, el agotamiento físico se hizo sentir. Por alguna extraña razón sentí que esa presentación estaba algo escindida de lo que fueron las jornadas, indagar esa razón seguramente necesitaría de otro texto, pero en fin, quería dejar constancia. En esa misma presentación, algunos de los estudiantes y organizadores dijeron unas palabras acerca de lo que fueron las jornadas a modo de balance, tampoco faltaron los agradecimientos.

Inmediatamente después, nos esperaba una mesa con algo para comer y tomar, un brindis. Paralelamente en el patio se cocinaban unos choripanes, un segundo cierre, si queremos llamarlo de algún modo. Y a propósito de los cierres, me hubiese gustado que al finalizar cada día de las jornadas tuviera lugar un cierre, muchas personas no pudieron asistir ese viernes en que finalizaban las jornadas y, como sabemos, los cierres, el compartir algo para comer y brindar, siempre son una posibilidad para conocernos más.

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