Hoy el mundo se detiene. Se llevan adelante las elecciones presidenciales en EE.UU, que determinarán si Donald Trump renueva su mandato, o si la fórmula demócrata Biden-Harris logra imponerse.
En este contexto, Márgenes dialogó con el periodista y analista internacional Augusto Taglioni sobre su perspectiva acerca del acontecimiento que mantiene en vilo al mundo entero.

M: ¿A qué estados debemos prestarles atención? ¿Cuáles serán los definitorios?

AT: Hay que prestar atención a los estados que pertenecen al cinturón del óxido. Los “Battleground State”, o los “Swing State”. Florida, Pennsylvania, Michigan, Wisconsin, Arizona, Carolina del norte y Ohio. Son Estados que no tienen un comportamiento electoral  estable. A diferencia de casos que sabemos que no van a cambiar de tendencia como California y Nueva York, que votan demócratas. California aporta 55 delegados del colegio electoral, Nueva York 29. Texas vota republicanos y aporta 38 delegados. La disputa está en quien se queda con Florida, cuya diferencia según las últimas encuestas es mínima, con 0.9 a favor de Biden. La disputa está en quien se queda con esos 29 delegados y quien se queda con esos 4 o 5 estados del cinturón del óxido, que en la elección pasada del 2016 fue muy importante para la victoria de Trump.

Eso va a ser lo que va a definir, no un cambio de cantidad de votos populares o cantidad de votos totales pero si va a permitirle a Trump ganar esos delegados del colegio electoral para dar con los 270 que necesita triunfar en las elecciones.

M: En caso de ganar Trump, este sería su último mandato. Si pierde, aunque con una base sólida, su figura puede resultar dañada. En ambos casos, el partido Republicano deberá comenzar a barajar nombres de cara al futuro. ¿Cuenta la estructura republicana con la renovación que se observa en el partido Demócrata?

AT: Es cierto que Trump tiene un piso alto de votos. Su liderazgo es un liderazgo que “divide aguas”, que polariza. ¿Su figura puede resultar dañada? Si, pero depende de quién lo mire. 

Para el votante demócrata,  para las costas, para el elector que no lo votó en el 2016 y no lo votó ahora, no es una imagen representativa que quiera dar de los Estados Unidos. Pero para el trabajador rural, para el blanco protestante nativo que vota, apoya y ama a Trump, no existe un problema. 

La idea de “Make America Great Again”, de pensar América para los americanos, es una retórica que ha contenido alrededor de casi el 50% del electorado que hoy posee Trump. Entonces, no creo que haya una imagen dañada en términos generales. Pero si podría ser un liderazgo que está siendo cuestionado en términos multilaterales y en términos de prestigio internacional que podría ser un problema de fondo que debe abordarse gane quien gane la elección.

Por otro lado, los republicanos tienen una cantidad de dirigentes que pueden ser la renovación generacional post período Trump. Tal es el caso de nuevos liderazgos como Ted Cruz y Marco Rubio, figuras nuevas que quisieron competir contra Trump en el 2016 y que terminaron perdiendo.

M: En el caso de una eventual victoria demócrata, lo más probable es que se busque judicializar el resultado electoral. ¿Crees que hay margen social para ello teniendo en cuenta la gran polarización que se observa en EE.UU y la participación récord que se espera (que en teoría beneficiaría a los demócratas)?

AT: Existe una posibilidad de la vía judicial. Me parece que la maniobra de Trump para reemplazar rápidamente a Ruth Bader Ginsburg por Amy Barret, responde a fortalecer la mayoría conservadora en la corte suprema. Sin embargo, que haya 6 jueces conservadores no garantiza que la corte suprema falle a favor ,o dé la victoria en caso de falta de reconocimiento de los resultados. Porque son conservadores pero no precisamente van a inmolar su prestigio para sumarse a una aventura de esas características con Trump.

Creo que no solamente no hay margen social, teniendo en cuenta la polarización, la convulsión, la ruptura que existe en la sociedad en materia de descontento, sino que además, que Estados Unidos como potencia es un país que tiene muy en cuenta el prestigio internacional. Una crisis interna de estas características, con un presidente que no reconoció los resultados, podría  agudizar la crisis institucional. Es una mancha enorme a su prestigio. 

Pongo en duda que los republicanos accionen de esa manera. Pero no Trump que ha demostrado que quiere hacerlo. Descreo que el sistema político, el sistema que siempre se ha mantenido a pesar de convulsiones sociales, se preste a semejante cosa. Porque, imaginarse una semana sin candidato, o sin ganador de la elección, es una vergüenza para el prestigio norteamericano.

En este caso se condensan 2 cosas que se ponen en juego en esta elección: la primera, es la posibilidad de que se agudice la crisis interna, la crisis social y las manifestaciones de corte racial; y la segunda, la discusión sobre la hegemonía y el liderazgo en Estado Unidos. Trump en estos 4 años, abandonó ámbitos multilaterales y eso implicó que hay aliados que antes eran fuertes, como Europa, están tomando distancia. China, por su parte, ha avanzado sobre ese lugar vacío.  Es mucho lo que pone en juego Estados Unidos como para embanderarse en una cruzada de estas características. El propio Al Gore, lo descartó en el 2000 cuando había un fraude confirmado por Bush en el Estado de Florida. Entonces no hay margen social, pero tampoco la reputación de EEUU goza de tan buena salud como para sostenerse frente a este problema.

Con respecto a la participación, casi 100 millones de personas votaron. Hay que esperar al final del proceso electoral  para ver a quién favorece. Porque no solo los demócratas, sino que también los republicanos insistieron en que se vote.

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